'Misión Imposible: Sentencia final' parece un episodio de recopilación, pero no hacía falta que uniera todas las entregas anteriores al tuntún
Pues ya está, se terminó 'Misión Imposible' (al menos en esta versión). Han sido casi tres décadas de acción sin límites en las que Tom Cruise ha pasado de ser el héroe del pueblo a un desgraciado repudiado por la sociedad, solo para erigirse finalmente, en su forma final, como la última gran estrella de Hollywood y, de golpe, la más honesta en lo que hace. A lo largo de los años le hemos visto montando un moto entre camiones y explosiones, subiendo el Burj Khalifa a pura mano, colgando del ala de un avión, haciendo salto base desde un helicóptero, y todo ello sin dejar nunca de tener un carisma increíble y a prueba de balas (literalmente). Al menos, hasta que ha llegado el capítulo final. Misión: ya vista Se han dicho muchas cosas sobre 'Misión Imposible: Sentencia Final', y en especial sobre su primera hora. Y sí, es cierto: por mucho que el resto sea entretenidísimo, es un elefante en la habitación que no podemos ignorar, porque de golpe y porrazo se carga el tono de la franquicia de manera unilateral. La levedad de las anteriores entregas, donde incluso una amenaza a nivel mundial se vivía con bromas y entretenimiento puro, aquí se vuelve una pesada losa que no deja que la trama respire libremente, repitiendo una y otra vez lo que ya vimos en 'Sentencia mortal' en un "En anteriores episodios" que parece durar eternamente. La llave, el Sebastopol, Ethan Hunt perseguido por la IA, la importancia de la Entidad. Es como si 'Misión Imposible' hubiera tomado conciencia de su propia importancia de una película para otra. Y eso no es bueno. Aunque, personalmente, hubo un elemento que me molestó más que cualquier reiteración de la trama: el regreso, una y otra vez, al pasado, para tratar de unir las ocho partes de la saga como si pertenecieran al mismo plan maestro. Me recordó, de hecho, a esos cómics de Marvel o DC que, años después de una revelación, y con otro equipo creativo al mando, tratan de darle un nuevo giro explicando un secreto que lo cambia todo y que se nos había ocultado hasta ese momento. Lo que en lenguaje comiquero -donde suele ser más común que en el resto de medios- se conoce como "retconeo", o "continuidad retroactiva". 'Sentencia Final' es un continuo retconeo que vuelve al pasado para tratar de darnos una imagen de vínculo, pero es inevitable que nos suene forzado. En Espinof Más allá de Tom Cruise: 3 alucinantes películas de espionaje que ver en streaming si te gusta 'Misión imposible' Entiendo lo que quiere hacer, claro: como aparente última película de la saga, quiere que no haya cabos sueltos y hacer un guiño a los espectadores que llevan ahí desde el principio con revelaciones que hasta ahora se nos habían mantenido tapadas, además de tirar de nostalgia para averiguar cómo hemos llegado hasta aquí. Pero, más que épico, el resultado roza lo telenovelesco. ¿Había necesidad de dar una explicación a la Pata de Conejo, un MacGuffin que sirvió para su propósito en 'Misión Imposible III'? ¿Necesitábamos conocer la descendencia de Jim Phelps? Y, sobre todo, ¿eran necesarios tantos flashbacks? Toma más Tom La paradoja de 'Sentencia Final' es que quiere unir treinta años de historias, pero no confía en que el público las recuerde. Por eso, introduce continuos e ineficaces flashes del pasado: los que somos fans a ultranza de 'Misión Imposible' no los necesitábamos, y los que son espectadores casuales van a seguir sin enterarse de nada. 'Misión Imposible III' salió hace 19 años, y la saga no ha vuelto a hablar de la Pata de Conejo: lo más probable es que el público casual simplemente acepte que fue un resbalón de Ethan Hunt en su pasado, o que se líe más tratando de entender el galimatías en el que la película se convierte sin motivo alguno. En realidad, todo viene de una buenísima intención: lo que Christopher McQuarrie y Tom Cruise intentan es subir la expectativa hasta el máximo, que nos creamos que todo lo que ha pasado hasta ahora tenía un destino, que todas las aventuras de 'Misión Imposible' vienen a desembocar en este épico tour de force acuático y aéreo. Sin embargo -y me duele decir esto-, funciona más en la teoría que en la práctica. 'Sentencia Final' quiere ser un epílogo perfecto que rubrique una trayectoria casi perfecta, pero su continua repetición y este intento de unir con pegamento lo que claramente estaba desconectado en la ficción hacen que el resultado no sea del todo ese final soñado por Cruise y McQuarrie. A veces pasa. Cuando eres un artesano -y 'Sentencia Final' es una obra de artesanía, por mucho que haya costado 400 millones de dólares-, algunas piezas pueden salirte imperfectas. En su intento por crear una obra cohesiva pero sin dejar de lado al espectador casual (llevándole a hombros hasta el final si es necesario), se han olvidado de cuál era el ADN de la saga. Lo recupera tras su primer acto, más o menos, pero la seriedad y la solemnidad se ab

Pues ya está, se terminó 'Misión Imposible' (al menos en esta versión). Han sido casi tres décadas de acción sin límites en las que Tom Cruise ha pasado de ser el héroe del pueblo a un desgraciado repudiado por la sociedad, solo para erigirse finalmente, en su forma final, como la última gran estrella de Hollywood y, de golpe, la más honesta en lo que hace. A lo largo de los años le hemos visto montando un moto entre camiones y explosiones, subiendo el Burj Khalifa a pura mano, colgando del ala de un avión, haciendo salto base desde un helicóptero, y todo ello sin dejar nunca de tener un carisma increíble y a prueba de balas (literalmente). Al menos, hasta que ha llegado el capítulo final.
