Interpretación de «El principito»: análisis literario y mensaje filosófico

El principito es una de esas obras que trascienden, por su contexto y su contenido, a la mayor parte de...

Jun 6, 2025 - 06:25
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Interpretación de «El principito»: análisis literario y mensaje filosófico
Interpretación de «El principito» análisis literario y mensaje filosófico

Interpretación de «El principito» análisis literario y mensaje filosófico

El principito es una de esas obras que trascienden, por su contexto y su contenido, a la mayor parte de la literatura infantil. Aunque su apariencia sea la de un sencillo cuento para niños, con ilustraciones ingenuas realizadas por el propio autor, es, en realidad, una profunda meditación sobre la condición humana, el amor, la muerte, la amistad, la inocencia y el sentido de la vida visto a través de unos personajes entrañables.

Estos personajes, enmarcados con exquisitez por el aviador, poeta, periodista y escritor Antoine de Saint Exupéry, están diseñados para lograr una simbiosis única entre las formas narrativas y el contenido filosófico, en una estructura que solicita tanto a niños como a adultos, invitando a cada uno de los lectores a encontrarse a sí mismos en las palabras y aventuras del pequeño viajero interplanetario.

Breve análisis literario de El Principito (1943), de Antoine de Saint Exupéry

Cuando lo evaluamos desde el punto de vista narrativo, nos damos cuenta de que El principito presenta varios recursos que utiliza para contar la historia. En primer lugar, se trata de un cuento de hadas que combina la fábula y la alegoría. Como la mayoría sabrá, el libro comienza cuando el aviador —un narrador en primera persona que, además, es un alter ego del autor— se queda varado en el desierto del Sahara.

En ese lugar, el narrador conoce a un pequeño niño, El principito, que es un viajero interplanetario proveniente de un diminuto asteroide llamado B-612. Es en este momento donde queda claro que el recurso del viaje interestelar le permite al escritor presentar diversos personajes alegóricos que habitan otros planetas, y que, al mismo tiempo, representan cualidades, defectos o absurdos del mundo adulto.

Uso central de los personajes

Entre los personajes adultos que vienen a representar todas estas características se encuentran el rey que no tiene nadie a quien gobernar, el vanidoso que necesita contar con quien lo admire, el alcohólico atrapado en su propio círculo vicioso, el hombre de negocios obsesionado con ser dueño de las estrellas, el farolero que ya no le encuentra sentido a su trabajo y el geógrafo que no se atreve a explorar.

Todos y cada uno de estos personajes funcionan como símbolos o arquetipos que han sido construidos para mostrar, de forma casi caricaturesca, ciertos valores distorsionados por la lógica adulta: conocimiento estéril, poder, vanidad, avaricia, evasión, obediencia ciega, entre otros. Contrario a esto tenemos la mirada del Principito, quien conserva una claridad ética e intuitiva que pone en evidencia la discordancia del mundo que lo rodea.

Simbolismo y elementos claves de El Principito

En su obra, Saint Exupéry aporta una densa cantidad de simbolismos. El baobab, por ejemplo, personifica aquellos peligros que pueden crecer si no se les presta la atención suficiente desde el principio, atrayendo sentimientos como la ira, el odio o la indiferencia. La rosa, por el contrario, es la arista emocional de la historia: aunque existen muchas rosas en el universo, la del principito es única, porque él la ha cuidado.

Es precisamente en la historia del Principito y la rosa donde se encuentra una de las frases más emblemáticas de la obra: «Lo esencial es invisible a los ojos», queriendo decir que solo se ve bien con el corazón. Por otro lado, se encuentra el zorro, otra figura crucial para el libro. A través del pequeño protagonista, este animal introduce el tema de la domesticación entendida no como sometimiento, sino como creación de lazos.

Es a partir de la relación entre el Principito y el zorro donde surge otra de las frases más citadas de la obra: «Tú eres responsable para siempre de lo que has domesticado». En este contexto, amar no es poseer, sino cuidar, atender y hacerse responsable del otro.

El simbolismo en los apartados finales de El principito

Casi al final del libro hay un pasaje sobre un pozo en el desierto del Sahara. Aquí se plantea un simbolismo interesante: en un lugar árido, el pozo aparece como una fuente de vida, esperanza y revelación. Cuando el aviador encuentra el agua, entiende, por fin, que lo esencial siempre se encuentra oculto bajo la superficie. Es entonces cuando el hecho de conseguir el pozo se convierte en hallar el sentido al mundo y la existencia.

Breve análisis del estilo narrativo de El principito

El estilo narrativo y estético de este libro es deliberadamente sencillo, casi infantil. Sin embargo, la obra se encuentra plagada de pasajes reflexivos, ironía, metáforas y alegorías que un niño no es capaz de entender. Es hasta que crecemos y maduramos que comprendemos el verdadero valor de El principito, y esa es parte de su magia, y del porqué, con el tiempo, se convirtió en un clásico.

