El estremecedor relato de un vecino del piso en el que un hombre mató a su hija de 13 años: «Vi a la madre y la niña…»

La conmoción de un crimen inesperado. En ocasiones, hay sucesos que sacuden a toda una comunidad, hechos que, aunque nunca imaginados, nos golpean con una crudeza tan real que nos dejan sin aliento. Este viernes, en el tranquilo barrio bilbaíno de Larraskitu, ocurrió una tragedia que aún resuena en los ecos de los vecinos. El ... Leer más

Jun 1, 2025 - 05:15
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El estremecedor relato de un vecino del piso en el que un hombre mató a su hija de 13 años: «Vi a la madre y la niña…»

La conmoción de un crimen inesperado.

En ocasiones, hay sucesos que sacuden a toda una comunidad, hechos que, aunque nunca imaginados, nos golpean con una crudeza tan real que nos dejan sin aliento. Este viernes, en el tranquilo barrio bilbaíno de Larraskitu, ocurrió una tragedia que aún resuena en los ecos de los vecinos. El asesinato de una niña de 13 años a manos de su propio padre, seguido del suicidio de este, ha dejado a todos desconcertados y con una sensación de vulnerabilidad colectiva. La noticia de este terrible suceso corrió rápidamente por las calles, sorprendiendo a quienes se dirigían a sus trabajos sin sospechar las dimensiones de lo ocurrido.

Pocos imaginaban que ese día se convertiría en una pesadilla, y aún menos quienes, al principio, se sentían ajenos a la tragedia. «Pero, ¿qué me estás contando?», se escuchaba decir a una vecina, atónita por el relato que corría de boca en boca. “¡13 añitos, qué barbaridad!” y “Ufff, qué desgracia, una cría que tenía toda la vida por delante”, eran las frases más repetidas en los alrededores del número 22 de Larraskitu, el epicentro de la tragedia. La incomprensión y el dolor se apoderaron rápidamente de los que, en un principio, solo habían visto los primeros destellos de una noticia desgarradora.

El relato del vecino.

Un vecino, que vive justo encima del hogar de la familia, recordó con inquietud los momentos previos al crimen. En la mañana del jueves, había visto a la madre y la hija empacando pertenencias, un gesto que, a simple vista, parecía no tener mayor importancia. Sin embargo, esa misma tarde, alrededor de las cinco, escuchó ruidos extraños: golpes y el sonido de la policía rompiendo la puerta de la casa. La escena que siguió fue más aterradora de lo que cualquier vecino pudo haber anticipado. «No te imaginas que algo así pueda pasar al lado de tu casa», reflexionó, sin poder salir de su asombro.

La tragedia no fue solo el desenlace final, sino también lo que precedió a ello. Según los informes, la madre, tras una discusión con el padre de la niña, huyó del hogar, temerosa por la seguridad de su hija. Fue ella quien alertó a la policía, pero el horror les esperaba al llegar. Al entrar en la vivienda, los agentes se encontraron con la niña muerta en su cama, una escena que dejó a la comunidad de Larraskitu en estado de shock. Los comentarios de los vecinos reflejaron la incredulidad: «¿Cómo se le puede hacer eso a una niña?», se lamentaban, mientras otros se mostraban visiblemente indignados, incapaces de comprender un acto tan brutal.

Un crimen con un propósito oscuro.

Algunas voces en el barrio apuntaron a que el asesinato podría haber sido el resultado de un acto de violencia vicaria, un tipo de violencia machista que utiliza a los hijos como una herramienta para hacer daño a la mujer. Investigadores cercanos al caso sugirieron que el padre de la menor, de 43 años, habría cometido el crimen con el objetivo de castigar a su ex pareja, una hipótesis que arroja más tinieblas sobre un caso ya de por sí sombrío. «Es un jarro de agua fría», comentaba un vecino, aún intentando asimilar la noticia.

La madre de la víctima, al igual que muchos en el vecindario, no podía creer lo que había sucedido. El vecino que había sido testigo de los últimos momentos de la familia recordó cómo, la tarde antes del crimen, la madre y la hija parecían estar en medio de una mudanza. Habían empaquetado sus pertenencias, un gesto que, en retrospectiva, parece premonitorio. «Nunca imaginé que algo tan horrible podría ocurrir en nuestro barrio», confesó, visiblemente afectado por la tragedia.

Un sentimiento colectivo de dolor.

Este suceso ha dejado una herida profunda en la comunidad, que aún busca respuestas. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Bilbao convocó una concentración para condenar el asesinato de la niña y rechazar la violencia contra las mujeres y sus hijas. Esta acción, que se celebró a mediodía en las escalinatas del Consistorio, invitó a los ciudadanos a mostrar su solidaridad con la víctima y a unirse en contra de la violencia machista. La noticia ha trascendido más allá del barrio, y la ciudad entera parece rendida ante la magnitud del dolor.

En las horas posteriores, personas cercanas a la víctima se acercaron al lugar de los hechos para rendir homenaje a la niña. Una de ellas, la niñera de la menor, depositó flores en el lugar y expresó su tristeza. «Ella era muy buena, muy maja y muy dulce», dijo, visiblemente conmovida por la pérdida. A pesar de los esfuerzos de la madre por escapar del agresor, la tragedia se consumó, y lo único que quedó fue el vacío de una vida truncada a tan temprana edad.

El vecino que vio demasiado.

Pero lo que realmente ha estremecido a la comunidad es el testimonio de un vecino, quien fue uno de los últimos en ver a la madre y la hija antes de la tragedia. Según su relato, vio cómo ellas empacaban sus cosas, como si estuvieran preparándose para salir de casa, aunque no había señales evidentes de que se tratara de una huida definitiva. A pesar de ello, sus palabras se han convertido en un recordatorio de lo que estuvo a punto de suceder: «Yo nunca imaginé que algo así pudiera pasar tan cerca».

Lo que parecía una despedida cotidiana se transformó en una tragedia insoportable, y el barrio, con sus esquinas y calles que acostumbran a ser tan tranquilas, ahora lleva sobre sí la marca de este horrible acontecimiento. Las personas que conocieron a la familia, aunque solo de vista, sienten el impacto de lo sucedido, y no hay dudas de que el eco de este crimen resonará en el vecindario por mucho tiempo. La madre y la hija estaban a punto de escapar, pero lo que siguió fue mucho peor.