Panda Bear: “Ir al estudio es lo más cercano que tengo a una práctica espiritual”

Algo en su voz que parece venir de otro lugar: bañada en reverb, radiante y lejana, estirando las sílabas como si pareciese venir de un coro de iglesia. Pero en persona, Noah Lennox es terrenal, calmo, de gestos mínimos. Su voz al hablar es pausada, medida, y su mirada pequeña, discreta, casi reservada. Lennox es [...] Ver más noticias en Indie Hoy.

Jun 2, 2025 - 14:55
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Panda Bear: “Ir al estudio es lo más cercano que tengo a una práctica espiritual”
Panda Bear.

Algo en su voz que parece venir de otro lugar: bañada en reverb, radiante y lejana, estirando las sílabas como si pareciese venir de un coro de iglesia. Pero en persona, Noah Lennox es terrenal, calmo, de gestos mínimos. Su voz al hablar es pausada, medida, y su mirada pequeña, discreta, casi reservada.

Lennox es lo que se dice un rara avis, un artista que eligió el camino de la experimentación como norte y aun así —o justamente por eso— encontró eco en la crítica y en otros músicos. Su entrada en la música fue como cantante y baterista de Animal Collective, banda de Baltimore que definió buena parte del sonido alternativo estadounidense de las últimas dos décadas.

En paralelo, Lennox lleva una carrera igual de longeva como Panda Bear, proyecto solista en el que brilla como productor, collagista de samples y dueño de una voz que parece resonar desde los cielos. Al igual que Animal Collective, en su discografía en solitario no hay un disco igual al otro. Cada una de sus obras parece abrir una puerta hacia un lugar nuevo, sean los himnos veraniegos de Person Pitch (2007), las atmósferas densas de Tomboy (2011), o el entramado caótico de Panda Bear Meets the Grim Reaper (2015).

Tal vez la única constante en su sonido haya sido la psicodelia, esa etiqueta usada para describir una tradición ancestral de música con el poder de expandir los sentidos, ampliar los márgenes de la percepción e inducir estados de trance. Una palabra que él mismo, sin embargo, duda en definir.

“Muchas personas usan la palabra psicodelia para describir mi música —admite Lennox en conversación con Indie Hoy—. Sé que significa algo, pero ya no estoy seguro qué. Para algunos es un sonido de fines de los 60 o principios de los 70. Para otros es algo más específico, un sonido en donde los bordes se vuelven borrosos, como una especie de sinestesia en la que una cosa se convierte en otra. Pero no hay una definición estricta. Quiere decir algo, pero muchas veces no sé bien qué”.

¿Cuándo te empezaste a interesar en hacer música psicodélica? ¿Recordás alguna experiencia temprana que te haya marcado?
Diría que fue el primer verano que estuve en Nueva York con Brian [Weitz] y Dave [Portner de Animal Collective]. Teníamos un minidisc y un micrófono estéreo chiquito que podíamos dejar en cualquier lado del cuarto. Era el departamento de Dave, en un quinto o sexto piso sin ascensor, y hacía muchísimo calor. Llenábamos la habitación con instrumentos y cosas, y simplemente improvisábamos. El minidisc podría habar hasta 80 minutos, así que lo poníamos a grabar y tocábamos. Cuando escuchamos esas grabaciones después sentí que estábamos haciendo algo que podría llamarse psicodélico. 

¿Recordás la primera experiencia con la música dub jamaicana? Sé que ha sido una gran influencia y mucha gente relaciona lo psicodélico con el dub por sus efectos.
Son similares en que evocan una atmósfera onírica, casi sobrenatural. Un amigo de la universidad, Jesse, me hizo una cinta de Roots of Dub de King Tubby. Caminaba por la ciudad escuchándola una y otra vez. Seguramente había oído dub antes, pero fue ahí cuando conecté. Tenía unos 18 años. Me atrajo esa atmósfera húmeda, soñadora, oceánica, y siento que casi todo lo que hice lleva esa inspiración.

Person Pitch fue el primer disco en que usaste el dub como sample en tu música, además de samplear Lee Perry, The Tornados, Kraftwerk. ¿Cómo encontraste y elegiste esos sonidos?
Sampleaba discos que me gustaban y tuve la suerte de tener amigos muy melómanos, a veces metidos en géneros que no eran mi fuerte. Compartir música con gente fue lo más importante para mi aprendizaje. Trabajé cuatro años y medio en una disquería en Nueva York llamada Other Music. No atendía en el caja, trabajaba en una oficina arriba, y poníamos música en un boombox que pasaba de mano en mano. Escuchábamos discos raros y alternativos que no vendían en tiendas comunes. Ahí desarrollé mi vocabulario músical. En cuanto a los samples, eran simplemente cosas de las que yo era muy fan, música que ya conocía y quería usar. Probablemente muchas las tenía en mente desde hace un tiempo. No fue algo espontáneo, no es que estaba revisando bateas ni nada por el estilo.

¿Considerás al sampler como tu instrumento principal? 
Supongo que todavía me considero principalmente baterista. Siento que todo lo abordo desde un punto de vista rítmico. Definitivamente soy de la escuela de alguien como James Brown, donde cada elemento funciona como parte de una máquina rítmica. Me gusta mucho esa forma de ver la música.

