Colaboración: El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas
Idioma original: EspañolAño de publicación: 2025Valoración: Está bien (por lo tanto, decepcionante)No he leído las demás obras de Javier Cercas. Me acerqué a este libro no tanto por el autor, al que tenía ganas de leer hace rato, sino por el tema en sí: la travesía de un escritor al que el Vaticano abre las puertas para realizar una crónica de un viaje papal, concretamente del viaje a Mongolia del Papa Francisco en 2023.Podría decirse que estoy más cerca de Javier Cercas en cuanto a su postura anticlerical y firme en su ateísmo, hasta podría decirse que me resulta difícil no salir del encasillamiento racional a la hora de analizar los diversos cuestionamientos y respuestas que pone en boca de curas y otros cargos pertenecientes a la jerarquía del Vaticano. Y con todo, me es difícil no pensar en que este libro hubiese sido una novela más profunda e interesante en manos de otro escritor, ya fuera de convicciones ateas o religiosas.Me explico: el libro se divide en tres partes, En busca de Bergoglio, Los soldados de Bergoglio y El secreto de Bergoglio. A riesgo de revelar las situaciones claves, pasaré directamente a detallar lo que creo que son las deficiencias de las obras.Para empezar, hay una excesiva reiteración de su condición de ateo militante. Por supuesto que Cercas intenta establecer el tono de la obra, el punto de vista con el que va a encarar la insólita propuesta, su reticencia inicial y su aceptación posterior en base a la promesa a su madre enferma de Alzheimer (que por otro lado, para el lector esta cuestión pasa a un segundo plano rápidamente, a pesar de que en la primera parte cierra casi cada capítulo con una frase al estilo: “para preguntarle al loco de Dios sobre la resurrección de la carne y la vida eterna y contárselo a mi madre”), pero la insistencia con que lo hace, su desconfianza a que el lector no intuya o comprenda la trascendencia del viaje, termina por aburrir al darlo todo masticado. Ni siquiera el primer encuentro con Francisco revela un manejo literario de la situación, apenas un informe frío.A Cercas le ha quedado una mezcla extraña entre querer poner el foco de atención en la figura del Papa y su recorrido histórico y personal y la intromisión de su narrador como alguien atormentado por el divorcio de su herencia católica, por no hablar de los excesivos diálogos que coronan cada capítulo con diversos personajes que se van olvidando uno tras otro y que simplemente sirven para repetir lo mismo, con leves variaciones, acerca del papel de Francisco en la Iglesia y de sus virtudes y defectos.El libro mejora con el viaje a Mongolia, dándole frescura hasta cierto punto, porque luego vuelve a incurrir en los mismos errores (esquematización de diálogos e incluso acartonamiento de personajes que, por sus caracteres, deberían ser potentísimos: la incredulidad y admiración que todos sentiríamos por los misioneros se ve opacada justamente por la incredulidad y admiración del narrador, que se siente artificial y reiterativa). La única parte que justifica el libro es cuando el narrador se encuentra con el Papa para consultar sobre lo que le aqueja, porque ahí es cuando se expone de verdad a una descripción certera de un personaje histórico y no una semblanza superficial. La pregunta en sí carece de importancia; de hecho, uno puede intuir lo que ha contestado el Papa, y la necesidad de esconderlo hasta el final de la historia revela una falta de tensión alarmante en un texto de estas características.No puedo decir que no sea un libro que se lea rápido, que infunda conocimiento al lector de los mecanismos internos de cónclaves y sínodos y otras parafernalias, pero todo termina por ser tan insulso, todas las reflexiones del narrador parecen ser básicas (incluso la revelación de haber discernido a la persona que es Jorge Bergoglio y a su puesto como Papa Francisco es corta de alcance y profundidad), casi como un deber a ser formuladas porque son obvias, que la sensación al cerrar el libro es la que mencioné al principio: que ojalá otro escritor hubiese tenido el encargo (y el encumbramiento de la novela no sé si habla peor de Cercas o del Vaticano) de realizar una crónica y poder hablar con el Papa, que, guste o no su figura y la institución a la que representó, ha sido un personaje clave en estos últimos años.Firmado: FélixMás de Javier Cercas reseñado en ULAD: aquí

Año de publicación: 2025
Valoración: Está bien (por lo tanto, decepcionante)
No he leído las demás obras de Javier Cercas. Me acerqué a este libro no tanto por el autor, al que tenía ganas de leer hace rato, sino por el tema en sí: la travesía de un escritor al que el Vaticano abre las puertas para realizar una crónica de un viaje papal, concretamente del viaje a Mongolia del Papa Francisco en 2023.
