¿Un gran gesto, o todo lo contrario…? Lo que hace un señor en la cola del Mercadona divide a las redes

Por qué las historias de supermercado nos enganchan tanto. En la era de las redes sociales, los relatos cotidianos se han convertido en una fuente inagotable de entretenimiento, reflexión y controversia. Pocas cosas despiertan más reacciones que una buena historia vivida en la cola de un supermercado. Tal vez sea porque ahí, entre carritos llenos ... Leer más

Jun 2, 2025 - 16:15
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¿Un gran gesto, o todo lo contrario…? Lo que hace un señor en la cola del Mercadona divide a las redes

Por qué las historias de supermercado nos enganchan tanto.

En la era de las redes sociales, los relatos cotidianos se han convertido en una fuente inagotable de entretenimiento, reflexión y controversia. Pocas cosas despiertan más reacciones que una buena historia vivida en la cola de un supermercado. Tal vez sea porque ahí, entre carritos llenos y esperas eternas, afloran emociones que todos reconocemos: la impaciencia, la solidaridad, el enfado, o la simple observación del prójimo.

Las colas para pagar son como un microcosmos de la sociedad: reflejan nuestras virtudes y miserias, todo en un espacio reducido y con público cautivo. Cada gesto, cada mirada, cada decisión sobre dejar pasar o no, parece tener un peso simbólico. De ahí que muchas veces, lo que parece un acto trivial, acabe dividiendo opiniones en internet.

Un ejemplo reciente lo ha protagonizado la usuaria de Threads cristinasierra_, quien ha desatado una cascada de reacciones al compartir un pequeño episodio que vivió en un Mercadona en hora punta. Aunque breve, su relato ha abierto un auténtico debate sobre normas no escritas y cortesía en espacios públicos.

Una historia mínima que lo cambia todo.

«Os cuento algo que me acaba de pasar… Estaba en el Mercadona en hora punta, todas las cajas llenas de gente con los carros hasta arriba, y yo simplemente con dos cajas de helados, me he puesto en una fila que parecía que no iba a tardar mucho, estaba esperando a que la chica de delante acabara de vaciar su carro y de repente ha venido un señor que estaba a 2-3 filas de mí, y me ha dicho que fuera a su fila que me dejaban pasar», ha explicado.

La escena podría haber pasado desapercibida si no fuera porque tocó una fibra sensible: la del civismo espontáneo, la cortesía sin recompensa.La propia usuaria lo celebra: «el señor había estado atento y él y su mujer» le han dejado pasar. «Puede parecer una tontería, porque realmente lo es, yo cuando puedo también lo hago… pero oye que tendría que haber más gente así!», concluye.

Sin embargo, lo que para unos es un gesto amable, para otros es una falta de respeto. La publicación no tardó en recibir respuestas que cuestionaban la actuación del hombre que le cedió el sitio. ¿Fue generoso o egoísta? ¿Un héroe cotidiano o un villano de fila?

Cuando la cortesía no es tan simple.

«Diré una cosa, si tú le cedes tú sitio en la cola como este señor deberías irte al último lugar. Una cosa es cederle el sitio a quien va detrás tuya que no entorpece y otra a alguien que está en otra caja, porque si yo voy detrás de él me quedaría uno y el al traer una persona de otro sitio me quedarían dos», argumenta una persona. Lo que parecía un gesto desinteresado se convierte así en una polémica sobre justicia y jerarquía dentro del supermercado.

 

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«¿Y los demás, te dejaban también? Porque para saltarse una fila hay que pedir permiso a todos, no solo a los primeros. Salvo que el señor te cediese su sitio y se pusiera en el tuyo», comenta otro usuario. Las normas de urbanidad parecen más difusas de lo que pensamos: ¿quién tiene la autoridad moral de reorganizar una cola? ¿Importa más la buena intención o el efecto real sobre terceros?

Este tipo de historias generan tanto interés porque nos obligan a pensar en nuestra propia conducta. ¿Qué hubiéramos hecho en esa situación? ¿Aplaudir al señor o llamarle la atención? En ese dilema, muchos encuentran una oportunidad para reafirmar sus valores, criticar los ajenos o simplemente comentar lo humano y lo cotidiano.

Un escenario cotidiano con dilemas eternos.

Las redes sociales han convertido los supermercados en escenarios de debate ético y emocional. Ya no se trata solo de hacer la compra, sino de observar, juzgar y narrar. Lo que antes se olvidaba al llegar a casa, hoy se convierte en un post viral. Y es que, en realidad, todos hemos sido testigos —o protagonistas— de escenas parecidas.

La historia de cristinasierra_ nos recuerda que, a veces, la vida se resume en gestos pequeños que desatan grandes conversaciones. Lo que uno ve como una cortesía mínima, otro puede interpretarlo como una injusticia flagrante. Esa ambigüedad es precisamente lo que convierte a estas anécdotas en combustible perfecto para las redes. Y quizá por eso, seguiremos leyendo —y contando— historias de supermercado. Porque allí, entre bandejas de pollo y cajas de cereales, sigue latiendo algo profundamente humano: la eterna tensión entre el yo y el nosotros.