Emporio de los Sándwiches, un icono de la gastronomía coruñesa que sobrevive a modas, generaciones y cambios de tendencia

A Coruña es una ciudad con un merecido prestigio gastronómico. Con una de las lonjas de pescado más importantes de Galicia y rodeada por la Reserva da Biosfera de As Mariñas e Terras do Mandeo, en la que abundan los proyectos centrados en la producción de miel, huerta o carnes, la ciudad ha contado siempre con algunos de los mercados mejor nutridos del noroeste peninsular. La proximidad de localidades panaderas como Carballo o Carral y el la infinidad de bares, tabernas y restaurantes que se extienden por todos los barrios se suman a lo anterior para convertir a la ciudad en un destino de primer nivel para los amantes de la cocina y del producto de calidad. Lo que no demasiada gente sabe es que A Coruña fue la puerta de entrada en el norte de muchas tendencias relacionadas con otras cocinas o con nuevos formatos gastronómicos que hoy en día podemos dar por supuestas, pero que en su momento fueron una renovación absoluta. En Directo al Paladar Gastroguía de A Coruña: dónde comer en la ciudad gallega con más restaurantes para todos los gustos A Coruña atravesó un momento de gran crecimiento a comienzos de los años 70 del siglo pasado. Por entonces llegaron a la ciudad miles de personas atraídas por los nuevos polígonos industriales y las posibilidades de empleo que estos creaban. Junto a ellos, comenzaron a llegar también emigrantes retornados, gente que se había ido de Galicia en los años 50 y 60 para buscar trabajo en América o en el Norte de Europa y regresaba a su lugar de origen. En esa época surgen barrios como Agra do Orzán, por entonces en la periferia -aunque hoy esté ya en pleno casco urbano- un conjunto de calles densamente construido que acogió a todos estos nuevos coruñeses. Es aquí y en los barrios vecinos donde tiene lugar ese capítulo poco conocido de la historia gastronómica gallega. Entre 1970 y 1972 abrirán en estas calles la primera pizzería de Galicia y la primera hamburguesería, negocios creados por emigrantes retornados de Montevideo y Buenos Aires, ciudades cosmopolitas en las que aprendieron estas modalidades culinarias que llegaron de su mano para quedarse. Y junto a ellas abría en 1971, en la Praza do Comercio, en realidad una calle circular no muy transitada, el Emporio de los Sandwiches, el negocio de otro emigrante retornado, aunque en este caso de Venezuela. El local se especializó en sándwiches, un tipo de propuesta absolutamente novedosa en la ciudad, de los que proponía hasta una docena de tipos diferentes. El secreto estaba en las combinaciones de sabores, pero sobre todo en unos panes que el fundador horneaba a diario y para los que en 1976 diseñó y patentó unos moldes específicos. El local está hoy en manos de la tercera generación de la familia Cuñarro a su frente. Los panes ya no se hacen en su cocina, pero los prepara, con su fórmula y en los moldes patentados, una panadería de confianza. Y en el barrio, y en buena parte de la ciudad, “el Emporio” sigue siendo un icono gastronómico, uno de esos negocios por los que generaciones de coruñeses han pasado y que sigue llenando a diario con clientela de proximidad. El secreto es sencillo: la fórmula sigue siendo la misma de hace medio siglo. El pan, único en la ciudad, se corta fino y sin corteza, como en los sándwiches de miga argentinos; los rellenos son generosos, las combinaciones creativas, los precios muy contenidos y el servicio tan eficaz como amable. En fin de semana cuesta hacerse con una de sus mesas o lograr un hueco en su barra. No es grave, la cola en la puerta demuestra que la rotación es rápida y que en 10 o 15 minutos como mucho se conseguirá un sitio. Recuerdos de más de medio siglo de historia se apiñan en las paredes del local Una vez dentro comienzan las dudas. De la docena de sándwiches originales se ha pasado a una carta con cerca de 40 propuestas divididas en cuatro secciones. La primera, como era de esperar, es la dedicada a los sándwiches, tanto fríos como calientes. Estos últimos son la enseña de la casa: elaboraciones que se montan al momento y se cubren con una generosa ración de queso antes de pasar por el grill. A la mesa llegan cortados en seis porciones, cubiertos por un queso fundido espolvoreado con orégano y, debido a lo fino que es el pan, con una apariencia que puede recordar más a una tosta que a un sándwich convencional. En su interior, embutidos, carnes, vegetales y otros ingredientes se apilan en combinaciones ya clásicas y no siempre previsibles. Al Emporio hay que llegar con apetito y con la mente abierta. El Tropical combina jamón tipo York, piña, queso y orégano; el Romano lleva jamón tipo York, paté, queso de cabra y salsa de arándanos. El Bolonio acoge capas de mortadela ahumada, cangrejo, cebolla, salmorejo, mahonesa y queso; el Napolitano incluye pimiento morrón, salami, queso y salmorejo y el Sal

