Pensaba que no se fijarían, pero… Los micros registran a una cara conocida de Telecinco revelando el nombre del ganador de ‘Supervivientes’
Lo que se cuece cuando las cámaras no miran. Cuando un reality como Supervivientes entra en su recta final, el ambiente en la isla empieza a transformarse. Ya no se trata solo de sobrevivir al hambre, al sol o a los mosquitos, sino de lidiar con las tensiones acumuladas, las alianzas desgastadas y las sospechas ... Leer más

Lo que se cuece cuando las cámaras no miran.
Cuando un reality como Supervivientes entra en su recta final, el ambiente en la isla empieza a transformarse. Ya no se trata solo de sobrevivir al hambre, al sol o a los mosquitos, sino de lidiar con las tensiones acumuladas, las alianzas desgastadas y las sospechas crecientes. A estas alturas del concurso, los participantes ya se conocen demasiado, y cada gesto se interpreta como un movimiento estratégico.
Además, emerge con fuerza una variable clave: la percepción externa. Los concursantes empiezan a intuir quién cae bien al público y quién no, gracias a las reacciones en plató, los resúmenes editados y los silencios que pesan más que cualquier comentario. El reality ya no es solo una lucha de resistencia física, sino una partida de ajedrez emocional donde cada peón cuenta.
En esta fase, todo se vuelve más calculado. Las confesiones se moderan, los gestos se afinan y las alianzas se repiensan. Pero también es cuando más sinceridad aflora: no por impulso, sino por necesidad. Porque decir en voz alta quién es tu favorito o tu apuesta final puede ser también una forma de dejar claro con quién te alineas, incluso si estás viendo el programa desde el plató y no desde la playa.
Lo que dicen los del otro lado del televisor.
En Vamos a ver, varios rostros habituales del programa han dado un paso al frente para mojarse públicamente. Alejandra Prat, Adriana Dorronsoro, Alejandra Rubio y la propia Alexia Rivas han hecho sus quinielas sobre quién debería, o podría, ganar la edición de 2025. Y aunque no hay un claro consenso, sí empieza a emerger una narrativa común.
Para Prat, la auténtica merecedora es Anita, aunque no descarta que el aparentemente silencioso Borja González pueda colarse en la final por sorpresa. «Ha ido pasando de puntillas», dijo, lo que en la jerga del reality muchas veces equivale a «ha sabido no quemarse». Dorronsoro, por su parte, apunta a Pelayo Díaz o Álvaro Muñoz Escassi como posibles vencedores, apostando por perfiles con más presencia pública.
Alejandra Rubio, en cambio, mantiene firme su preferencia por Anita, tanto como favorita personal como candidata más probable al premio. En su discurso hay un componente emocional, pero también una lectura de estrategia: Anita conecta, cae bien, y eso pesa. Aunque si no fuese ella, Rubio menciona a Damián Quintero como plan B. Otro que, curiosamente, también ha mantenido un perfil algo más discreto.
Cuando la opinión revela más de lo que esconde.
La más tajante fue Alexia Rivas, exconcursante y ahora comentarista oficial del programa. No dudó: su apuesta es Pelayo. “Si no gana él, entonces Escassi o Anita”, afirmó con seguridad, dejando claro que su elección no es una corazonada, sino una intuición firme. En un formato donde el más carismático no siempre gana, Rivas parece confiar en el magnetismo de Pelayo como su mayor baza.
Sin embargo, su comentario más llamativo fue otro: “Confío en que la audiencia sea tan lista como yo”. Una frase que, aunque dicha con humor, revela una actitud muy concreta. Porque quien dice eso no solo está expresando una preferencia: está insinuando que el voto inteligente debería coincidir con el suyo. Y, en cierto modo, también está marcando territorio dentro del relato que se construye en torno al concurso.
La alineación entre favoritos personales y pronósticos de victoria no es casual. En Supervivientes, como en todos los realities, la percepción importa tanto como la estrategia. Y cuando los colaboradores se posicionan públicamente, están contribuyendo a moldear esa percepción. A veces, incluso sin darse cuenta.
Las palabras nunca son solo palabras.
Lo interesante es que, en el caso de Alexia Rivas, sus palabras podrían haber ido más lejos de lo que pretendía. En su defensa cerrada de Pelayo como ganador ideal, ha dejado entrever una sintonía con la narrativa que parece impulsar la dirección del programa. No tanto porque lo diga ella, sino porque se nota en cómo se construyen los resúmenes, en qué momentos se repiten y a qué participantes se les da más espacio.
Algunos ya lo comentan en redes: puede que Rivas haya verbalizado, sin querer, lo que muchos espectadores estaban empezando a sospechar. Que hay un favorito oficioso, uno que no solo gusta a los tertulianos, sino también al equipo que mueve los hilos tras las cámaras. Y eso, en un reality como Supervivientes, nunca es un dato menor. Porque, en televisión, todo lo que se dice sirve para algo. Y todo lo que no se dice… también.