La medicina mágica de los bezoares

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May 29, 2025 - 23:35
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La medicina mágica de los bezoares

Bezoares en una vitrina del Museo Alemán de Farmacia en el Castillo de Heidelberg (Fuente).

«Un bezoar es una piedra extraída del estómago de una cabra y te salvará de la mayoría de los venenos», advirtió Severus Snape en su primera clase de Pociones. Como todo estudiante de primer año de Hogwarts sabe, un bezoar es una piedra tomada del estómago de una cabra, que actúa como antídoto contra la mayoría de los venenos, siendo el de basilisco una notable excepción. Ahora bien, ¿qué ocurre en el mundo muggle?

Snape tenía razón en parte. Un bezoar es una masa de material endurecido y sin digerir que se encuentra en el tracto gastrointestinal de ciervos, antílopes, cabras, bueyes y llamas. Se forma cuando capas de fosfato de calcio y magnesio se acumulan alrededor de un pequeño trozo de fibra vegetal o una piedra. Las contracciones estomacales lo comprimen y lo alisan, dándole una forma redondeada.

«Bezoar» proviene de pad-zahr, una palabra persa que significa antídoto. Estos objetos con forma de roca se encontraban en animales sacrificados y se creía que constituían una cura universal para el veneno, así como para la lepra, el sarampión, el cólera y la depresión. Pero incluso más allá de estas enfermedades, un bezoar podía usarse como amuleto, molerse hasta convertirlo en polvo y consumirse, o añadirse a una bebida sospechosa de contener veneno.

Los médicos árabes llevaban utilizando bezoares desde el siglo VIII y los introdujeron en la medicina occidental en el siglo XII como antídoto contra el arsénico, un veneno muy común para asesinar a los nobles europeos. Hacia el siglo XVI, el uso de bezoares se había extendido entre los muy ricos y su valor llegó a ser diez veces superior al del oro. La reina Isabel I, por ejemplo, tenía un bezoar engastado en un anillo de plata.

Quienes no conseguían un bezoar auténtico podían optar por una imitación. Los sacerdotes jesuitas de Goa, en la India, moldeaban conchas, limo, ámbar, resina y, a veces, trozos de bezoares auténticos y piedras preciosas trituradas para formar bolas endurecidas llamadas piedras de Goa. Se creía que estas también contrarrestaban el veneno y curaban la peste, y eran carísimas.

En 1575, el cirujano francés Ambroise Paré realizó un experimento para desacreditar los poderes curativos de los bezoares. Un cocinero en su casa fue descubierto robando plata y condenado a la horca. Paré llegó a un acuerdo: si el cocinero aceptaba ser envenenado, sería tratado con un bezoar inmediatamente. Si sobrevivía, quedaría en libertad. Desafortunadamente, murió horas después entre terribles dolores, y Paré demostró la escasa utilidad de los bezoares contra los venenos. El experimento de Paré fue el primer paso hacia una práctica médica basada más en la evidencia y en el cuestionamiento de las antiguas supersticiones médicas.

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