Cuando Julio Camba escribió sobre ' La tragedia del catalán ', hace más de un siglo, no imaginaba que el Gobierno español desplegaría una frustrada ofensiva diplomática para que la Unión Europea incorporara el idioma en su lista de lenguas oficiales, junto al gallego y el euskera. « A todos los españoles suele indignarnos mucho el que los catalanes hablen catalán », sostenía el enviado especial a Barcelona en 1917. Aunque, a su juicio, aún indignaba más que hablaran castellano, por su marcado acento. «Este dejo especial de los catalanes lo tomamos casi como una ofensa», decía, porque «no concebimos que pueda decirse nada espiritual con acento catalán, nada amable ni nada galante». Si en Cataluña hay un hecho diferencial...
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