Anuncia su abandono de ‘Supervivientes’ tras la última polémica: “Yo me piro, esto es lamentable”

Polémica en Telecinco. En los concursos de supervivencia, hay un punto de inflexión que suele tensar los nervios de todos los participantes. Ya no están conociendo a extraños, sino lidiando con compañeros cuyas virtudes y defectos han visto con lupa. A esto se suma que cada uno empieza a sospechar quiénes son los favoritos del ... Leer más

May 27, 2025 - 20:15
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Anuncia su abandono de ‘Supervivientes’ tras la última polémica: “Yo me piro, esto es lamentable”

Polémica en Telecinco.

En los concursos de supervivencia, hay un punto de inflexión que suele tensar los nervios de todos los participantes. Ya no están conociendo a extraños, sino lidiando con compañeros cuyas virtudes y defectos han visto con lupa. A esto se suma que cada uno empieza a sospechar quiénes son los favoritos del público, y eso altera el equilibrio del grupo.

Este momento de la competición tiende a desnudar las inseguridades y exacerbar los egos. No es solo hambre o cansancio: es la incertidumbre, la rivalidad soterrada y la exposición pública. Cuando las estrategias empiezan a fallar y la popularidad no responde como se esperaba, muchos concursantes se tambalean.

En ‘Supervivientes 2025’, esta fase ha llegado con fuerza, y el mayor estallido ha sido protagonizado por Montoya, que no está atravesando precisamente su mejor semana. Lo que comenzó como un roce menor durante un reparto de comida ha derivado en un auténtico terremoto emocional.

Montoya rompe con todo.

El detonante fue el tamaño de un pez asignado a Terelu Campos, reincorporada recientemente al grupo. Montoya, en un gesto que quiso vender como equitativo, protestó airadamente al ver que ella recibía una porción menor. Sin embargo, su argumento de igualdad no convenció, ya que Terelu no es concursante al uso y lleva menos tiempo en la isla.

Su queja cayó en saco roto y eso hizo que estallara con sus aliadas más cercanas, Anita y Carmen. Sintiéndose ignorado, sacó a relucir su vena más dramática, asegurando que nadie lo entiende, que sus ideas son sistemáticamente despreciadas y que todo lo que opina acaba “en el retrete”. De inmediato anunció su deseo de abandonar el concurso.

Los intentos de Anita por calmarlo fueron en vano. Montoya se cerró en banda, reforzando un discurso victimista que parecía diseñado más para influir en la audiencia que para resolver el conflicto con sus compañeros. La tensión fue en aumento y las consecuencias se extendieron al resto del grupo.

Un drama en cadena.

Anita y Carmen discutieron entre ellas sobre si debían seguir intentando reconfortarlo. Montoya, mientras tanto, se alejaba para seguir con su soliloquio entre quejas sobre el desinterés que, según él, todos muestran hacia su persona. La escena adquirió tintes melodramáticos, con frases como “nadie se preocupa por mi preocupación”.

Fue Álvaro Muñoz Escassi quien logró desescalar la situación con una dosis de sentido común. Con preguntas simples —como si recordaba por qué se había enfadado el sábado anterior— logró que Montoya pusiera su drama en perspectiva. “¿Ves? No te acuerdas porque no era importante”, le dijo con tono tranquilo.

Montoya trató de justificarse diciendo que lo suyo no eran simples enfados, sino una cuestión personal más profunda. Aun así, Escassi insistió en que debía aprender a manejar esas emociones de otra forma, porque vivir esperando cosas de los demás solo genera frustración. Una lección que el andaluz no parecía muy dispuesto a aceptar.

Convivencia al límite.

Desde que Playa Magna unificó a todos los participantes, el clima se ha vuelto más irrespirable. La falta de espacio físico incrementa el roce entre los concursantes y reduce los momentos de intimidad. Montoya ya había dejado claro que le incomoda este entorno, comparándolo con estar “pegados en una discoteca”.

No es el único al que le cuesta adaptarse. Carmen ha definido esta nueva etapa como una locura, mientras que Pelayo pone el foco en los detalles más insólitos: conseguir suficientes almendras para todos se ha convertido en una odisea diaria. Con tantos frentes abiertos, la tensión solo puede ir en aumento.

Las próximas galas serán decisivas. Montoya está nominado y su reciente actitud podría jugarle en contra. Ya no basta con hacerse notar: en esta fase del concurso, la audiencia valora la autenticidad y la estabilidad emocional. Si Montoya no cambia el rumbo, su historia podría acabar antes de lo que imagina.