De polis sin género, villanos con causa y algún dilema

En la última novela de Fernando Benzo hay un policía sin reglas, una inspectora meticulosa, un ajuste de cuentas entre bandas locales y, oculto entre las sombras, ese dragón negro que, en la cultura china, simboliza la maldad. En este making of Fernando Benzo explica por qué ha escrito El dragón negro (Planeta). *** Hace... Leer más La entrada De polis sin género, villanos con causa y algún dilema aparece primero en Zenda.

May 30, 2025 - 17:05
 0
De polis sin género, villanos con causa y algún dilema

En la última novela de Fernando Benzo hay un policía sin reglas, una inspectora meticulosa, un ajuste de cuentas entre bandas locales y, oculto entre las sombras, ese dragón negro que, en la cultura china, simboliza la maldad.

En este making of Fernando Benzo explica por qué ha escrito El dragón negro (Planeta).

***

¿Por qué?

Hace ya demasiado, cuando yo era un joven lector, al etiquetar en un determinado género a las novelas, no se recurría al inglés con thriller ni al francés con noir, y el concepto de “novela negra” estaba acotado a las de Raymond Chandler, Dashiell Hammett y unos pocos más. Por entonces sí se usaba, con la categoría de género literario específico, el de “novela policíaca”, un término que me da la impresión de que ha caído en desuso, remplazado por todos los anteriores.

Yo siempre había querido escribir eso, no un thriller, ni un noir, ni una novela negra. Quería escribir (tal vez por homenaje a mi padre, gran lector de ellas) una novela policíaca. Y eso es El dragón negro. Una novela policíaca con un comienzo deliberadamente canónico del género, lealmente aferrado a uno de sus más tradicionales clichés: a dos policías de personalidades incompatibles se les encarga un caso que rápidamente se ve que les viene demasiado grande (en este caso, una matanza de rumanos en una nave de un polígono industrial, con vinculaciones con las grandes redes criminales internacionales chinas).

"Como exige el género y el propio Roi dice, la situación obliga a que entre ellos surja una tensión sexual, resuelta o no, que decore la trama policíaca"

A partir de ese comienzo estereotipado, mi reto literario, casi mi juego, ha sido, como si fuese un chef entre rompedor y traidor a la tradición, deconstruir el género literario elegido, incumplir y contradecir sus normas, abandonarlo lo más posible a golpe de giros y sorpresas, hasta conseguir (o, al menos, eso me gustaría pensar) una novela policiaca que a la vez respete la esencia y se aleje de los mandamientos más sagrados del género.

¿Quiénes?

Como digo, la regla se respeta aquí: mis policías, la inspectora de estupefacientes Estela Domínguez —meticulosa, cuadriculada, demasiado estricta y procedimental— y el inspector de homicidios Roi Conde —cínico, irrespetuoso, de métodos y principios más que discutibles— no pueden ser más diferentes. Como exige el género y el propio Roi dice, la situación obliga a que entre ellos surja una tensión sexual, resuelta o no, que decore la trama policíaca. Pero no lo veo. Son demasiado contrapuestos, además de descreídos del amor, cada uno a su manera, poco proclives a aceptar que en sus vidas haya un hueco para romanticismos. Bastante será que no se den de leches, que se soporten y, a ser posible, que resuelvan el caso, sin tener además que mezclarlo con enredos de cama y amoríos. Pero a saber. Igual me equivoco, porque nada de lo que se avecina en sus vidas va a ser como uno espera que será.

"Una novela policiaca que no entretenga, que no agarre al lector y le mantenga atrapado, agarrado a las páginas, tan intrigado como incómodo, quedaría reducida a un fiasco literario"

Frente a ellos, David Wang. El villano. Disfruto construyendo los villanos, me paso buena parte de mis novelas luchando contra el síndrome de Estocolmo con ellos. Nunca me ha gustado la distinción radical entre héroes y villanos. Ni los buenos me gustan perfectos ni los malos sólo malos. No se trata de justificar los crímenes ni de convertir a los delincuentes en rebeldes con causa, pero me atraen los villanos que son algo más que psicópatas o asesinos en serie sin ninguna otra dimensión ni matiz. Me gustan más los claroscuros que el blanco y el negro. David Wang ha vivido una vida llena de aventuras. Oscuras, crueles, sanguinarias. Pero espero que tan entretenidas para ser leídas como suelen serlo las hazañas heroicas de los personajes positivos.

Y, por último, el dilema.

Porque de eso se trata también con esta novela. Primero, lo principal, como con todas las que escribo, se trata de entretener. Una novela policiaca que no entretenga, que no agarre al lector y le mantenga atrapado, agarrado a las páginas, tan intrigado como incómodo, quedaría reducida a un fiasco literario. Entretener: ese es el primer e irrenunciable objetivo, casi la obligación.

"Mi esperanza es haber conseguido escribir una novela que cumpla su principal función de entretener. Pero, de paso, espero, querido lector, que te deje también con alguna duda sobre ti mismo"

Pero en El dragón negro he querido mezclar algún otro ingrediente en la receta tradicional del género. He querido que, a lo largo de la historia, vaya surgiéndoles un dilema a mis personajes (¿dónde sitúo la línea que separa el bien del mal? ¿Hasta dónde estoy yo dispuesto a llegar? ¿Cuál es la diferencia entre justicia y venganza?) para, a la vez, trasladar ese dilema al lector: ¿y tú? ¿Cómo te respondes tú a esas preguntas?

Mi esperanza es haber conseguido escribir una novela que cumpla su principal función de entretener. Pero, de paso, espero, querido lector, que te deje también con alguna duda sobre ti mismo: ¿y si me creo que no, pero al final resulta que tengo algún ramalazo racista? ¿Y si no tengo tan claro si el crimen está siempre injustificado? ¿Y si me parezco más a los personajes de esta novela de lo que quiero o creo?

Disfruta. Espero.

—————————————

Autor: Fernando Benzo. Título: El dragón negro. Editorial: Planeta. Venta: Todos tus libros.

La entrada De polis sin género, villanos con causa y algún dilema aparece primero en Zenda.