Diario del dinero, de Rosario Bléfari

Centrándose en las cosas más pequeñas, porque sabe que encierran el misterio de lo que de verdad importa, Rosario traza un mapa propio en el que las letras de sus canciones, sus poemas, sus viajes y reflexiones, los cafés con medialunas y los encuentros con otros artistas, son las verdaderas protagonistas. Un libro con el... Leer más La entrada Diario del dinero, de Rosario Bléfari aparece primero en Zenda.

Jun 9, 2025 - 22:05
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Diario del dinero, de Rosario Bléfari

Rosario Bléfari fue una artista multidisciplinar nacida en Mar del Plata, Argentina, en 1965. Pasó su infancia en San Carlos de Bariloche y vivió en Buenos Aires desde los 12 años. Considerada un emblema del rock independiente a partir de la década de los 90, creó y lideró el mítico grupo de rock alternativo y pop experimental Suárez, precursores de la escena alternativa en Buenos Aires, además de las bandas Sué Mon Mont y Los Mundos Posibles. Luego de la separación de Suárez en 2001, comenzó su carrera como solista, grabando siete discos de estudio. Bléfari fue también conocida por su labor como escritora y actriz, destacando su participación en la película Silvia Prieto (1999), de Martín Rejtman, Publicó libros de cuentos como Mis ejemplos (Lecturas ediciones, 2016) y Las reuniones (2018), así como los libros de poesía Poemas en prosa (Belleza y Felicidad, 2001), La música equivocada (Mansalva, 2009), Antes del río (Mansalva, 2016) o Poemas de los 20 en los 80 (Iván Rosado, 2019), además de varias obras de teatro. Presentamos una muestra de Diario del dinero, publicado originalmente en el año 2020 en Argentina por la editorial Mansalva y que, gracias a Ediciones Comisura, acaba de llegar a las librerías de nuestro país. Una obra sencilla y directa, en la que la autora, reconstruyendo de manera atemporal sus ingresos y gastos diarios en forma de narración y entrelazándolos con sucesos de su vida cotidiana, aborda un tema tabú como la gestión del tiempo y del dinero en la sociedad contemporánea, la precariedad a la que de manera sistemática se ven sometidos los creadores de la mayoría de los ámbitos. La propuesta va mucho más allá de un simple registro de cuentas, convirtiéndose en una geografía social y emocional de las personas dedicadas al mundo de la creación.

Centrándose en las cosas más pequeñas, porque sabe que encierran el misterio de lo que de verdad importa, Rosario traza un mapa propio en el que las letras de sus canciones, sus poemas, sus viajes y reflexiones, los cafés con medialunas y los encuentros con otros artistas, son las verdaderas protagonistas. Un libro con el que, por fin, podemos homenajear a este lado del charco como se merece a una creadora, cantante y compositora que no solo puso voz a una generación, sino que supo, a través de sus letras, contar como nadie los elementos más complejos que daban forma a sus vidas. Con la publicación de este libro, Ediciones Comisura pone remedio a esa injusticia geográfica y literaria que suponía que la obra de Rosario Bléfari estuviera todavía inédita en España.

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FRAGMENTOS

En la medida que los libros se mueven en una biblioteca, se mueven las ideas, se agitan. Y de esa manera también se forman las ideas nuevas, al ritmo de las circunstancias se reagrupan los títulos, y los textos se ponen a hablar entre ellos. Si las revoluciones comienzan por las ideas, no hay que tener miedo a los cambios en el pensar, a las mareas fuertes que erosionan y llevan tierra de acá para allá rediseñando la mirada sobre el mundo en el que vivimos. Pienso esto por algo que sucede en la biblioteca del primer piso.

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Con mi mamá hablamos un rato de muchas cosas, de la película, de la operación, de los doctores y de la gente. Atrás quedaron visiones de grabación, lentes y focos. Todo se volvió, por unos días, cuestión de cuerpo. Razón de cuerpo.