Podría decirse que estoy más cerca de Javier Cercas en cuanto a su postura anticlerical y firme en su ateísmo, hasta podría decirse que me resulta difícil no salir del encasillamiento racional a la hora de analizar los diversos cuestionamientos y respuestas que pone en boca de curas y otros cargos pertenecientes a la jerarquía del Vaticano. Y con todo, me es difícil no pensar en que este libro hubiese sido una novela más profunda e interesante en manos de otro escritor, ya fuera de convicciones ateas o religiosas.
Me explico: el libro se divide en tres partes, En busca de Bergoglio, Los soldados de Bergoglio y El secreto de Bergoglio. A riesgo de revelar las situaciones claves, pasaré directamente a detallar lo que creo que son las deficiencias de las obras.
Para empezar, hay una excesiva reiteración de su condición de ateo militante. Por supuesto que Cercas intenta establecer el tono de la obra, el punto de vista con el que va a encarar la insólita propuesta, su reticencia inicial y su aceptación posterior en base a la promesa a su madre enferma de Alzheimer (que por otro lado, para el lector esta cuestión pasa a un segundo plano rápidamente, a pesar de que en la primera parte cierra casi cada capítulo con una frase al estilo: “para preguntarle al loco de Dios sobre la resurrección de la carne y la vida eterna y contárselo a mi madre”), pero la insistencia con que lo hace, su desconfianza a que el lector no intuya o comprenda la trascendencia del viaje, termina por aburrir al darlo todo masticado. Ni siquiera el primer encuentro con Francisco revela un manejo literario de la situación, apenas un informe frío.
A Cercas le ha quedado una mezcla extraña entre querer poner el foco de atención en la figura del Papa y su recorrido histórico y personal y la intromisión de su narrador como alguien atormentado por el divorcio de su herencia católica, por no hablar de los excesivos diálogos que coronan cada capítulo con diversos personajes que se van olvidando uno tras otro y que simplemente sirven para repetir lo mismo, con leves variaciones, acerca del papel de Francisco en la Iglesia y de sus virtudes y defectos.
El libro mejora con el viaje a Mongolia, dándole frescura hasta cierto punto, porque luego vuelve a incurrir en los mismos errores (esquematización de diálogos e incluso acartonamiento de personajes que, por sus caracteres, deberían ser potentísimos: la incredulidad y admiración que todos sentiríamos por los misioneros se ve opacada justamente por la incredulidad y admiración del narrador, que se siente artificial y reiterativa). La única parte que justifica el libro es cuando el narrador se encuentra con el Papa para consultar sobre lo que le aqueja, porque ahí es cuando se expone de verdad a una descripción certera de un personaje histórico y no una semblanza superficial. La pregunta en sí carece de importancia; de hecho, uno puede intuir lo que ha contestado el Papa, y la necesidad de esconderlo hasta el final de la historia revela una falta de tensión alarmante en un texto de estas características.
No puedo decir que no sea un libro que se lea rápido, que infunda conocimiento al lector de los mecanismos internos de cónclaves y sínodos y otras parafernalias, pero todo termina por ser tan insulso, todas las reflexiones del narrador parecen ser básicas (incluso la revelación de haber discernido a la persona que es Jorge Bergoglio y a su puesto como Papa Francisco es corta de alcance y profundidad), casi como un deber a ser formuladas porque son obvias, que la sensación al cerrar el libro es la que mencioné al principio: que ojalá otro escritor hubiese tenido el encargo (y el encumbramiento de la novela no sé si habla peor de Cercas o del Vaticano) de realizar una crónica y poder hablar con el Papa, que, guste o no su figura y la institución a la que representó, ha sido un personaje clave en estos últimos años.
Firmado: Félix
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