El Palacio de los Sueños, de Ismaíl Kadaré

El Palacio de los Sueños comienza de un modo que enseguida me ha remitido a las otras dos novelas que llevo leídas del autor: mostrando una escena de mal tiempo atmosférico. «La mañana era húmeda y ventosa» es la primera frase del libro. Las escenas principales de los libros de Kadaré suelen compartir el mismo... Leer más La entrada El Palacio de los Sueños, de Ismaíl Kadaré aparece primero en Zenda.

May 27, 2025 - 19:05
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El Palacio de los Sueños, de Ismaíl Kadaré

Ya he contado que me propuse leer en 2025 a Ismaíl Kadaré (Gjirokastra, Albania, 1936 – Tirana, 2024) y le solicité a la editorial Alianza tres libros suyos. Después de leer El general del ejército muerto (1963) y Crónica de piedra (1971), me he acercado a El Palacio de los Sueños (1981), que es la novela que suele considerarse la obra maestra del autor. En las dos anteriores, el tiempo narrativo de las novelas se correspondía con momentos vividos por Kadaré. La acción de El general del ejército muerto se situaba «veinte años después de la guerra»; es decir, en 1962 o 1963, y la acción de Crónica de piedra nos llevaba hasta la infancia de Kadaré, hasta sus propias vivencias de la guerra, en 1942 o 1943. La acción de El Palacio de los Sueños nos conduce hasta el Imperio otomano del siglo XIX, a una Albania en la que la gente se mueve en carruajes y su país forma parte de un territorio mucho más grande.

El Palacio de los Sueños comienza de un modo que enseguida me ha remitido a las otras dos novelas que llevo leídas del autor: mostrando una escena de mal tiempo atmosférico. «La mañana era húmeda y ventosa» es la primera frase del libro. Las escenas principales de los libros de Kadaré suelen compartir el mismo telón de fondo: la lluvia, la bruma, la nieve, el frío, la oscuridad… Son novelas que transcurren en los meses de otoño e invierno, y cuando llega la primavera y el verano se produce un salto temporal. La novela acabará «una tarde a finales de marzo» y su protagonista, a través de la ventana de un carruaje, observará signos de la llegada de la primavera en un parque. «A dos pasos de él sabía que se encontraba la renovación de la vida, la calidez de las nubes, las cigüeñas y el amor, todo lo que había fingido ignorar, temeroso de que pudiera arrancarlo del hechizo del Palacio de los Sueños.» (pág. 242). Es decir, la novela transcurre durante los meses de otoño e invierno y finaliza cuando va a llegar la primavera y el buen tiempo, algo que —por lo que llevo leído— no ocurre en las novelas de Kadaré, en las que el clima adverso se convierte en un elemento simbólico que va añadiendo capas de ominosidad en las escenas.

"Mark-Alem se encuentra con varios personajes, que le van a hablar del funcionamiento y de los orígenes del Palacio de los Sueños"

El protagonista de la novela es Mark-Alem, un joven de veintiocho años, que pertenece a la influyente familia de los Quyprilli. La novela comienza la mañana en la que Mark-Alem entra en el Palacio de los Sueños para realizar una entrevista de trabajo. Desde el comienzo, desde que Mark-Alem atraviesa las puertas del Palacio de los Sueños, o el Tabir Saray, una sensación de irrealidad comenzará a invadirle, igual que al lector. «El pasillo era largo y sombrío. Las puertas desembocaban en él por decenas, altas y sin numeración. Contó once y se detuvo», leemos en la página 2. La sensación de extrañeza y amenaza será constante en el Palacio de los Sueños. Tanto el espacio físico, repleto de pasillos y puertas, de problemas para recordar el camino recorrido una vez realizado, y las personas, que parecen comportarse de un modo distante con Mark-Alem, le recordarán al lector el universo creado por el checo Franz Kafka en obras como El castillo (1925, escrita entre 1914 y 1915). El hecho de ir a ser el primer día de trabajo de Mark-Alem propicia que se encuentre con varios personajes, que le van a hablar del funcionamiento y de los orígenes del Palacio de los Sueños. Este recurso permitirá también al lector conocer los secretos del lugar: «Nuestro Palacio de los Sueños, creado por deseo expreso y personal del Sultán soberano, tiene como misión clasificar y examinar no ya los sueños aislados de las personas individuales, las cuales, por una u otra razón, constituían antes una esfera privilegiada y detentaban en la práctica el monopolio de las predicciones mediante la interpretación de los signos divinos, sino el Tabir Total, dicho de otro modo, el sueño de todos los súbditos sin excepción» (pág. 31). Como nos dice en el prólogo el traductor Ramón Sánchez Lizarralde, Kadaré quería crear en esta novela «un infierno». En esta fábula, el control que ejerce el Estado sobre los ciudadanos es tal que éstos están obligados a transcribir sus sueños cada vez que despiertan (y si no saben escribir, habrán de visitar a un escriba para que lo haga por ellos) y hacerlos llegar al Palacio de los Sueños. En él, los funcionarios tendrán que clasificarlos, o desecharlos, hasta que lleguen al poderoso departamento de Interpretación, donde se analizará si el sueño que ha creado la mente de algún ciudadano puede representar un mal augurio para el futuro del Imperio, y ese sueño podría convertirse en el Sueño Maestro, aquel que puede predecir las catástrofes y que permitirá a las autoridades anticiparse.

