La PAU, la selectividad de toda la vida
El examen que cada año evalúa a miles de estudiantes que aspiran a estudiar una carrera universitaria ha cambiado de formato y de denominaciónA pie de aula en el primer día de la nueva selectividad: “Hacía falta el cambio, los estudiantes llegaban peor preparados” El examen que cada año evalúa a miles de estudiantes de toda España que aspiran a estudiar una carrera universitaria ha cambiado de formato, pues incorpora algunas novedades, y también ha cambiado de denominación. Ahora se llama PAU, siglas de Prueba de Acceso a la Universidad, que ya se usó en el pasado. Es más simple y sencillo que el anterior, EBAU, siglas de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad. A decir verdad, se le llamaba EBAU en Asturias, Islas Canarias, Cantabria, Castilla y León, Extremadura, Islas Baleares, La Rioja y Murcia; EvAU, acrónimo de Evaluación de Acceso a la Universidad, en Aragón, Castilla-La Mancha, Navarra y Madrid; PEvAU, acrónimo de Prueba de Evaluación de Bachillerato para el Acceso y la Admisión a la Universidad, en Andalucía; ABAU, siglas de Avaliación de Bacharelato para o Acceso á Universidade, en Galicia; EAU, siglas de Evaluación para el Acceso a la Universidad, en el País Vasco... Galgos, podencos; galgos, podencos… El asunto onomástico no parece que afecte mucho a los examinandos, unos 300.000 este año. El del formato del examen, sí. Dicen los expertos que las nuevas pruebas son más exigentes que las de los años anteriores. “Empiezan los exámenes de la Selectividad más difícil de los últimos años”, leo en un titular de prensa. Observad que no lo denominan ni como PAU ni como EBAU, sino con el nombre de toda la vida: selectividad. Selectividad es el término con el que nos entendemos todos. Está incluso en el Diccionario de las academias. “Conjunto de pruebas que se hacen en España para poder acceder a la universidad”, dice la tercera acepción de esta entrada. La palabra, y lo que suponía, causó pavor en mi generación. La selectividad se implantó en España en 1974, con la llamada Ley Esteruelas. Se le llamó así a la norma por el ministro Cruz Martínez Esteruelas, que fue el que la promulgó. Fue el último ministro de Educación de los gobiernos de Franco. El sucesor de Julio Rodríguez, el del disparatado calendario juliano. Pero esa es otra historia. A mí me pilló la tramitación de la Ley Esteruelas en Burgos, donde cursaba COU, siglas de Curso de Orientación Universitaria. Participé en algunas movilizaciones contra la nueva norma, lo poco que se podía en aquel tiempo y en aquel lugar, y sufrí algún pequeño sobresalto policial. Nos parecía muy injusto que si, como su nombre indicaba, el curso nos preparaba para la universidad, tuviéramos que superar después otro muro. “La Ley Esteruelas, ¡qué cruz!”, decíamos los descontentos, jugando ingenuamente con el nombre de pila del ministro. La ley se aplicó del todo en 1975, pero a algunos nos tocó sufrirla antes, en el verano de 1974. Con la nueva norma recién publicada en el BOE (siglas de Boletín Oficial del Estado, el diario oficial, fundado en 1661 pero con otro nombre; lo de BOE es de los primeros años del franquismo), algunos centros se inventaron una prueba de acceso para cortar el enorme flujo de aspirantes a sus aulas. Entre ellos, la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, en la que yo pasé ese verano de 1974 un examen muy peculiar. Examen oral; un tribunal de tres miembros subidos en una tarima; preguntas acerca de Haile Selassie, último monarca en el trono imperial de Etiopía, os lo aseguro; y, os lo aseguro también, dos policías uniformados, dos grises, uno a cada lado de la tarima del tribunal. Este año parece que en la PAU, en la selectividad, preguntan, entre otros temas, por la Generación del 27, quizás porque estamos en vísperas del centenario del grupo poético más valioso de la poesía en español desde los Siglos de Oro. Plas, plas, plas. Muy bien. Que Lorca, Cernuda, Alberti, Guillén, Salinas, Diego, Alonso, Aleixandre… te iluminen, alumno de la PAU.