Uno de los grandes logros estilísticos de Saint Exupéry es la construcción de un lenguaje poético que oscila entre la ingenuidad y la profundidad. La economía del lenguaje no empobrece, sino que abre espacio a la interpretación, permitiendo que lo no dicho resuene más que lo explícito. Las ilustraciones del autor, simples pero elocuentes, acompañan esta estética de lo esencial.

Mensajes filosóficos en El principito

Habiendo analizado el apartado literario de esta obra, es necesario abordar ahora una interpretación más filosófica, pues es en esta área donde su autor parece haber dejado mayor huella. Como texto filosófico, El principito podría adscribirse a una tradición existencialista y humanista. El volumen suele leerse como una reflexión sobre la búsqueda de sentido en un mundo en caos, lo que colinda con el pensamiento de autores como Albert Camus o Jean Paul Sartre.

No obstante, a diferencia de los pensamientos pesimistas de los autores antes mencionados, Saint Exupéry propone una salida a través del amor, la amistad, y la mirada sencilla del niño interior que todos llevamos dentro. Algo interesante sobre El principito, es que el escritor comienza su narración pidiendo una disculpa por dedicar su obra a un adulto, sugiriendo que esta persona fue un niño alguna vez, y que jamás perdió su capacidad de ver el mundo como un infante.

El Principito como representación del yo esencial

El protagonista representa el arquetipo del niño sabio, un símbolo junguiano del yo esencial, no contaminado por las máscaras sociales del adulto. Su sabiduría perdida reside en su capacidad de asombro, de escucha y de atención a los pequeños detalles. Esta figura del niño se convierte en una crítica directa a la adultez como espacio de alienación: los adultos se obsesionan con cifras, estatus, utilidades, pero han olvidado cómo ver, cómo jugar, cómo sentir.

La ética del cuidado

El autor también plantea en su obra la ética del cuidado. Cuando el Principito cuida de la rosa no solo lo hace porque debe mantenerla con vida, sino para encontrar sentido y valor en su propia existencia. Bajo esta premisa, lo que le da valor a algo no es su constitución absoluta, sino el vínculo que se genera entre las partes. Esta idea se opone radicalmente a la lógica utilitarista o capitalista, donde las cosas valen por lo que rinden.

La aparición de la muerte

Otra figura clave para la historia es la de la muerte. Sin embargo, aquí, morir no es visto como tragedia, sino como tránsito. Por ejemplo: la mordida de la serpiente —un personaje ambiguo y casi místico— sugiere una partida voluntaria, regreso al origen. Asimismo, la frase final del narrador «Y comuníquenme rápidamente que ha regresado. ¡No me dejen tan triste!» mantiene abierta la puerta a la esperanza.

Sobre el autor

Antoine Marie Jean Baptiste Roger, conde de Saint Exupéry, nació el 29 de junio de 1900, en Lyon, Francia. De joven, tuvo un acercamiento profundo con la muerte, ya que su padre y su hermano fallecieron, dejándolo a él como el único hombre en su familia. En 1920, tras ser rechazado de la naval, se hizo piloto en el servicio militar de Estrasburgo. En 1927 fue destinado como jefe de escala a Cabo Juby,

A partir de entonces, bajo la administración española, se hizo asiduo a escribir. Así, en 1929 se publicó por primera vez Correo del Sur. Después, a finales de 1930, obtuvo el premio Femina gracias a Vuelo nocturno. Posteriormente, varios sucesos lo condujeron a convertirse en periodista, pero siguió volando bajo otras condiciones. También continuó su afición literaria hasta su fallecimiento en 1944.

Otros libros de Antoine Saint Exupéry

  • L’Aviateur — El aviador (1926);
  • Courrier Sud — Correo del Sur (1928);
  • Vol de Nuit — Vuelo nocturno (1931);
  • Terre des hommes — Tierra de hombres (1939);
  • Pilote de guerre — Piloto de guerra (1942);
  • Lettre à un otage — Carta a un rehén (1944).

5 frases célebres de Antoine Saint Exupéry

  • «Únicamente los niños saben lo que buscan. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran…».

  • «Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones».

  • «Los hombres ocupan muy poco lugar sobre la Tierra… Las personas mayores no les creerán, seguramente, pues siempre se imaginan que ocupan mucho sitio».

  • «Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía».

  • «Si busco en mis recuerdos los que me han dejado un sabor duradero, si hago balance de las horas que han valido la pena, siempre me encuentro con aquellas que no me procuraron ninguna fortuna».