Eurídice lésbica

Con anterioridad a esta incursión escénica, Encarnación Pisonero había podido acreditar una interesante trayectoria poética jalonada por diversas entregas entre las que subrayo, porque me parece oportuno en esta ocasión, su conjunto lírico más temprano, el de 1984 El jardín de las Hespérides, donde ya se había sumergido en el universo mítico de aquellas ninfas... Leer más La entrada Eurídice lésbica aparece primero en Zenda.

May 24, 2025 - 21:05
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Eurídice lésbica

Bien sabido es que la historia de las letras españolas está trufada de obras en las que se revisitan y se revisan los mitos clásicos, sobre todo aquellos que han tenido más fortuna en términos de repercusión secular. Y desde luego que no supone ningún descubrimiento tampoco añadir que en el XVI y XVII abundaron ese tipo de creaciones, en las que destacó Francisco de Quevedo, en su caso mayormente para deturparlas. El tratamiento revisionista de la mitología nunca iba a desaparecer desde entonces en tales o cuales autores propensos a esas relecturas, pero ha de subrayarse que en el siglo XX, y en época franquista, esta estrategia alcanzaría significativo impulso en no pocas obras de muchas poetas españolas, potenciándose en los lustros subsiguientes. Es en esta línea en la que habría de inscribirse la primera pieza teatral de la poeta vallisoletana Encarnación Pisonero. Con el título de El despertar de Eurídice, esta obra ha sido publicada en Madrid en 2024 por Ediciones Cumbres.

Con anterioridad a esta incursión escénica, Encarnación Pisonero había podido acreditar una interesante trayectoria poética jalonada por diversas entregas entre las que subrayo, porque me parece oportuno en esta ocasión, su conjunto lírico más temprano, el de 1984 El jardín de las Hespérides, donde ya se había sumergido en el universo mítico de aquellas ninfas grecolatinas así llamadas que en las letras renacentistas había derivado en una convención literaria. Pero ha sido en su última apuesta creativa, en El despertar de Eurídice, donde ha vuelto a acudir, para revisarlas, a imágenes mitológicas heredadas, esta vez las del mito del poeta y músico Orfeo, hijo de Apolo y de una de sus musas, Calíope, aunque no sin revisar también al final de la obra, y un tanto de pasada, el sentido del mito bíblico del jardín edénico.

"En esa revisión se introducen perspectivas de índole feminista que en el conflicto argumental acarrearán para Eurídice resultados bien distintos a los transmitidos por las fuentes de la leyenda"

Pieza dramática en un acto, cinco escenas y una coda, con algunas notas y en prosa salvo la excepción de los versos puestos en labios de Eurídice casi al término de la escena cuarta, en El despertar de Eurídice intervienen, además de los dos protagonistas consabidos, los personajes de Aristeo, Caronte, el Hades, Perséfone, y en la escena del comienzo algunas plañideras, tanto en forma individualizada como coral. En la escenografía ha dejado sentir Encarnación Pisonero una querencia que la caracteriza como experta estudiosa y crítica en materia artística. La atestigua, por ejemplo, al proponer como trasfondo para algunas escenas sendos lienzos de extraordinaria relevancia que confluyen con el tema dramatizado: en la segunda el cuadro La Laguna Estigia, de Patinir, que está en el Museo del Prado, y en la tercera el de Camille Corot sobre Orfeo conduciendo a Eurídice, exhibido en el Museo de Bellas Artes de Boston.

Respecto a la relación entre Orfeo y Eurídice que se plasma en esta pieza, se comprueba que en buena parte de la misma no se desvía demasiado Encarnación Pisonero de las líneas argumentales que convergen en la trama de este mito trágico tan afamado, y por tanto el núcleo de la historia se preserva: muerte de la ninfa a causa de la mordedura de una serpiente, al salir huyendo de la persecución erótica de Aristeo; descenso de la infortunada al inframundo; ahí irá a buscarla su desconsolado amante tras cruzar el Aqueronte y acceder a ese ámbito no permitido a los vivientes; pacto del músico y cantor con el dios Hades para poder llevársela consigo desde el Erebo a la tierra, pero a cambio de no girar la cabeza para ver a la esposa que camina detrás; incumplimiento del compromiso, y pérdida definitiva de la amada, en esta ocasión no a causa de Aristeo, sino de su propio marido, quien encima había caído en la trampa que le tendió Hades, dado que quien iba detrás no era Eurídice, sino su imagen ficticia; finalmente, las enfurecidas bacantes, hacia las que Orfeo se había mostrado indiferente no solo porque no dejaba de recordar a Eurídice, sino por preferir amantes masculinos, lo despedazaron, acabando sus despojos en la isla de Lesbos.

A partir de ese guion en el que la dramaturga pucelana introduce leves variantes, se somete al mito a un nuevo enfoque y escrutinio que responde a una revisión de calado en virtud de la lectura alternativa que de él se nos ofrece. En esa revisión se introducen perspectivas de índole feminista que en el conflicto argumental acarrearán para Eurídice resultados bien distintos a los transmitidos por las fuentes de la leyenda, pues el personaje va a adquirir un relieve textual y semántico más preponderante y significativo que su legendario y tan idealizado esposo.

"Sabremos en qué va a consistir esa nueva orientación vital de Eurídice, cuya historia lee Perséfone a la luz del mito bíblico del Edén, preguntándose si no fue ella quien buscó inconscientemente a la serpiente, y no al revés"

La revisión propiamente dicha comienza en la escena IV, donde se atisba el desenlace de la pieza gracias a la recomposición que hace Eurídice de aquella entrega desinteresada y absoluta suya a Orfeo que entiende no haber sido correspondida del mismo modo, pues él priorizaba proyectos de rango egotista como el de adentrarse en saberes ocultos y mistéricos. En la escena V la esposa de Hades, Perséfone, reconocerá, al comienzo de un discurso metapoético ensalzando la poesía como intrínsecamente sagrada y mistérica, que la atroz muerte de Orfeo era necesaria para eternizar la poesía, y al propio tiempo Eurídice se percata de que al quedar desligada de él supone que puede despertar a una vida nueva.

Va a ser en la coda de la obra donde sabremos en qué va a consistir esa nueva orientación vital de Eurídice, cuya historia lee Perséfone a la luz del mito bíblico del Edén, preguntándose si no fue ella quien buscó inconscientemente a la serpiente, y no al revés. Quien había sido esposa de Orfeo se siente deslumbrada ante la perspicacia de su amiga, a la par que atraída por su belleza. Ambas enlazan sus manos y deciden hacer camino juntas desde ese momento al vislumbrar la ventura que les aguarda. Eurídice roza los labios de su amiga, que le ofrece un gajo de granada, símbolo de la permanencia y de la unión. Acaba esta original revisión mítica de Encarnación Pisonero cuando las dos “se pierden en la distancia enlazadas, mientras la niebla las empuja” (84). Y será entonces cuando, como apunta Marifé Santiago-Bolaños en un epílogo titulado “En un campo de flores”, “el relato órfico comienza a serlo euridiceo…” (88).

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Autora: Encarnación Pisonero. Título: El despertar de Eurídice. Editorial: Cumbres. Venta: Todos tus libros.

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