Este año, Panda Bear enfrentó uno de los desafíos más grandes de su carrera musical: grabar una sesión en el célebre Tiny Desk de NPR, donde no se permite el uso de efectos ni procesamientos en la voz o los instrumentos. Para alguien que lleva casi una vida manipulando el sonido —sumando capas, modulaciones, reverberaciones—, fue un riesgo poco común. Frente al micrófono, dejó de lado los recursos con los que solía transformar, amplificar o esconder su voz, y se presentó acompañado por una banda que lo acompaña por primera vez en sus shows

Sí, eso fue como un salto de fe —admite—. No lo practicamos. O sea, ensayamos mucho para hacer los shows, así que creo que todos nos sentíamos bastante confiados, pero había una especie de incertidumbre sobre cómo iba a ser la sesión, porque nunca habíamos tocado tan bajito ni yo había cantado sin ningún tipo de procesamiento. Por eso elegimos canciones que pensamos que podían funcionar en ese ambiente. Creo que salió bastante bien, pero confieso que, por esa incertidumbre, estaba un poco nervioso”.

El motivo de este nuevo salto fue Sinister Grift, su disco más reciente, publicado en febrero y acompañado por una extensa gira que lo tuvo tocando por Europa y Estados Unidos, y que promete traerlo de vuelta a Argentina y Latinoamérica el año que viene. Un disco que trajo un raro momento de exposición para una figura que suele mantenerse enigmática, de bajo perfil, que pocas veces aparece sonriendo en fotos, entrevistas o shows.

En esta etapa, sin embargo, Noah empezó a hablar más abiertamente de su vida personal. En entrevistas recientes contó que la producción de Sinister Grift coincidió con una etapa de cambios profundos: un divorcio, una nueva pareja, y una emocionalidad que se coló en las canciones.

El resultado es un álbum cálido, prístino, descrito por la crítica como uno de los más accesibles e inmediatos de su carrera. Un disco de sonido terrenal, no muy alejado en ese sentido de sus últimos dos trabajos con Animal Collective, Isn’t It Now (2023) y Time Skiffs (2022), grabados a partir de la improvisación y el reencuentro cara a cara en el estudio. Sinister Grift es el primer disco de Panda Bear en que todos los Animal Collective hacen un aporte. 

Siempre volviendo a las bases, siempre empezando de nuevo. Esta no es una excepción. Como cada disco de Panda Bear, Sinister Grift tiene algo de comienzo y de fin de etapa a la vez. Sus canciones entrelazan relatos de depresión y pérdida con influencias del sunshine pop de los 60, el reggae y la música surf. Como si la fragilidad lo haya forzado a escribir sus canciones más alegres, para equilibrar la oscuridad con la luz. La música de Panda siempre tuvo algo de himno; muchas de sus letras podrían ser tomadas como afirmaciones estoicas de autosuperación o consejos que le daría un padre a un hijo. 

Panda Bear.
Panda Bear. Foto: Chris Shonting.

Siempre me gusta probar cosas nuevas o escribir canciones de manera distinta —cuenta Noah—. Siento que es inevitable que mi forma de componer vaya cambiando con el tiempo, pero siempre tengo que tener una idea que me emocione. A veces abandono esa idea y dejo que el instinto guíe. Por ejemplo, en este disco, la idea inicial era grabar de forma bastante directa, usando batería, bajo, guitarra y voz, y que después podíamos desarmar esas grabaciones o transformarlas. Eso todavía se escucha en ‘Elegy for Noah Lou’, donde se siente que hay una canción ahí pero flotando de forma extraña. Otras canciones, en cambio, sentimos que no necesitaban transformarse en otra cosa, que estaban completas así. El experimento esta vez fue hacer canciones más directas, algo que no había hecho antes realmente”.

Describiste tu estudio como un templo. ¿Tenés alguna práctica espiritual?
Supongo que sí, aunque es difícil definirlo. No diría que es una práctica, pero tal vez ir al estudio y trabajar sea lo más parecido.

¿Cómo creés que fue cambiando tu voz con el tiempo? ¿Te escuchás más joven en tus primeros discos?
Creo que el cambio más grande fue pasar de un estilo alto, más susurrado, a veces casi falsete, a cantar más desde el estómago, con una voz más proyectada, más crooner. Eso fue más o menos desde Tomboy. Todavía uso algo del estilo más viejo, pero ese fue un cambio importante.

Describiste tus últimos tres discos solistas, Panda Bear Meets Grim RipperBuoys y Sinister Grift  como el comienzo de una nueva era para tu sonido, y sin embargo son trabajos consecutivos…
Pienso que Buoys es el inicio de algo nuevo. Los tres anteriores, Person PitchTomboy y Grim Reaper, siento que van juntos de alguna forma. En la superficie, Sinister Grift y Buoys no parecen relacionados, pero para mí son ambos discos de guitarra y con mucha procesamiento. La diferencia es que en Buoys el procesamiento oculta lo más natural, y en Sinister Grift lo potencia. Son imágenes inversas, pero muy cercanas.

Durante la promoción de Sinister Grift hablaste sobre lo personal del disco y mencionaste momentos difíciles en tu vida, así como temas de salud mental en entrevistas. Quería preguntarte cómo fue este tiempo desde entonces, en cuanto a tu equilibrio emocional y bienestar general.
Siento que lo peor ya pasó, pero todavía hay momentos difíciles. No quería que el álbum estuviera cargado con eso, así que en todo momento intenté que las canciones no se sientan demasiado específicas de mi experiencia, para que no sea tan obvio que hablaba solo de mí, sino algo más general. Pero, para responder tu pregunta, no fueron los mejores meses.

Algunas de tus canciones suenan como consejos que podrías recibir de un amigo sabio y cercano. ¿Tenés un consejo para alguien que esté pasando por momentos emocionales difíciles?
Hablen con sus amigos, con gente en la que confíen. Parece obvio, pero el impulso es aguantarlo solo. Hablar siempre ayuda.

Escuchá Sinister Grift de Panda Bear en plataformas (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).

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