"El trabajo de Mark-Alem en el Palacio, a pesar de que va ascendiendo posiciones, nunca parece ser agradable y lo vive siempre con angustia, con el temor a equivocarse y ser reprendido o despedido"

El Palacio de los Sueños acabará siendo una metáfora de la situación de control estatal que vivían los ciudadanos en la Albania de Kadaré, bajo el régimen de Enver Hoxha. Como Kadaré, en el momento de escribir este libro, aún vivía en Albania —más tarde se acabaría exiliando a Francia— tuvo que situar su historia en el siglo XIX para que pudiera pasar la censura gubernamental. Aun así, en 1982, Kadaré será criticado públicamente por la publicación de este libro, que fue condenado al silencio durante los siete años siguiente, y cuando se volvió a publicar en 1988, se hizo con la advertencia (estoy parafraseando el prólogo, del traductor Ramón Sánchez Lizarralde) de que había sido «revisada». Así que, en este caso, la edición definitiva de la novela, a diferencia de otras, que se retocaron con posterioridad por motivos estéticos o de madurez estilística, la versión definitiva de esta novela consistió en recuperar su forma original.

El trabajo de Mark-Alem en el Palacio, a pesar de que va ascendiendo posiciones, nunca parece ser agradable y lo vive siempre con angustia, con el temor a equivocarse y ser reprendido o despedido por ello. En uno de los capítulos se describe un día libre, en el que intenta recuperar sus viejos hábitos y visitar, por ejemplo, el café al que solía ir. Esta visita se acabará tornando desagradable cuando se dé cuenta de que el dueño del local y el resto de la parroquia saben que ha empezado a trabajar en el Palacio de los Sueños, lo que le convierte en una persona con un poder temible.

"Es una novela sólida, muy bien construida, con toques poéticos, y un aire de amenaza y extrañeza perennes sobre lo contado"

El destino de la familia de Mark-Alem —los poderosos Quyprilli— se irá complicando con el del sultán, con quien parecen tener más de una rencilla del pasado pendiente. Los Quyprilli son tan poderosos que existen rapsodas en los Balcanes que cantas epopeyas sobre su pasado. Como ya he ido viendo que las novelas de Kadaré están, hasta cierto punto, conectadas entre sí, creo que este tema de los rapsodas tiene que ver con el argumento de El expediente H., donde unos estudiosos anglosajones viajan a Albania para encontrar a estos rapsodas y entender así los cantos de Homero.

El Palacio de los Sueños es una novela sólida, muy bien construida, con toques poéticos —sobre todo cuando se describen los sueños que Mark-Alem tiene que analizar— y un aire de amenaza y extrañeza perennes sobre lo contado. Sin embargo, considero que la dependencia de la obra de Kafka acaba haciendo que prefiera las otras dos novelas de corte más realista que he leído de Kadaré, El general del ejército muerto y Crónica de piedra. En cualquier caso, el nivel de las tres obras es realmente alto.

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