Crítica de Una casa con dos perros: Costumbrismo y terror en un relato sobre la crisis del 2001
El cine cordobés estrenó interesantes películas en el último tiempo, como El escuerzo y La zurda. Ahora llegó a los cines el drama de género Una casa con dos perros, la ópera prima de Matías Ferreyra, quien utiliza el relato autobiográfico para abordar una historia situada en plena crisis de 2001 en Argentina. A partir [...] Ver más noticias en Indie Hoy.


El cine cordobés estrenó interesantes películas en el último tiempo, como El escuerzo y La zurda. Ahora llegó a los cines el drama de género Una casa con dos perros, la ópera prima de Matías Ferreyra, quien utiliza el relato autobiográfico para abordar una historia situada en plena crisis de 2001 en Argentina. A partir de la frágil situación económica que debilitó fuertemente a las clases medias y bajas, una familia tipo con tres hijos debe mudarse a la casa de la abuela. Allí no hay espacio suficiente para todos y encima deben convivir con un tío soltero, más los delirios de la abuela que se pasea por la casa con una mirada misteriosa y de extrañamiento.
Entre conversaciones de mates en la cocina, un calor agobiante, las noticias del desastre en las calles, la escasez de trabajo y la incertumbre sobre el futuro, las tensiones comienzan a acrecentarse en esta familia y se traducen en silencios incómodos, ojos que espían en las habitaciones y secretos que no se llegan a dilucidar. Tanto el ritmo como el ambiente de la película devienen de la curiosidad de Manuel, el niño protagonista, como de la mente desordenada de la abuela. Entre ellos se va forjando una relación especial, unidos por no encajar en esta familia que busca normativizar sus acciones.
Así lo expresa el director: “En aquella casa la vida no era fácil. Siempre me sentí un poco diferente a mis hermanos. Me costaba hacer amigos y a la hora de los juegos tenía problemas: ‘los de varones’ no me gustaban y ‘los de nenas’ estaban prohibidos. Quizás fueron estas las razones que me acercaron a mi abuela, una mujer solitaria y delirante, que creía ser espiada por personas que nadie veía”. La casa se presenta como un recinto de supervivencia asfixiante, en la que los integrantes de la familia van disputándose los espacios, como en una suerte de lógica de “Casa tomada” de Julio Cortázar. En el medio, el niño se obsesiona con la idea de desaparecer por sus propios medios.
Ferreyra logra en su ópera prima un interesante ensamble entre un film costumbrista -rescata claras influencias del cine de Lucrecia Martel– y de terror. El aspecto sobrenatural sobrevuela todo el relato, mientras que las tensiones entre los integrantes de la casa está cubiertas por un halo de lo inexplicable y desconocido. El personaje de la abuela tiene un potencial indudable que lo convierte en fascinante y peligroso, lo diferente frente a la norma. El film cuenta con las actuaciones de Simón Boquite Bernal, Florencia Coll, Magdalena Combes Tillard, Maximiliano Gallo, Emilio Silber y Abigail Piñeiro y la producción de Inés Barrionuevo.
Actualmente, Una casa con dos perros se encuentra en cines.
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