El ligre y otros cruces exóticos

Reza un dicho popular que en lo puro no hay futuro. La frase vale para incontables situaciones, pero ¿qué sucede en el caso de los más extraños cruces entre especies o subespecies del reino animal? La creatividad humana jamás deja de sorprender, y cuando las personas han jugado a ser dioses han dado vida a exóticos ejemplares híbridos entre leones y tigres, burros y caballos, perros y lobos, entre tantos otros.

Este es el caso de un megafelino. En la cultura pop ganó fama a partir de la película underground Napoleon Dynamite (2004). Antes de esa mención en la gran pantalla, solo era una rareza, un animal algo más que exótico, una freakada que fascinó a culturas antiguas como la china y a la persa. Hablamos del ligre, el híbrido entre un león y una tigresa: una bestia descomunal que tiene las rayas de su madre en el pelaje, y la cabeza más parecida al rey de la selva.

Este mastodóntico animal (su gran talla –cuatroscientos kilos, aproximadamente, y casi tres metros de altura– se debe a que, en el cruce genético entre ambas especies, el gen responsable del crecimiento sufre una alteración) rebasa en talla y peso por amplio margen a sus progenitores. Pero lo más curioso de este caso es que, aunque hay registros antiquísimos sobre él, únicamente ha nacido cuando la voluntad humana ha decidido juntar a esas dos especies distintas. Es decir, jamás ha nacido un ligre en la naturaleza. Cabe destacar que, si la mezcla es entre un tigre y una leona, el resultado cambia y la cría es un tigón (un felino de menor tamaño que el ligre).

Si la mezcla es entre un tigre y una leona, el resultado cambia y la cría es un tigón

Y es que, en términos generales, los animales híbridos como el ligre nacen estériles. La acción humana es la que ha dado vida a estos seres que, de otra manera, no hubiesen aparecido. A continuación, algunos de los más extravagantes ejemplares generados por la intervención humana.

¿Qué es la hibridación en los animales?

Para Erica Larson, bióloga de la Universidad de Denver (Estados Unidos), un híbrido es «un animal que resulta del cruce entre linajes divergentes», según lo declara en una pieza de National Geographic. Además, cuenta que, cuando la hibridación se da en cautiverio, se reducen muchas barreras genéticas que en la naturaleza serían más fuertes, mismas que impedirían el cruce. Un ejemplo es el de los corales, que tienen un sistema de reproducción acotado a fechas muy concretas, por lo que en la vida silvestre sería mucho más difícil algún tipo de hibridación.

Otro de los aspectos que destaca la investigadora es que la diferencia geográfica también juega un papel preponderante. Es decir, en el caso del ligre es prácticamente imposible que un león y una tigresa se encuentren sin que la actividad humana se encargue de ello. Lo mismo pasa con la cama, el híbrido resultante de la cruza entre una llama y un camello dromedario, pues cada uno de ellos viven en lados opuestos del océano Atlántico.

Tanto en los delfines como en las ballenas se han dado casos de hibridación fuera del cautiverio

Al margen de los casos anteriores, ¿existen híbridos exóticos que pueden darse fuera cautiverio? La respuesta es sí: Larson explica que hay más de una veintena de informes científicos que ya demuestran que tanto en los delfines como en las ballenas se han dado casos de hibridación entre subespecies. Uno es el del narluga: la mezcla entre un narval y una beluga. Otro de ellos es el híbrido entre los cocodrilos americanos con los cubanos.

Cebrallos, cebrasnos y perros lobo

Para muchos niños, las cebras son una suerte de caballos rayados y salvajes que habitan en África. Y, quizá, no estén tan equivocados.

Lo cierto es que los caballos y las cebras no son tan lejanos en el terreno de la genética, y es por eso que al híbrido entre estas dos especies se le conoce como cebrallo. Específicamente, se trata del cruce entre una cebra macho con una yegua, por lo tanto, es un cebroide, es decir, la mezcla de una cebra con otros equinos. En la misma línea, también existe el cebrasno: el cruce entre una cebra y un asno.

Ahora bien, un híbrido más común que los anteriores es el del perro y el lobo. Es bien sabido que los canes son descendientes de lobos primitivos, por lo que ambas especies comparten un código genético muy parecido. Tanto es así que hay, por lo menos, dos razas de perros lobo reconocidas internacionalmente: el perro lobo checo y el calupoh, el perro lobo mexicano. Respecto al primero, se trata de la mezcla entre un pastor alemán y un lobo europeo. Desde el criadero Od Lubican, especializado en esa raza, insisten en que el resultado de esa mezcla da a un perro con todas las bondades caninas en conjunto con la fuerza e inteligencia de su ancestro lobo.

En cuanto al calupoh, se trata de la raza de perros lobo más recientemente reconocida. Desde hace treinta años comenzó en el noroeste mexicano el proyecto de dar vida a un animal que fue mítico en el México prehispánico: el loberro. Los antiguos aztecas creían que la cría de un lobo con una perra daba a un animal con dotes de semidiós, pues el lobo era visto como una deidad, y los perros gozaban de gran prestigio por su lealtad. En 2016 la Federación Canófila Mexicana (el máximo organismo encargado de la regulación canina en ese país) reconoció al calupoh como una raza con características propias. A grandes rasgos, este perro lobo es muy parecido al pastor alemán, solo que en color absolutamente negro. Pero su característica más distintiva es el color amarillo o naranja de sus ojos, algo que revela su pasado más remoto (los primeros perros descendientes de lobos tenían los ojos color naranja o claros).

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