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«Vivir para contarlo». Mañana será lunes, habrá ensayos y reuniones y todas esas cosas que no hacen más (sí, han hecho más) que olvidar el placer de no cargar con tanto al dormir. Podría soñarlo todo, mejor sería. Ya no me corresponde la cortedad. Quiero escuchar radio, no sé cómo la gente no escucha.

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Y Nina que ya tiene catorce años.

Deudas y cuentas se me aparecen como un sueño, como si al final no importara. Toda esa preocupación eterna por el dinero que me acompañó toda mi vida parece, de pronto, perder peso y lugar. Tal vez si muero ya no importe de verdad. Se encargarán otros, del dinero que se debe, del que me deben, del que podría ganar…, algo de lo que hubiera querido no tener que preocuparme nunca…o algo en lo que me hubiera gustado ser más ¿práctica o afortunada?

Para algunos parece más fácil.

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Martes 31 de marzo, 2015

Si mal no recuerdo, fue un día sin gastos. Fue el día del paro y creo que ni siquiera salí a la calle.

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Jueves 2 de abril, 2015

En todo el día solo se gastaron $100 en cerveza, Coca, harina, tomate, levadura y muzarella, lo que lleva a deducir que comeremos pizza.

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Pensamientos de dinero, de ganar más dinero, de qué hacer y de qué no tengo ganas de hacer.

Gastos olvidados: hoy en el chino, $81,50 por aceite, leche, polenta y una lata de atún barato para Many porque se acabó su bolsa de comida. En el camino de vuelta a casa compré también una batería de 9 v. para el pedal nuevo, y me salió $25.

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Mayo, 2017

Un pájaro es un pájaro, es algo plumoso que vuela y vuela, es un sonido y un misterio. ¿De dónde vienen? ¿Por qué cantan? Los niños siempre quieren atrapar a los pájaros. Los corren como perros que espantan palomas en una plaza.

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Martes

Conversación un poco forzada, la tarde me gusta, pero no tus ganas de nada. Respirar no es sentir, más bien es inventariar lo que falta.

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Viernes 8 de agosto, 2008

Ir por una hermosa ciudad en medio de los cerros nevados, sola, sin amigos, en silencio. Subir, mirar y enviar postales. Llorar. Escribir. Ver la gente, los niños en el frío, sus pies. Las caras. Pensar si son felices o si sufren. Las mejillas de manzana de los pobladores. Los rasgos mapuches. La gente que vino soñando con este lugar mucho antes de conocerlo.

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Domingo 10 de septiembre, 2017

Soy la que está triste y a quién le importa. Triste porque la tristeza es una herida. Mi herida viene de ver todo lo que no soy yo, vuelto contra mí, en ella.

En ella el enojo, el resentimiento injustificado, que se le pega, como se pega un vicio o una costumbre cualquiera.

Otra vez me extingo en su enojo que llega hasta donde sea que vaya.

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¿Soy muy intensa, truculenta, sentimental, soy de introducciones largas, quiero abarcarlo todo, abrir cada rama y la rama a su vez de cada rama desplegada, como si estuviera armando el árbol de navidad?

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Me desperté antes, una hora antes de que sonara el despertador. Dormí muy profundo, en la cama de papá, con la cabeza en su almohada cubierta con un trapo para no mancharla con mi pelo pintado de llamarada, que destiñe.

Ya sabemos cómo dejé la almohada del hospital cuando me recosté en la cama de al lado.

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Viernes

El sueño de la muerte fue singular, casi tanto como ese que tuve de chica donde unos puercoespines te mordían y lo que venía después de la mordedura, lo que pasaba después, era la muerte. Todos lo sabíamos hasta que uno me mordió y ascendí unos metros, unos diez metros, desde ahí podía ver cómo seguía la vida sin mí.

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Madrid, ¿1997?

Por primera vez, todo. Y las calles me conducen por su paso: cerrado.

