Cuando las páginas de los libros guardan sonido: así se escuchará ‘Mortal y rosa’ de Francisco Umbral en su 50 aniversario
El artista Alejandro Pelayo pondrá música —con la colaboración de Guille Galván de Vetusta Morla— a una de las obras en castellano más importantes de la literatura contemporánea con un concierto en el Auditorio Nacional de MadridThomas Mann, un escritor al borde de su propio relato El sonido de las páginas de un libro es uno de los grandes misterios de la literatura y, a la vez, una de las grandes maravillas del arte. El sonido que se escurre entre los capítulos de una novela o entre los versos de un poemario es la demostración de que, mucho más allá de la narración del escritor, las historias cobran vida propia en la mente de cada persona que se adentra en ellas. Sintiéndose intrusa, imaginaria y, al mismo tiempo, aliada, la música se pasea por los libros y sirve de guía al lector en su viaje. Cuando el artista Alejandro Pelayo (Santander, 1971) se sumergió en el camino que Francisco Umbral recorre en su clásico Mortal y rosa (1975), la música no solo lo guió en la composición de una pieza sonora para la obra, sino que se tornó en la creación de toda una ceremonia. Dejándose llevar por la magia del sonido y conmovido por un mundo que describe como “onírico, irascible, poético y dolorosísimo”, Alejandro Pelayo celebra los 50 años desde la publicación de Mortal y rosa con un concierto al que él prefiere atribuir el término de liturgia, titulado Donde el amor inventa su infinito. Si las emociones que evoca un libro pudieran escucharse, el resultado no distaría mucho de lo que ha tratado de construir el artista cuando la productora Maelicum Conciertos le propuso homenajear la obra de Francisco Umbral. Lo hará en el Auditorio Nacional de Música de Madrid el próximo miércoles 11 de junio a las 19:30 horas, cuando estrenará una pieza cuya creación lo ha llevado por una “experiencia vital” que asegura que no va a olvidar. El músico, que conversa con elDiario.es tras un ensayo en el que ha estado inmerso toda la mañana, reconoce que no sabe lo que sucederá el día del concierto. “Van a pasar cosas que no sabemos ubicar, gestionar o ponerles nombre por ese poder extraordinario que tiene la música de evadirnos y de limpiarnos por dentro”, apunta. Sin embargo, señala que su hora y cuarto de duración deparará en una fiesta: “Bajamos la persiana e invitamos a bailar, a beber, a llorar, a hacer cosas importantes y humanas. Que no cuenten con nosotros para aquello que tiene que ver con la prisa, la productividad y todo lo relacionado con el capitalismo extremo. Hay gente cansada de ver un genocidio retransmitido en directo en televisión y que nadie haga nada, por ejemplo”. Alejandro Pelayo, en el Teatro Cervantes, Málaga Para llegar a ese final, primero habrá que atravesar un concierto de 12 piezas para el que Alejandro Pelayo escribió hasta un total de 300. Tanta inspiración llega a consecuencia de haber estado entregado a Mortal y rosa durante todo un año, un libro que “se te impregna en la piel y no te suelta”, trasnformándose en “caldo de cultivo” para quienes se dedican “a hacer algo creativo”. “Es como echarle gasolina al fuego”, cuenta el santanderino, que se ha refugiado en la música religiosa y sacra, en el sonido que impregna las misas de réquiem, para homenajear un libro que trata un tema tan doloroso como lo es la pérdida de un hijo. “La música tiene su propio recorrido, su propio camino y sus propias reglas, y aparece de la manera en la que aparece cuando quiere y como quiere”, añade. Absorbido por la atmósfera de la obra de Francisco Umbral, el pianista alega que cada uno irá al evento con su “pequeña o gran herida”, a “compartirla” y a que “la música cumpla su función sanadora”, sirviendo como “cobijo” durante ese rato. Lo bonito, según explica Alejandro Pelayo, es que para cada persona sonará de manera diferente: “Algo que tiene la música que no tiene ninguna otra disciplina artística es que te atraviesa aunque tú no quieras, aunque pongas mucha resiste

El artista Alejandro Pelayo pondrá música —con la colaboración de Guille Galván de Vetusta Morla— a una de las obras en castellano más importantes de la literatura contemporánea con un concierto en el Auditorio Nacional de Madrid
Thomas Mann, un escritor al borde de su propio relato
El sonido de las páginas de un libro es uno de los grandes misterios de la literatura y, a la vez, una de las grandes maravillas del arte. El sonido que se escurre entre los capítulos de una novela o entre los versos de un poemario es la demostración de que, mucho más allá de la narración del escritor, las historias cobran vida propia en la mente de cada persona que se adentra en ellas. Sintiéndose intrusa, imaginaria y, al mismo tiempo, aliada, la música se pasea por los libros y sirve de guía al lector en su viaje. Cuando el artista Alejandro Pelayo (Santander, 1971) se sumergió en el camino que Francisco Umbral recorre en su clásico Mortal y rosa (1975), la música no solo lo guió en la composición de una pieza sonora para la obra, sino que se tornó en la creación de toda una ceremonia.
