‘La lotería’ de Shirley Jackson y el chivo expiatorio
La figura del chivo expiatorio, registrada por vez primera en la Biblia, ha formado parte de numerosas tradiciones. En 1948, la escritora Shirley Jackson expuso cómo el sacrificio del chivo expiatorio sigue vigente en la sociedad moderna. La entrada ‘La lotería’ de Shirley Jackson y el chivo expiatorio se publicó primero en Ethic.

En las páginas de la Biblia se narra el Yom Kippur (Día de la Expiación), cuando se realizaba una ceremonia para purificar las culpas de los israelitas mediante el sacrificio ritual, por parte del Sumo Sacerdote, de un joven macho cabrío a mayor gloria de Yavé. Otro ejemplar de este animal era enviado, cargando con todas las culpas del pueblo, al desierto. Este segundo chivo era nombrado, en la propia Biblia, como Azazel, que pasó a convertirse en chivo expiatorio debido a un error de traducción. El término se popularizó para nombrar a aquellas personas sobre las que se hacen recaer culpas ajenas, eximiendo así a los verdaderos culpables.
La figura del chivo expiatorio, desde entonces, ha recorrido ampliamente la cultura occidental y ha protagonizado innumerables páginas de su literatura. Cuando en junio de 1948 el mítico The New Yorker publicó La lotería, de Shirley Jackson, sus responsables no imaginaban las dimensiones del impacto que tendría entre sus lectores. En los días siguientes a dicha publicación, el rotativo recibió una tromba de cartas indignadas.
Jackson (1916-1965) se sintió rara y apartada de la sociedad desde su infancia. Ese sentimiento provocó que llenase su soledad con libros y que encontrase la vocación que la convertiría en una de las escritoras del género de terror más populares y, también, más valiosas. Una popularidad que alcanzó, de manera casi inmediata, cuando The New Yorker publicó su relato.
Ese apartamiento social que se autoimpuso Jackson durante su infancia y adolescencia en el pequeño pueblo estadounidense de North Bennington (Vermont) es probable que tuviese que ver con la agresividad de sus habitantes. Ella misma confesaría, años después, que la tensión era palpable en aquella comunidad. También, su matrimonio, ya establecida en Nueva York, con Stanley Edgar Hyman, crítico literario de origen judío, tuvo peso en la escritura de La lotería. Jackson contó que la pareja había sufrido episodios violentos con unos vecinos decididamente antisemitas.
Pero la eclosión de la historia se produjo tras asistir a un curso universitario sobre folclore impartido por H.W. Herrington. En él se explicaba cómo el sacrificio del chivo expiatorio ha viajado por numerosas culturas, tanto pasadas como presentes, hasta llegar a ser tradición e insertarse en el propio folclore de los pueblos.
Jackson denunció cómo una comunidad, incapaz de asumir sus propias responsabilidades, carga a una sola persona con toda la culpa
Así, llevó la cuestión sacrificial a lo literario ubicándola en un pequeño pueblo de trescientos habitantes. Para eliminar cualquier rastro de ambigüedad temporal, además, situó la acción del relato el 27 de junio de 1948. Exactamente el mismo día que se publicó en The New Yorker. En sus páginas, Jackson narra con pericia y fluidez cómo esos habitantes se van reuniendo en la plaza del pueblo para asistir al sorteo anual de lotería. Un sorteo excesivamente peculiar del que participan todos y cuyo sentido no es revelado hasta que la lectura alcanza los últimos párrafos.
Gracias a la manera en que Jackson expone cómo el grupo prevalece frente al individuo, imponiéndose como única realidad y ninguneando las diversas realidades personales, nos regala en La lotería una de las más afiladas y certeras explicaciones del sacrificio del chivo expiatorio. Porque el grupo se reafirma como ente obsesionado con la propia supervivencia depositando la culpa compartida en el otro.
Jackson se asomó al espejo deformante del mito bíblico para denunciar con crudeza cómo bajo la supuesta civilidad del hombre moderno, amparada en unas relaciones sociales que son mera impostura, sigue latiendo una falta de humanidad supersticiosa y atávica que, incapaz de asumir las propias responsabilidades, carga a otros con la culpa. Ella misma explicó que «confiaba en que, al situar un rito ancestral particularmente brutal en el presente y en mi propio pueblo conmocionaría a los lectores con una gráfica dramatización de la violencia sin sentido».
La entrada ‘La lotería’ de Shirley Jackson y el chivo expiatorio se publicó primero en Ethic.