Misión: ya vista
Se han dicho muchas cosas sobre 'Misión Imposible: Sentencia Final', y en especial sobre su primera hora. Y sí, es cierto: por mucho que el resto sea entretenidísimo, es un elefante en la habitación que no podemos ignorar, porque de golpe y porrazo se carga el tono de la franquicia de manera unilateral. La levedad de las anteriores entregas, donde incluso una amenaza a nivel mundial se vivía con bromas y entretenimiento puro, aquí se vuelve una pesada losa que no deja que la trama respire libremente, repitiendo una y otra vez lo que ya vimos en 'Sentencia mortal' en un "En anteriores episodios" que parece durar eternamente. La llave, el Sebastopol, Ethan Hunt perseguido por la IA, la importancia de la Entidad. Es como si 'Misión Imposible' hubiera tomado conciencia de su propia importancia de una película para otra. Y eso no es bueno.
Aunque, personalmente, hubo un elemento que me molestó más que cualquier reiteración de la trama: el regreso, una y otra vez, al pasado, para tratar de unir las ocho partes de la saga como si pertenecieran al mismo plan maestro. Me recordó, de hecho, a esos cómics de Marvel o DC que, años después de una revelación, y con otro equipo creativo al mando, tratan de darle un nuevo giro explicando un secreto que lo cambia todo y que se nos había ocultado hasta ese momento. Lo que en lenguaje comiquero -donde suele ser más común que en el resto de medios- se conoce como "retconeo", o "continuidad retroactiva". 'Sentencia Final' es un continuo retconeo que vuelve al pasado para tratar de darnos una imagen de vínculo, pero es inevitable que nos suene forzado.
Entiendo lo que quiere hacer, claro: como aparente última película de la saga, quiere que no haya cabos sueltos y hacer un guiño a los espectadores que llevan ahí desde el principio con revelaciones que hasta ahora se nos habían mantenido tapadas, además de tirar de nostalgia para averiguar cómo hemos llegado hasta aquí. Pero, más que épico, el resultado roza lo telenovelesco. ¿Había necesidad de dar una explicación a la Pata de Conejo, un MacGuffin que sirvió para su propósito en 'Misión Imposible III'? ¿Necesitábamos conocer la descendencia de Jim Phelps? Y, sobre todo, ¿eran necesarios tantos flashbacks?
Toma más Tom
La paradoja de 'Sentencia Final' es que quiere unir treinta años de historias, pero no confía en que el público las recuerde. Por eso, introduce continuos e ineficaces flashes del pasado: los que somos fans a ultranza de 'Misión Imposible' no los necesitábamos, y los que son espectadores casuales van a seguir sin enterarse de nada. 'Misión Imposible III' salió hace 19 años, y la saga no ha vuelto a hablar de la Pata de Conejo: lo más probable es que el público casual simplemente acepte que fue un resbalón de Ethan Hunt en su pasado, o que se líe más tratando de entender el galimatías en el que la película se convierte sin motivo alguno.

En realidad, todo viene de una buenísima intención: lo que Christopher McQuarrie y Tom Cruise intentan es subir la expectativa hasta el máximo, que nos creamos que todo lo que ha pasado hasta ahora tenía un destino, que todas las aventuras de 'Misión Imposible' vienen a desembocar en este épico tour de force acuático y aéreo. Sin embargo -y me duele decir esto-, funciona más en la teoría que en la práctica. 'Sentencia Final' quiere ser un epílogo perfecto que rubrique una trayectoria casi perfecta, pero su continua repetición y este intento de unir con pegamento lo que claramente estaba desconectado en la ficción hacen que el resultado no sea del todo ese final soñado por Cruise y McQuarrie.
A veces pasa. Cuando eres un artesano -y 'Sentencia Final' es una obra de artesanía, por mucho que haya costado 400 millones de dólares-, algunas piezas pueden salirte imperfectas. En su intento por crear una obra cohesiva pero sin dejar de lado al espectador casual (llevándole a hombros hasta el final si es necesario), se han olvidado de cuál era el ADN de la saga. Lo recupera tras su primer acto, más o menos, pero la seriedad y la solemnidad se abren paso de manera tan forzada a lo largo del metraje que, al final, es imposible no sentir que, más que faltar, sobra algo.
No quiero que se infiera que esta es una mala película. No lo es en absoluto, por supuesto que no. Sigue siendo 'Misión Imposible', tiene sus escenas de acción desafiando a la muerte, sus máscaras, sus tiroteos, su grupo de amigos reunidos, sus carreras, sus chistecitos. Pero han intentado poner por encima una capa de epopeya gloriosa que no le queda nada bien a una franquicia que ya se resumió perfectamente en 2015, cuando el personaje de Alec Baldwin afirmaba que Ethan Hunt era "la manifestación viva del destino". No hacía falta pasar interminables minutos mostrándonos la verdad y el trasfondo tras esa frase, porque lastra una película que, para cuando se acuerda de que tiene que ser divertida, roza el llegar demasiado tarde. Y levantarlo sí que habría sido una misión imposible.
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'Misión Imposible: Sentencia final' parece un episodio de recopilación, pero no hacía falta que uniera todas las entregas anteriores al tuntún
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Espinof
por
Randy Meeks
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