Abercrombie regresa con Los diablos, una odisea monstruosa en una Europa medieval deformada
En el artículo que le dedicamos en Zenda ya apuntábamos algunas claves: Abercrombie cultiva una fantasía con los pies manchados de barro. Sus mundos no brillan: duelen, sangran y a veces incluso huelen. Fue uno de los grandes renovadores del grimdark —ese subgénero que sustituye la épica heroica por el cinismo, la crudeza y la... Leer más La entrada Abercrombie regresa con Los diablos, una odisea monstruosa en una Europa medieval deformada aparece primero en Zenda.

En la última gran encuesta de Reddit sobre literatura fantástica, los resultados fueron tan esperados como reveladores: en primer lugar, cómo no, Tolkien. Pero el segundo puesto, por encima incluso del ubicuo Brandon Sanderson, lo ocupó Joe Abercrombie. No es un fenómeno nuevo. El autor británico lleva años labrándose una reputación sólida con su saga La Primera Ley y las novelas ambientadas en ese universo. Su marca de la casa —personajes carismáticos y rotos, violencia realista, humor negro y una visión desencantada del heroísmo— lo ha convertido en uno de los referentes del grimdark. Abercrombie escribe como si la épica tuviera que mancharse las manos, y sus protagonistas suelen ser el reflejo más turbio —y, quizá por ello, más sincero— de nuestras propias contradicciones.
En Los diablos, el autor da un paso más allá. Abandona el mundo de La Primera Ley y construye una nueva trilogía ambientada en una Europa alternativa, demente y deliciosamente deforme. Una Edad Media paralela en la que Roma nunca existió, Cartago fue la gran civilización dominante y la religión gira en torno a una salvadora ejecutada en una rueda. Un continente en guerra, donde se libran cruzadas contra los elfos, y donde hombres lobo, vampiros, nigromantes, brujas, demonios y ángeles conviven con cardenales, nobles y fanáticos. Una civilización al borde del colapso, que parece sacada de un cuadro de El Bosco o de Pieter Brueghel: sucia, alucinada, saturada de símbolos y carne podrida.
En ese escenario, la Capilla de la Santa Conveniencia —una división secreta de operaciones encubiertas de la Iglesia— recibe una misión que parece extraída de la profecía de un borracho: escoltar a una ladrona callejera, Alex —o Alexia Pyrogennetos— hasta Troya para reclamar su derecho al trono del Imperio de Oriente. La Iglesia, desesperada por unificar a los fieles ante el regreso inminente de los elfos, recurre a su escoria más útil: un grupo de monstruos que se autodenominan los diablos.
La narración se articula a través del Hermano Díaz, un monje leonés de un remoto monasterio, cuya plácida vida cambia cuando es designado para liderar esta tropa infernal hacia el corazón del caos. Escoltando a Alex, una ladrona con sangre imperial, lo acompañan Jakob the Thorn, un caballero inmortal que carga con siglos de culpas; Solete, una odiada elfa con la habilidad de hacerse invisible; Baltasar, un nigromante tan narcisista como brillante; el barón Rikard, un vampiro refinado y tremendamente cautivador; Vigga, una mujer lobo nórdica con más músculo que filtro; y Baptiste, experta en todo y en nada, con conocidos —y enemigos— en cada rincón del continente.
La obra se estructura como una odisea. En cada parte, el grupo enfrenta nuevos desafíos, enemigos y dilemas éticos. La ambientación es deslumbrante: una Europa decadente que huele a incienso rancio y sangre seca, a superstición y excremento. Una Venecia corrompida, una Troya renacida como capital imperial, una Ciudad Santa repleta de devotos, prostitutas y comerciantes de reliquias. Todo rezuma una mezcla de sátira, tragedia y comedia negra. Y en medio de ese decorado grotesco, los personajes se revelan como lo mejor del libro.
Los diablos toma el modelo del escuadrón suicida, pero lo lleva mucho más lejos. No es solo una historia de antihéroes en una misión imposible, sino una narración coral donde cada figura aporta su propia voz. Cada uno de los integrantes del grupo tiene una personalidad nítida, un pasado doloroso y una motivación que no siempre se confiesa. Abercrombie alterna sus perspectivas con maestría, logra que empaticemos incluso con los más cínicos, y no teme llevarlos al límite.
Porque sí, la novela está repleta de combates, sangre, hechicería y criaturas sobrenaturales, pero también deja espacio para la reflexión, el humor inteligente y la emoción sincera. Lo que podría parecer un desfile de aberraciones se convierte, en manos de Abercrombie, en un canto a la humanidad más básica: el deseo de pertenecer, de redimirse, de encontrar un lugar. Como ya hiciera en La mejor venganza, el autor demuestra que los peores monstruos no siempre están en el bando equivocado. Que, en un mundo roto, la bondad puede surgir de los lugares más insospechados.
La edición española, como la mayoría de las obras del autor, corre a cargo del sello Runas, de Alianza Editorial, con traducción de Manu Viciano, uno de los traductores más reconocidos del género fantástico (responsable también de versiones de Brandon Sanderson o Jay Kristoff). Hay que destacar el esfuerzo de la editorial, ya que el libro llegó a librerías españolas el 22 de mayo, apenas unos pocos días después de su publicación original en inglés, y aunque es el inicio de una trilogía, se puede leer de forma independiente: hay un cierre satisfactorio de los arcos principales, y con el ritmo de escritura habitual de Abercrombie las siguientes entregas no se harán esperar.
Con Los diablos, Abercrombie mantiene su estilo: prosa ágil, diálogos afilados, ironía constante y una capacidad envidiable para crear escenas memorables. Quizá el tono sea menos crudo que en sus novelas anteriores, pero también más dinámico, incluso más accesible. La oscuridad sigue ahí, pero matizada por un humor más evidente y por una estructura más cercana a la aventura clásica. El resultado es una historia brutalmente divertida y de ritmo endiablado —perdón por el juego de palabras—, que se lee con la misma rapidez con la que se devora una buena serie. Y es fácil imaginar Los diablos convertida en una serie televisiva delirante, barroca y violenta, con una banda sonora que mezcle liturgia con heavy metal.
Todo ello convierte esta última entrega en un libro que hará las delicias de los lectores habituales de Abercrombie, pero también puede ser una puerta de entrada ideal para quienes nunca lo han leído. Al situarse en un entorno familiar —una Europa medieval deformada pero reconocible— es más accesible para quienes no están habituados a los mundos completamente ficticios. Además, Los diablos no solo es una gran novela de fantasía: es una obra adictiva, que demuestra que, a veces, lo mejor que puedes hacer es aliarte con los monstruos. Sobre todo si son los únicos dispuestos a salvarte.
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Autor: Joe Abercrombie. Título: Los diablos. Editorial: Alianza. Venta: Todostuslibros.
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