¿Por qué las ruinas antiguas están bajo tierra?

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Al pasear por ciudades modernas como Roma o Estambul, pocos sospechan que bajo sus calles se esconden capas enteras de historia. Desde templos olvidados hasta casas, tiendas y calles enteras, el subsuelo urbano está plagado de vestigios del pasado. ¿Cómo es posible que estructuras enteras hayan quedado enterradas? ¿Por qué la historia termina bajo tierra?

Uno de los ejemplos más impactantes es el Foro Romano. A mediados del siglo XIX, arqueólogos comenzaron a excavar la zona y descubrieron un mundo oculto a varios metros de profundidad. En algunos puntos, la ciudad había elevado su nivel más de 10 metros respecto a la época clásica. Lo mismo ha ocurrido en numerosos lugares del mundo: las ruinas han sido sepultadas por la elevación progresiva del terreno urbano.

La razón principal es simple: después de incendios, terremotos u otros desastres, en lugar de retirar completamente los escombros, las civilizaciones antiguas preferían nivelar el terreno y construir encima. Esto provocaba que cada nueva construcción se realizara un poco más alta que la anterior. Para igualar estas alturas, se elevaban también las calles, usando materiales de desecho, lo que contribuía al enterramiento paulatino de los restos anteriores.

Un caso paradigmático de esta superposición de civilizaciones es la basílica de San Clemente, en Roma. La estructura actual, del siglo XII, fue construida sobre una iglesia del siglo IV, la cual a su vez se edificó sobre un templo pagano de una secta misteriosa, los mitraicos. Este templo, por su parte, se alzó sobre los restos de una antigua vivienda romana. En total, el nivel del valle donde se encuentra San Clemente se ha elevado 18 metros desde el siglo I.

Cada vez que ocurría un incendio o una reforma, se añadían capas, se rellenaban huecos y se levantaban nuevas edificaciones, hasta que las antiguas quedaron olvidadas. No fue hasta el siglo XIX cuando se redescubrieron estos niveles enterrados, desenterrando un auténtico museo subterráneo de la historia de Roma.

Este fenómeno no se limita a Roma. En el Medio Oriente abundan unas colinas con cimas sorprendentemente planas conocidas como tells, como en el caso de Tel Aviv. Estas formaciones artificiales son el resultado de milenios de construcciones superpuestas. El ejemplo más célebre es el de la ciudad de Troya, cuyos orígenes datan del año 3000 a. C.

Los primeros asentamientos usaban ladrillos de barro, un material que, al descomponerse, se convertía en tierra fértil para las siguientes construcciones. Así, Troya fue reconstruida al menos nueve veces, y cada civilización construyó sobre los restos de la anterior, desde los persas hasta los romanos. Finalmente, la ciudad quedó completamente olvidada hasta su redescubrimiento en el siglo XIX.

Pero no todas las ciudades acaban bajo tierra por acción humana. A veces, es el propio suelo el que cede. Esto ocurre cuando las capas subterráneas se comprimen, ya sea por el peso de las construcciones o por la extracción excesiva de agua del subsuelo. Un ejemplo contemporáneo es Shanghái, que se hunde aproximadamente un centímetro cada año, acumulando hasta tres metros de descenso en el último siglo.

En otros casos, las ciudades se reconstruyen deliberadamente a una altura mayor. Tras un devastador incendio en 1889, Seattle decidió elevar su nivel urbano para evitar inundaciones. Se construyeron muros de piedra de seis metros de altura y se rellenaron las calles. Durante un tiempo, las tiendas quedaron dos pisos por debajo del nuevo nivel de la calle y se accedía a ellas mediante escaleras. Finalmente, se rellenaron los espacios y se construyeron nuevas aceras, dejando una ciudad fantasmal bajo tierra.

Desde la Roma imperial hasta las ciudades modernas, la superposición de capas urbanas es una constante. Ya sea por desastres, hundimientos, decisiones prácticas o simplemente por el paso del tiempo, la historia acaba quedando enterrada. Hoy, gracias a la arqueología, muchas de esas capas vuelven a salir a la luz, recordándonos que cada ciudad es como un libro con páginas ocultas esperando ser leídas.

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