Mi derecho a llevar equipaje de mano
Es ridículo tener que decir muchas cosas que voy a enumerar, pero la situación en torno al equipaje de mano se ha vuelto tan absurda que hay que recordar incluso lo más evidente (España se enfrenta a Bruselas por el cobro del equipaje de mano). Primero: no existe ni una aerolínea ni en España ni […]

Es ridículo tener que decir muchas cosas que voy a enumerar, pero la situación en torno al equipaje de mano se ha vuelto tan absurda que hay que recordar incluso lo más evidente (España se enfrenta a Bruselas por el cobro del equipaje de mano).
Primero: no existe ni una aerolínea ni en España ni en Europa que no permita el transporte de equipaje de mano gratuitamente en las cabinas de los aviones. Lo que sí hay es un límite máximo, casi siempre en las medidas de ese equipaje, a veces también en el peso.
Segundo: no es cumplible, ni remotamente, la idea de que los viajeros puedan llevar libremente el equipaje de mano a bordo, sin restricciones de tamaño, porque no sería posible embarcar el avión y porque no cabría.
Tercero: es ridículo y absurdo pensar en que cada país tenga su legislación al respecto. Esto se ha de regular a nivel europeo para evitar el caos.
Cuarto: el punto crítico, pues, es determinar el tamaño de ese equipaje, cosa que ninguna autoridad ha hecho hasta ahora. Lo máximo ha sido decir “tamaño razonable”, concepto que los viajeros ampliamos hasta llevar la casa a cuestas y las aerolíneas reducirían a la nada.
Quinto: es evidente que esa indefinición ha llevado a las aerolíneas, sobre todo a las más low-cost, a reducir mucho el tamaño para aumentar sus ingresos. Obvio. Es su negocio.
Sexto: es una mentira absurda decir que las aerolíneas, incluso las más cutres, no informan del tamaño máximo del equipaje de mano. Lo hacen hasta la saciedad, pero todos queremos llevar siempre un poco más de lo permitido. Y casi siempre lo conseguimos.
Séptimo: es un espectáculo lamentable y patético el que se produce en los embarques, cuando los empleados se ponen rigurosos en el cumplimiento de las medidas. Todo es demasiado lamentable, por muy legal que sea.
Esto nos conduce, pues, a preguntarnos por el meollo del problema. Para mí, sin duda, es la definición de “tamaño razonable” del equipaje de mano, que nadie ha querido concretar. Y resulta que esos mismos políticos cobardes que nadan y guardan la ropa, son los que buscan ahora el rédito electoral hablando de los derechos del viajero. Déjense de comedia y digan cuál es el tamaño máximo de equipaje de mano. Porque la estupidez de que tenemos derecho a lo que queramos, como da a entender la ley española, simplemente es un brindis al sol.