Dejándose llevar por la magia del sonido y conmovido por un mundo que describe como “onírico, irascible, poético y dolorosísimo”, Alejandro Pelayo celebra los 50 años desde la publicación de Mortal y rosa con un concierto al que él prefiere atribuir el término de liturgia, titulado Donde el amor inventa su infinito. Si las emociones que evoca un libro pudieran escucharse, el resultado no distaría mucho de lo que ha tratado de construir el artista cuando la productora Maelicum Conciertos le propuso homenajear la obra de Francisco Umbral. Lo hará en el Auditorio Nacional de Música de Madrid el próximo miércoles 11 de junio a las 19:30 horas, cuando estrenará una pieza cuya creación lo ha llevado por una “experiencia vital” que asegura que no va a olvidar.
El músico, que conversa con elDiario.es tras un ensayo en el que ha estado inmerso toda la mañana, reconoce que no sabe lo que sucederá el día del concierto. “Van a pasar cosas que no sabemos ubicar, gestionar o ponerles nombre por ese poder extraordinario que tiene la música de evadirnos y de limpiarnos por dentro”, apunta. Sin embargo, señala que su hora y cuarto de duración deparará en una fiesta: “Bajamos la persiana e invitamos a bailar, a beber, a llorar, a hacer cosas importantes y humanas. Que no cuenten con nosotros para aquello que tiene que ver con la prisa, la productividad y todo lo relacionado con el capitalismo extremo. Hay gente cansada de ver un genocidio retransmitido en directo en televisión y que nadie haga nada, por ejemplo”.
Para llegar a ese final, primero habrá que atravesar un concierto de 12 piezas para el que Alejandro Pelayo escribió hasta un total de 300. Tanta inspiración llega a consecuencia de haber estado entregado a Mortal y rosa durante todo un año, un libro que “se te impregna en la piel y no te suelta”, trasnformándose en “caldo de cultivo” para quienes se dedican “a hacer algo creativo”. “Es como echarle gasolina al fuego”, cuenta el santanderino, que se ha refugiado en la música religiosa y sacra, en el sonido que impregna las misas de réquiem, para homenajear un libro que trata un tema tan doloroso como lo es la pérdida de un hijo. “La música tiene su propio recorrido, su propio camino y sus propias reglas, y aparece de la manera en la que aparece cuando quiere y como quiere”, añade.
Absorbido por la atmósfera de la obra de Francisco Umbral, el pianista alega que cada uno irá al evento con su “pequeña o gran herida”, a “compartirla” y a que “la música cumpla su función sanadora”, sirviendo como “cobijo” durante ese rato. Lo bonito, según explica Alejandro Pelayo, es que para cada persona sonará de manera diferente: “Algo que tiene la música que no tiene ninguna otra disciplina artística es que te atraviesa aunque tú no quieras, aunque pongas mucha resistencia, aunque estés especialmente protegido y no quieras mostrar ninguna de tus vulnerabilidades o de tus heridas. Si la música llega y se lo propone, te va a hacer llorar, te va a emocionar, te va a hacer sonreír y te va a hacer sentir mucho mejor después del concierto”.