Jun 9, 2025 - 22:20

A Coruña es una ciudad con un merecido prestigio gastronómico. Con una de las lonjas de pescado más importantes de Galicia y rodeada por la Reserva da Biosfera de As Mariñas e Terras do Mandeo, en la que abundan los proyectos centrados en la producción de miel, huerta o carnes, la ciudad ha contado siempre con algunos de los mercados mejor nutridos del noroeste peninsular.

La proximidad de localidades panaderas como Carballo o Carral y el la infinidad de bares, tabernas y restaurantes que se extienden por todos los barrios se suman a lo anterior para convertir a la ciudad en un destino de primer nivel para los amantes de la cocina y del producto de calidad.

Lo que no demasiada gente sabe es que A Coruña fue la puerta de entrada en el norte de muchas tendencias relacionadas con otras cocinas o con nuevos formatos gastronómicos que hoy en día podemos dar por supuestas, pero que en su momento fueron una renovación absoluta.

En Directo al Paladar

Gastroguía de A Coruña: dónde comer en la ciudad gallega con más restaurantes para todos los gustos

A Coruña atravesó un momento de gran crecimiento a comienzos de los años 70 del siglo pasado. Por entonces llegaron a la ciudad miles de personas atraídas por los nuevos polígonos industriales y las posibilidades de empleo que estos creaban. Junto a ellos, comenzaron a llegar también emigrantes retornados, gente que se había ido de Galicia en los años 50 y 60 para buscar trabajo en América o en el Norte de Europa y regresaba a su lugar de origen.

En esa época surgen barrios como Agra do Orzán, por entonces en la periferia -aunque hoy esté ya en pleno casco urbano- un conjunto de calles densamente construido que acogió a todos estos nuevos coruñeses. Es aquí y en los barrios vecinos donde tiene lugar ese capítulo poco conocido de la historia gastronómica gallega.

Entre 1970 y 1972 abrirán en estas calles la primera pizzería de Galicia y la primera hamburguesería, negocios creados por emigrantes retornados de Montevideo y Buenos Aires, ciudades cosmopolitas en las que aprendieron estas modalidades culinarias que llegaron de su mano para quedarse.

Y junto a ellas abría en 1971, en la Praza do Comercio, en realidad una calle circular no muy transitada, el Emporio de los Sandwiches, el negocio de otro emigrante retornado, aunque en este caso de Venezuela.

El local se especializó en sándwiches, un tipo de propuesta absolutamente novedosa en la ciudad, de los que proponía hasta una docena de tipos diferentes. El secreto estaba en las combinaciones de sabores, pero sobre todo en unos panes que el fundador horneaba a diario y para los que en 1976 diseñó y patentó unos moldes específicos.

El local está hoy en manos de la tercera generación de la familia Cuñarro a su frente. Los panes ya no se hacen en su cocina, pero los prepara, con su fórmula y en los moldes patentados, una panadería de confianza. Y en el barrio, y en buena parte de la ciudad, “el Emporio” sigue siendo un icono gastronómico, uno de esos negocios por los que generaciones de coruñeses han pasado y que sigue llenando a diario con clientela de proximidad.

