La leyenda y el legado de Joseph Beuys

Andy Warhol and Joseph Beuys en Naples en 1980 (Fuente).

Cualquiera que lo viera una sola vez no olvidaría fácilmente su apariencia: el aspecto de Joseph Beuys —chaleco de pescador, camisa blanca, vaqueros y el obligado sombrero de fieltro— está grabada a fuego en la memoria colectiva del mundo del arte. Sus piezas icónicas, sus acciones artísticas y las leyendas —que a menudo fomentó— en torno a su persona lo están aún más.

Nacido en Krefeld, Renania, en 1921, el artista generó furor a mediados del siglo pasado principalmente por transgredir los límites tradicionales del arte. Beuys fue dibujante y escultor, artista conceptual y pensador político, filósofo del arte y espiritualista. «Toda persona es un artista», dijo una vez, «ya sea un basurero, una enfermera, un médico, un ingeniero o un granjero». Beuys, que estudió en la Academia de Arte de Düsseldorf, donde más tarde trabajaría como profesor, estaba convencido de que dondequiera que una persona «desarrolla sus habilidades», es un artista, y agregó provocativamente: «No digo que sea más probable que esto resulte en arte en la pintura que en la ingeniería mecánica».

Esta actitud forma parte de un concepto que Beuys denominó «concepto expandido del arte». Esta idea se basa en que el pensamiento, el arte y el discurso social y político deben entenderse como una entidad unificada donde el arte y la vida se entrelazan y se nutren mutuamente, algo nuevo en el mundo artístico de los 60 y los 70. Beuys quería ver el museo no como un tesoro sino como un lugar vivo de debate social continuo. Esto también quedó patente en Kassel en 1972: cuando Beuys participó en la serie de exposiciones de arte contemporáneo Documenta 5, no llevó obras al uso. En su lugar trasladó su oficina al espacio expositivo que se le había asignado. Allí esperaba sentado a que los visitantes debatieran sobre cómo diseñar una democracia.

Algunos de los 7.000 robles plantados entre 1982 y 1987 (Fuente).

En otra de sus obras, titulada Fettecke, que estuvo madurando durante casi veinte años, rellenaba con mantequilla la esquina y los zócalos de una habitación. Realizó varias versiones ya desde la década de 1960, pero la más conocida fue creada en 1982 en su estudio de Düsseldorf. En 1986, tras su muerte, un conserje la confundió con un desperdicio y la tiró a la basura, argumentando que había empezado a oler rancio. Y, sin embargo, sería un error reducir a Joseph Beuys a su trabajo como artista de performances. También arraigado en la memoria colectiva está el Filzanzug (Traje de Fieltro), una de sus esculturas más famosas, creada en 1970. Beuys empleaba fieltro con frecuencia, puesto que representaba un aislante en el que se podía almacenar la energía térmica —y para él suponía un motor de creatividad—.

Entonces, ¿cuál es el legado de Beuys en la actualidad? Sin duda, una comprensión diferente del arte y de cómo puede cambiar el mundo. Un ejemplo son los 7.000 robles que el artista hizo plantar al norte de Hesse, plantando el primer árbol él mismo en 1982 y el último por su hijo en 1987. Parece poco probable que estos árboles, y como tal una de las últimas obras de arte de Beuys, corran un destino similar al de los Fettecke y sean talados bruscamente. Fueron declarados monumentos históricos en 2005.

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