María Bastarós: No era a esto a lo que veníamos
Idioma original: españolAño de publicación: 2021Valoración: muy recomendableLa verdad es que uno puede desorientarse entre tanto libro de relato corto, formato que viene siendo habitual entre cierto perfil de escritor: joven, carrera en fase de lanzamiento, tanteo de diversos enfoques, elección de aquél en el que uno se desenvuelve mejor (o es más apreciado por el público, quizás). Entre ese marasmo he llegado a esta colección de relatos. Una autora joven con una poderosa imagen algo alternativa y un variado currículum multidisciplinar. Un perfil que la depauperada industria editorial de este país puede abocar a redactar manuales de instrucciones, servir mesas en un restaurante o decidir, sumido en la desesperación, probar a opositar para algún trabajo anodino. Que esto no es uno de esos países escandinavos, por ejemplo, donde se intenta proteger a los creadores. Por suerte, aunque siempre hay que decir "de momento", María Bastarós ha encontrado tiempo para escribir ya algunos libros, y No era esto a lo que veníamos es uno de ellos. Y el promedio aquí es muy notable, sin olvidar que hay una cierta corriente que cohesiona la colección, como si estuviéramos abriendo ventanas desde distintos algunos de un escenario común. Y me encanta que esto se parezca más al remoto Ray Pollock de Knockemstiff que a Alice Munro, por ejemplo, que Bastarós no tenga miedo alguno a tocar temas delicados, incluso perturbadores, ya no por la cuestión del puñetazo en la quijada, sino por el atrevimiento descarado y desinhibido que a veces no encuentra su punto medio. Eso no es tan fácil: uno puede asentarse en cierto territorio de corte de sobras conocido: urbanita, ligeramente pasado de rosca en términos de adicciones, cuestiones turbias, o pasarse de frenada (se amontonan los ejemplos) y pensar que a base de llenar la página de exabruptos, situar personajes extraídos del mundo audiovisual y decir joder y puto y follar todo el rato y ya: soy un literato alternativo.Pero para nada, moviéndose en un ámbito geográficamente limitado, mostrando personajes cuyas caras puedes ver en el autobús, en el coche de al lado en el semáforo, en la cola del supermercado, Bastarós ha trazado un fresco algo desesperanzador sobre las relaciones entre las personas y sus entornos. Y reacio como soy a extraer o destacar relatos en concreto, aquí no he podido resistirme: las veintipico páginas de Los que mantienen el fuego, último y osadísimo cuento de la colección, son una auténtica obra maestra, de esas que, lejos de cualquier pretensión acomodaticia, quieren propinar la patada exactamente donde más duele.

Idioma original: español
Año de publicación: 2021
Valoración: muy recomendable
La verdad es que uno puede desorientarse entre tanto libro de relato corto, formato que viene siendo habitual entre cierto perfil de escritor: joven, carrera en fase de lanzamiento, tanteo de diversos enfoques, elección de aquél en el que uno se desenvuelve mejor (o es más apreciado por el público, quizás). Entre ese marasmo he llegado a esta colección de relatos. Una autora joven con una poderosa imagen algo alternativa y un variado currículum multidisciplinar.
Un perfil que la depauperada industria editorial de este país puede abocar a redactar manuales de instrucciones, servir mesas en un restaurante o decidir, sumido en la desesperación, probar a opositar para algún trabajo anodino. Que esto no es uno de esos países escandinavos, por ejemplo, donde se intenta proteger a los creadores. Por suerte, aunque siempre hay que decir "de momento", María Bastarós ha encontrado tiempo para escribir ya algunos libros, y No era esto a lo que veníamos es uno de ellos. Y el promedio aquí es muy notable, sin olvidar que hay una cierta corriente que cohesiona la colección, como si estuviéramos abriendo ventanas desde distintos algunos de un escenario común. Y me encanta que esto se parezca más al remoto Ray Pollock de Knockemstiff que a Alice Munro, por ejemplo, que Bastarós no tenga miedo alguno a tocar temas delicados, incluso perturbadores, ya no por la cuestión del puñetazo en la quijada, sino por el atrevimiento descarado y desinhibido que a veces no encuentra su punto medio. Eso no es tan fácil: uno puede asentarse en cierto territorio de corte de sobras conocido: urbanita, ligeramente pasado de rosca en términos de adicciones, cuestiones turbias, o pasarse de frenada (se amontonan los ejemplos) y pensar que a base de llenar la página de exabruptos, situar personajes extraídos del mundo audiovisual y decir joder y puto y follar todo el rato y ya: soy un literato alternativo.
Pero para nada, moviéndose en un ámbito geográficamente limitado, mostrando personajes cuyas caras puedes ver en el autobús, en el coche de al lado en el semáforo, en la cola del supermercado, Bastarós ha trazado un fresco algo desesperanzador sobre las relaciones entre las personas y sus entornos. Y reacio como soy a extraer o destacar relatos en concreto, aquí no he podido resistirme: las veintipico páginas de Los que mantienen el fuego, último y osadísimo cuento de la colección, son una auténtica obra maestra, de esas que, lejos de cualquier pretensión acomodaticia, quieren propinar la patada exactamente donde más duele.