Después de las obras pluviales que ya abandonaron los obreros hasta mañana, la calle del Barco, y en un bar-barco están los centinelas de la profunda senda primera, la mía. No pertenezco, pero merezco ser parte de esto por una noche. Bebo bebida color sangre. Sol y sangre, ¿no era eso? En la bandera.

A F. los músicos gitanos se lo llevan aparte y le auguran, le leen destinos, fortunas, le festejan lo propicio. Él les cree todo,

¿cómo no hacerlo?

Yo aprendí muy bien a la distancia, por el correo de las voces que forman avenidas. Las piezas guardadas se vuelven colores, dibujos y gente, vivientes, precisos. Estoy a un lado de la historia y su forma de contarse es diferente.

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Quiero escribir una letra para un vals, una para una milonga y también una para una rumba.

Quisiera vivir en todas partes sin tantas preocupaciones, pero se necesitan muchas cosas para entrar y salir, comer y dormir. El mundo nunca fue un paraíso. Sacrificio, desconsuelo y propósitos perdidos. Solo unos pocos tienen suerte, no tienen que demostrar nada y tienen todo para desear.

¿No está permitido desear más de lo que se puede lograr?

Nunca sabré cuál es el límite.

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Jueves 1 de enero, 2004 (Santa Rosa)

Pasó otra vez el tiempo. La noche se destierra a pedazos. No tan lejos rugen motores, ladran perros, corre agua. Y muy cerca late un reloj a las dos de la mañana. Mientras mi mamá ocupa el baño, mi papá ronca con delicadeza.

Una mosca zumba cerca de mis oídos, parece a punto de enredarse en mi pelo, me irrita.

En otra habitación F. en el suelo y Nina en su cama, muy dormidos. Sobre mis hombros caen, desde la bombita de luz, unos insectos pequeños con forma de langostas ínfimas que saltan y vuelan y a veces caminan sobre los renglones y ahora sobre mi mano y la lapicera.

Picoteo lecturas de suplementos culturales que me guarda mi papá. Recién fue Lezama Lima, de quien no había visto muchas fotos. No sabía que era tan grandote y tampoco que era asmático. También estuve leyendo los fragmentos de diarios, el de Kafka y el de Mansfield, hasta ahora.

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Domingo 24 de septiembre, 2006

Brillá al sol bicicleta maldita. Solo porque me descuidé, no debería condenarte así. No voy a permitir que nadie te venda, no voy a dejar que te desprendan de mí. Sos tan perfecta, querida.

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Madres niñas, por todos lados, cuidando niños y niñas, apenas un poco más chicos que ellas. También hermanas que hacen de mamás. Niños y niñas, más y más por todas partes. Hay algo triste en eso, no sé por qué. No debería ser triste. A mi mamá siempre le gustó ver a los niños, su mundo, le enternece, le da alegría. A mi papá también. A mí me asusta, me da vértigo. No por los niños, sino por las mujeres (madres, hermanas, abuelas) atrapadas en esa función.

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La planificación con antelación es confusa para mí: se pasa de la postergación, entre octubre y noviembre: «lo dejamos para el año que viene», a un «ya es tarde, el año está empezado» entre marzo y abril. En enero no se puede hacer nada, nadie contesta ni sabe nada, recién a mediados de febrero se puede hablar, intentar arreglar cosas, pero enseguida llega marzo y ya está agendado todo para todo el año. Nunca es el momento apropiado.

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Y qué si este sea mi diario de acá en más, si este enorme cuaderno único —como decían en la primaria— que parece una novela vacía, se vaya ocupando con el recuento de los días, los datos en apariencia inútiles, las cuestiones pasajeras, todo eso que decepciona cuando se vuelve a las hojas de un diario.

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Autora: Rosario Bléfari. Título: Diario del dinero Editorial: Ediciones Comisura. Venta: Todos tus libros.

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