España de luto: Fallece trágicamente Rubén Alexandre
Trágico suceso. Cuando alguien joven se marcha, no solo se va una vida, se rompe una promesa. Las pérdidas tempranas nos golpean porque interrumpen una historia que todavía estaba escribiéndose, especialmente cuando esa persona vivía para mejorar el mundo. En el entorno más próximo, la ausencia se vuelve un eco constante de todo lo que ... Leer más

Trágico suceso.
Cuando alguien joven se marcha, no solo se va una vida, se rompe una promesa. Las pérdidas tempranas nos golpean porque interrumpen una historia que todavía estaba escribiéndose, especialmente cuando esa persona vivía para mejorar el mundo. En el entorno más próximo, la ausencia se vuelve un eco constante de todo lo que fue y todo lo que pudo haber sido.
Rubén Alexandre era uno de esos nombres que dejan huella porque estaba en todas partes donde se necesitaba luz. Sonriente, con un cigarro en la mano, respondía con paciencia infinita a preguntas incómodas y desmontaba prejuicios con hechos. Su vida, aunque breve, fue intensa: trabajó en el Sex Point del Comité Antisida de A Coruña, escribió, investigó, divulgó y formó a cientos para que nadie tuviera que caminar solo.
En estos días, la ciudad lo llora con el peso de las ausencias inesperadas. Sus compañeros han convocado una vigilia este martes 10 de junio, a las 20.00 horas, en la fuente de los Surfistas. Han pedido que quienes quieran acompañarle en su despedida lleven una vela encendida, como símbolo de la luz que él fue para muchos.
Una bandera tejida con amor.
«Rubén Alexandre loitaba cun sorriso, co corazón aberto e a bandeira do amor como estandarte», dicen de él quienes más le conocían. Lo veían como “luz” para quienes andaban el camino de la “diversidad y la libertad”, como alguien que nunca cerraba la puerta a nadie. Su legado no se mide en años, sino en las vidas que tocó y en las ideas que sembró.
Hablan de él como una voz que sigue viva en cada conversación que cambió. En cada persona que hoy se atreve a ser más libre, más abierta, más valiente. «Rubén era amor, loita e verdade», dice la convocatoria de la vigilia, como si esas tres palabras pudieran contener su esencia.
No es solo el activismo lo que se despide, sino la calidez humana detrás del discurso. Rubén fue el abrazo en medio de la tormenta, el dato en medio del bulo, la respuesta amable cuando otros elegían el juicio. Su pérdida se nota porque hacía mejor todo lo que tocaba.
Más allá de una sola voz.
También desde la política local se ha querido poner en valor su figura. Marea Atlántica lo recordó con una imagen suya en una manifestación, donde aparecía pidiendo Justicia para Samuel, otro símbolo de lucha y dolor colectivo. Porque Rubén estuvo siempre en esas trincheras donde la empatía es la única arma.
Quedan sus palabras, sus acciones, y esa forma particular que tenía de mirar el mundo sin cinismo. Queda el ejemplo de alguien que vivió como pensaba. Y queda, sobre todo, la tarea de seguir su camino.
Rubén Alexandre no está, pero en esta ciudad que aún se sacude el duelo, sigue latiendo su propósito. Porque hay vidas que se apagan, pero no se olvidan. Y hay causas que encuentran en esos silencios, una razón más para no rendirse.