El secreto es sencillo: la fórmula sigue siendo la misma de hace medio siglo. El pan, único en la ciudad, se corta fino y sin corteza, como en los sándwiches de miga argentinos; los rellenos son generosos, las combinaciones creativas, los precios muy contenidos y el servicio tan eficaz como amable.

En fin de semana cuesta hacerse con una de sus mesas o lograr un hueco en su barra. No es grave, la cola en la puerta demuestra que la rotación es rápida y que en 10 o 15 minutos como mucho se conseguirá un sitio.

Recuerdos de más de medio siglo de historia se apiñan en las paredes del local

Una vez dentro comienzan las dudas. De la docena de sándwiches originales se ha pasado a una carta con cerca de 40 propuestas divididas en cuatro secciones. La primera, como era de esperar, es la dedicada a los sándwiches, tanto fríos como calientes. Estos últimos son la enseña de la casa: elaboraciones que se montan al momento y se cubren con una generosa ración de queso antes de pasar por el grill.

A la mesa llegan cortados en seis porciones, cubiertos por un queso fundido espolvoreado con orégano y, debido a lo fino que es el pan, con una apariencia que puede recordar más a una tosta que a un sándwich convencional. En su interior, embutidos, carnes, vegetales y otros ingredientes se apilan en combinaciones ya clásicas y no siempre previsibles. Al Emporio hay que llegar con apetito y con la mente abierta.

El Tropical combina jamón tipo York, piña, queso y orégano; el Romano lleva jamón tipo York, paté, queso de cabra y salsa de arándanos. El Bolonio acoge capas de mortadela ahumada, cangrejo, cebolla, salmorejo, mahonesa y queso; el Napolitano incluye pimiento morrón, salami, queso y salmorejo y el Saladito se prepara con jamón tipo York, atún en conserva, anchoas, salsa de tomate y queso.

Uno de los míticos sandwiches de la carta del restaurante

En el apartado de sandwiches fríos son especialmente populares el Mejunjito, con cangrejo, cebolla, mahonesa y salmorejo o el de queso con anchoas y pimiento morrón. Un segundo apartado de la carta lo compone una pequeña selección de empanadas, para quien no se anima con los hidratos en su visita.

La tercera sección es para los bollos, la otra especialidad de la casa. Se trata de panes tiernos, alargados, característicos, que también acogen en su interior rellenos imaginativos. Ahí están el Granjero, con filete de pechuga de pollo, piña, lechuga y queso; el Porteñito, con salchicha, panceta, lechuga, queso y tomate natural o el Campero, a base de chorizo criollo, salsa chimichurri, tomate, lechuga y queso.

Todavía queda en la carta un hueco para los postres, elaboraciones caseras que van a lo seguro: tarta de la abuela, flan de nata, arroz con leche, tarta de queso… Y todo con precios que rara vez superan los 5€ en ninguna de las categorías, salvo en las ensaladas, que se mueven entre los 6 y los 7. El sándwich más caro de la carta, en la actualidad, es el Martino, que por 5,95€ está compuesto por embutido de pavo, salmón ahumado, aguacate, lechuga, piña y queso.

Los bollos son la otra especialidad de la casa

Así que por menos de 10€ puedes acodarte en la barra del Emporio y disfrutar de una de sus especialidades y una cerveza. Y por 15, zambullirte de lleno en su carta. Aunque lo ideal es ir acompañado, por que un sándwich puede saberte a poco, aunque no lo sea, pero dos quizás sean demasiado, salvo que llegues con una dosis extra de motivación.

Por ese dinero estarás, además, disfrutando de un pedazo de historia gastronómica de A Coruña que está a punto de cumplir 55 años y, al mismo tiempo, de uno de los locales más auténticos de entre los que perviven de aquella primera ola de modernidad y que son ya señas de identidad de aquella gastronomía de barrio que definió el espíritu de nuestras ciudades y que hoy aún late en espacios irrepetibles como este.