Algunas cigüeñas sobrevuelan las cabezas del público que sale de la iglesia de la Asunción de Navarrete y se dirige a los bajos de un edificio cercano, construído piedra a piedra quién sabe cuándo. Acaban de escuchar un concierto de la soprano Eva Zalenga y la pianista Teodora Oprisor , jóvenes promesas del lied, y entran a la sala donde la alfarera Tamara Mendaza expone las piezas que crea para que su padre, ciego, pueda «ver» sus dibujos con las manos. La artista amasa el barro en su torno mientras su auditorio la observa con la misma atención con la que unos minutos antes se dejaba hipnotizar por el romanticismo musical alemán. Tras la demostración, algunos completan la experiencia visitando...
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