En un planeta plagado de caos, bulos y mentiras, Alejandro Pelayo considera que la música va por otro conducto, al menos todavía. “Es una especie de bálsamo, de salvavidas para este mundo en el que vivimos”, dice el artista. El concierto rescatará la historia de Mortal y rosa impregnando el aire de acordes de piano, violonchelo, electrónica y voces, haciendo del espacio un lugar “donde cada uno puede entrar, habitarlo, sentirse bien, decorarlo como quiera y cambiar las cosas de sitio”. Para él, esta liturgia sirve para que, quien se embarque en ella, se sienta protegido “de lo que sea que te esté agrediendo en la calle”. A través de una escenografía muy vanguardista, los lectores de la obra o quienes disfruten simplemente del sonido tendrán la oportunidad de abrazar el arte y hacerlo también suyo, con los ojos cerrados o incluso muy abiertos.
El concierto pasará por varios estados que en realidad son siglos sonoros. Desde el piano minimalista de Alejandro Pelayo y el violonchelo de Josep Trescolí, hasta la electrónica de Pablo Pulido, quien aporta que el concierto tenga lugar en 2025, naciendo así de un instrumentalismo clásico hasta acabar melódicamente en el siglo XXI. Este concierto de música clásica estará en ocasiones más cerca del pop cuando Laura Porras y José Antonio García, una mezzosoprano y un bajo, canten los tres temas originales que han compuesto Alejandro Pelayo y Guille Galván de Vetusta Morla. “El objetivo es homenajear un libro cuya publicación data del 1975, pero que es de una modernidad y vigencia impresionante”, comenta Pelayo.
Algo que hemos aprendido los artistas, los pintores, los escultores y cualquier persona de cualquier disciplina es que cada vez hay menos fronteras. Cuanto más mezcladas estén las disciplinas, más rico es el lenguaje.
Asimismo, el músico declara que su colaboración con Guille Galván, al que considera “uno de los mejores letristas en lengua hispana, con más músculo y con más agudeza”, ha contribuido a que florezcan las tres canciones originales, que giran en torno al amor, un tema que supura por todas las páginas de Mortal y rosa por el vínculo incondicional que une al padre y al hijo. “Quería hacer, además, una canción de amor mucho más universal, que tuviera cabida entre personas, amigos, parejas”. Una de ellas, titulada Si esta noche me atreviera, acompaña a alguien que desea evitar lo inevitable y que se pone a soñar en voz alta, aun sabiendo que simplemente es un sueño.
Este amor, de hecho, está presente en el nombre del espectáculo: Donde el amor inventa su infinito. Si bien Francisco Umbral tituló su libro Mortal y rosa en referencia a uno de los versos del poema La voz a ti debida de Pedro Salinas, Alejandro Pelayo recurre al verso siguiente, que es el final del poema: “Y su afanoso sueño / de sombras, otra vez, será el retorno / a esta corporeidad mortal y rosa / donde el amor inventa su infinito”. Para él, en la unión de todo arte reside su belleza. “Algo que hemos aprendido los artistas, los pintores, los escultores y cualquier persona de cualquier disciplina es que cada vez hay menos fronteras”, indica el músico, que declara que “cuanto más mezcladas estén las disciplinas, más rico es el lenguaje”.
El concierto se estrena el 11 de junio en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Madrid, con entradas ya a la venta, pero la idea es que después del verano salga de gira. A falta de conocer más detalles, habrá una fecha en el Cartuja Center de Sevilla, aunque ya se trabaja para llevar el concierto a Valladolid, Bilbao, Santander, Valencia o incluso Lisboa. “Hay una intención de que suceda en más lugares y nos encantaría que pasara, porque, al final, lo que quiere un músico es tocar su música”, confiesa Alejandro Pelayo, que desea que la gente que haya leído el libro tenga interés y se atreva a descubrir cómo funcionan los “vasos comunicantes”: “Todos acabamos buscando lo mismo que busca Francisco Umbral en su obra, que es consuelo”. Un consuelo que, al igual que Mortal y rosa, puede ser “de una poesía y de una belleza extraordinarias”.