Andrea Camilleri: La masacre olvidada
Idioma original: italianoTítulo original: La strage dimendicataAño de publicación: 1984Traducción: Juan Carlos Gentile VitaleValoración: bastante recomendableEnsayo histórico con el que el recordado Andrea Camilleri se puso en "modo Sciascia", por así decirlo, en uno de los primeros libros que publicó (unos cuantos años antes de que obtuviera su gran éxito internacional con las novelas policiacas, por lo que podemos colegir por dónde podría haber ido su carrera literaria, si hubieran sido otras las circunstancias). Este breve libro estaría, pues, en la línea de El teatro de la memoria y, sobre todo, Los apuñaladores, pues, al igual que éste, trata sobre un hecho luctuoso y más o menos ya olvidado, incluso por los historiadores, ocurrido en el siglo XIX. Sólo que en vez de un ataque en Palermo, nos encontramos ante una masacre producida a comienzos de 1848 en el pueblo natal (hoy ciudad) de Camilleri, Porto Empedocle, que por aquel entonces era un puerto que pertenecía a Agrigento y que se llamaba Borgata Molo (por cierto que muy divertida, por llena de ironía y aun de retranca, resulta la crónica que hace el autor de los diferentes nombres que va teniendo a lo largo de los siglos su localidad. Más divertida aún si pensamos que cuando escribió este libro, aún no sabía que a Porto Empedocle se le daría oficialmente durante unos años también el nombre de Vigàta, como en sus novelas). Entre el 25 y el 26 de enero de aquel 1848 se produjo en la localidad una revuelta, encuadrada dentro de la Revolución siciliana antiborbónica (y que podemos relacionar, a su vez, con la oleada revolucionaria que recorrió ese año toda Europa), durante la cual, el mayor Emanuel Sarzana, al mando de la prisión situada en la Torre de Carlos V que se encuentra en la entonces Borgata Molo, provocó la muerte de 114 presos a los que había encerrado en un foso, al cortarles el suministro de aire. Decisión tomada, por contextualizarla un poco, durante el asedio que muchos habitantes del lugar y familiares de los presos habían puesto a la Torre, pero que no deja de ser una salvajada de aciago resultado. Camilleri nos ofrece un recorrido no sólo por los sucesos de aquel momento, sino los antecedentes -con especial interés sobre cómo era la vida de los presos y como la burguesía local se aprovechaba del trabajo cautivo... menos mal que esas cosas ya no pasan, ¿verdad?- y, sobre todo, de lo que ocurrió después, cuando las consecuencias se difuminan en una neblina de imprecisiones, rumores y silencios que él trata de concretar con una finura, ya digo (perdón por repetirme), de lo más "sciasciana". Al final, queda un pequeño ensayo que se lee en una tarde, de lo más interesante y que ilustra perfectamente la famosa máxima de Lampedusa (o del príncipe de Salina, mejor dicho) de que "todo cambie para que todo siga igual"... Nota: se me escapa la razón por la que se decidió poner en la cubierta de un libro sobre una matanza de presos en la Sicilia de mediados del XIX el retrato de una joven belga del siglo XVII (aunque es cierto que Ediciones Destino a veces ha utilizado otras obras pictóricas del pasado para envolver libros de Camilleri); en todo caso, eso me ha servido para conocer a Michael Sweerts, pintor flamenco que hacía unos retratos de excelente factura, como se ve. Muchos más libros del gran Andrea Camilleri (pero muchos menos de los que escribió) reseñados aquí.
Título original: La strage dimendicata
Año de publicación: 1984
Traducción: Juan Carlos Gentile Vitale
Valoración: bastante recomendable
Ensayo histórico con el que el recordado Andrea Camilleri se puso en "modo Sciascia", por así decirlo, en uno de los primeros libros que publicó (unos cuantos años antes de que obtuviera su gran éxito internacional con las novelas policiacas, por lo que podemos colegir por dónde podría haber ido su carrera literaria, si hubieran sido otras las circunstancias). Este breve libro estaría, pues, en la línea de El teatro de la memoria y, sobre todo, Los apuñaladores, pues, al igual que éste, trata sobre un hecho luctuoso y más o menos ya olvidado, incluso por los historiadores, ocurrido en el siglo XIX. Sólo que en vez de un ataque en Palermo, nos encontramos ante una masacre producida a comienzos de 1848 en el pueblo natal (hoy ciudad) de Camilleri, Porto Empedocle, que por aquel entonces era un puerto que pertenecía a Agrigento y que se llamaba Borgata Molo (por cierto que muy divertida, por llena de ironía y aun de retranca, resulta la crónica que hace el autor de los diferentes nombres que va teniendo a lo largo de los siglos su localidad. Más divertida aún si pensamos que cuando escribió este libro, aún no sabía que a Porto Empedocle se le daría oficialmente durante unos años también el nombre de Vigàta, como en sus novelas).
Entre el 25 y el 26 de enero de aquel 1848 se produjo en la localidad una revuelta, encuadrada dentro de la Revolución siciliana antiborbónica (y que podemos relacionar, a su vez, con la oleada revolucionaria que recorrió ese año toda Europa), durante la cual, el mayor Emanuel Sarzana, al mando de la prisión situada en la Torre de Carlos V que se encuentra en la entonces Borgata Molo, provocó la muerte de 114 presos a los que había encerrado en un foso, al cortarles el suministro de aire. Decisión tomada, por contextualizarla un poco, durante el asedio que muchos habitantes del lugar y familiares de los presos habían puesto a la Torre, pero que no deja de ser una salvajada de aciago resultado.
Camilleri nos ofrece un recorrido no sólo por los sucesos de aquel momento, sino los antecedentes -con especial interés sobre cómo era la vida de los presos y como la burguesía local se aprovechaba del trabajo cautivo... menos mal que esas cosas ya no pasan, ¿verdad?- y, sobre todo, de lo que ocurrió después, cuando las consecuencias se difuminan en una neblina de imprecisiones, rumores y silencios que él trata de concretar con una finura, ya digo (perdón por repetirme), de lo más "sciasciana". Al final, queda un pequeño ensayo que se lee en una tarde, de lo más interesante y que ilustra perfectamente la famosa máxima de Lampedusa (o del príncipe de Salina, mejor dicho) de que "todo cambie para que todo siga igual"...
Nota: se me escapa la razón por la que se decidió poner en la cubierta de un libro sobre una matanza de presos en la Sicilia de mediados del XIX el retrato de una joven belga del siglo XVII (aunque es cierto que Ediciones Destino a veces ha utilizado otras obras pictóricas del pasado para envolver libros de Camilleri); en todo caso, eso me ha servido para conocer a Michael Sweerts, pintor flamenco que hacía unos retratos de excelente factura, como se ve.
Muchos más libros del gran Andrea Camilleri (pero muchos menos de los que escribió) reseñados aquí.