El examen que cada año evalúa a miles de estudiantes que aspiran a estudiar una carrera universitaria ha cambiado de formato y de denominación
A pie de aula en el primer día de la nueva selectividad: “Hacía falta el cambio, los estudiantes llegaban peor preparados”
El examen que cada año evalúa a miles de estudiantes de toda España que aspiran a estudiar una carrera universitaria ha cambiado de formato, pues incorpora algunas novedades, y también ha cambiado de denominación. Ahora se llama PAU, siglas de Prueba de Acceso a la Universidad, que ya se usó en el pasado. Es más simple y sencillo que el anterior, EBAU, siglas de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad.
A decir verdad, se le llamaba EBAU en Asturias, Islas Canarias, Cantabria, Castilla y León, Extremadura, Islas Baleares, La Rioja y Murcia; EvAU, acrónimo de Evaluación de Acceso a la Universidad, en Aragón, Castilla-La Mancha, Navarra y Madrid; PEvAU, acrónimo de Prueba de Evaluación de Bachillerato para el Acceso y la Admisión a la Universidad, en Andalucía; ABAU, siglas de Avaliación de Bacharelato para o Acceso á Universidade, en Galicia; EAU, siglas de Evaluación para el Acceso a la Universidad, en el País Vasco...
Galgos, podencos; galgos, podencos… El asunto onomástico no parece que afecte mucho a los examinandos, unos 300.000 este año. El del formato del examen, sí. Dicen los expertos que las nuevas pruebas son más exigentes que las de los años anteriores. “Empiezan los exámenes de la Selectividad más difícil de los últimos años”, leo en un titular de prensa. Observad que no lo denominan ni como PAU ni como EBAU, sino con el nombre de toda la vida: selectividad.
Selectividad es el término con el que nos entendemos todos. Está incluso en el Diccionario de las academias. “Conjunto de pruebas que se hacen en España para poder acceder a la universidad”, dice la tercera acepción de esta entrada.
La palabra, y lo que suponía, causó pavor en mi generación. La selectividad se implantó en España en 1974, con la llamada Ley Esteruelas. Se le llamó así a la norma por el ministro Cruz Martínez Esteruelas, que fue el que la promulgó. Fue el último ministro de Educación de los gobiernos de Franco. El sucesor de Julio Rodríguez, el del disparatado calendario juliano. Pero esa es otra historia.
A mí me pilló la tramitación de la Ley Esteruelas en Burgos, donde cursaba COU, siglas de Curso de Orientación Universitaria. Participé en algunas movilizaciones contra la nueva norma, lo poco que se podía en aquel tiempo y en aquel lugar, y sufrí algún pequeño sobresalto policial. Nos parecía muy injusto que si, como su nombre indicaba, el curso nos preparaba para la universidad, tuviéramos que superar después otro muro. “La Ley Esteruelas, ¡qué cruz!”, decíamos los descontentos, jugando ingenuamente con el nombre de pila del ministro.
La ley se aplicó del todo en 1975, pero a algunos nos tocó sufrirla antes, en el verano de 1974. Con la nueva norma recién publicada en el BOE (siglas de Boletín Oficial del Estado, el diario oficial, fundado en 1661 pero con otro nombre; lo de BOE es de los primeros años del franquismo), algunos centros se inventaron una prueba de acceso para cortar el enorme flujo de aspirantes a sus aulas. Entre ellos, la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, en la que yo pasé ese verano de 1974 un examen muy peculiar. Examen oral; un tribunal de tres miembros subidos en una tarima; preguntas acerca de Haile Selassie, último monarca en el trono imperial de Etiopía, os lo aseguro; y, os lo aseguro también, dos policías uniformados, dos grises, uno a cada lado de la tarima del tribunal.
Este año parece que en la PAU, en la selectividad, preguntan, entre otros temas, por la Generación del 27, quizás porque estamos en vísperas del centenario del grupo poético más valioso de la poesía en español desde los Siglos de Oro. Plas, plas, plas. Muy bien. Que Lorca, Cernuda, Alberti, Guillén, Salinas, Diego, Alonso, Aleixandre… te iluminen, alumno de la PAU.