'Fight or Flight', un jolgorio ultraviolento de altos vuelos con deliciosa alma de serie B

Tras una larga temporada con un goteo de trabajos sorprendentemente escaso si tenemos en cuenta el impacto de su nombre en el star system Hollywoodiense de los 90 y principios de los 2000, está claro que Josh Hartnett ha vuelto. Pero el retorno del actor no ha sido con proyectos al peso y papeles escogidos sin ton ni son, marcando la tónica la elección de títulos con un mínimo de prestigio capitaneados por directores de renombre. En los últimos cinco años, Hartnett, además de su escarceo televisivo en el celebrado episodio de 'Black Mirror' 'Beyond the Sea', ha colaborado con Guy Ritchie en 'Despierta la furia' y 'Operación Fortune', con Christopher Nolan en la multipremiada 'Oppenheimer' y con un M. Night Shyamalan en su salsa que se sirvió de su protagonista para elevar la injustamente vapuleada 'La trampa'. En Espinof Las 33 mejores películas de acción de la historia Esta colección de cromos con algunos de los cineastas más reconocidos del momento hace que la maniobra de escoger 'Fight or Flight', una comedia de acción con un presupuesto modesto y un realizador que debuta en la gran pantalla, no parezca tener demasiado sentido. Tras disfrutar de sus jaraneros 100 minutos de duración y de una de las interpretaciones más desquiciadas de los últimos años, puedo comprenderlo perfectamente. Desmadre de altos vuelos Lo nuevo de James Madigan no deja de ser otro de los productos fruto de la veneración hacia la saga 'John Wick' y, más particularmente, su tirón comercial. Desde que el asesino de Keanu Reeves debutase en 2014, su equipo responsable, más allá de las secuelas y los spin offs de rigor, ha explotado el filón en largos más enfocados al thriller como 'Atómica', con voluntad satírica como 'Nadie' o con apuestas firmes por el humor como 'Bullet Train'. 'Fight or Flight', con espíritu de serie B y un claro orgullo por ofrecer entretenimiento con una pureza equivalente a su cariz descerebrado —en el mejor sentido posible de la palabra—, parece ser el resultado de introducir en una coctelera las aventuras de Baba Yaga y el baño de sangre embotellado del filme protagonizado por Brad Pitt, cambiando el medio de transporte ferroviario por el aéreo. Algo que, en última instancia, ofrece unas dosis de diversión con las que muchos blockbusters multimillonarios sólo pueden soñar. Hay que reconocer que nos encontramos ante una de esas películas capaces de poner a prueba a los espectadores con una baja capacidad de atención —los que, por cierto, cada vez proliferan más—. Esto es debido a un primer acto ligeramente plomizo que se limita a encerrar a personajes en habitaciones para hacerles disparar exposición oral a discreción mientras intenta construir su propio universo mediante el diálogo. Por suerte, la cosa comienza a tomar forma de forma progresiva y a revelar las grandes bajas sobre las que se construirá un relato que no revoluciona el subgénero —ni parece tener aspiración alguna de hacerlo—, pero que se alza como una propuesta perfecta para una de esas noches de cine veraniego entre colegas en las que lo verdaderamente importante es pasarlo bien sin hacer prisioneros. En Espinof Las 16 mejores películas de acción y thrillers de 2024 Conforme avanza su metraje, el sentido del humor se va pasando cada vez más de rosca, evolucionando a la par que unas escenas de pelea que no escatiman en gore, desmembramientos y litros de hemoglobina y que pasan de los puños a las motosierras en un crescendo poco menos que delirante que asegura los aplausos y las carcajadas del público más cómplice. Hay que subrayar que, en lo que respecta a las setpieces, quien espere un tratamiento visual tan estilizado como el de 'John Wick' corre el riesgo de quedar decepcionado. Está claro que 'Fight or Flight' no está tan pulida como la franquicia de Chad Stahelski y Derek Kolstad, pero brinda unos combates sobradamente contundentes y efectivos. En contraposición a las tomas largas y los planos abiertos que exprimen coreografías milimetradas, Madigan opta por los trucos de montaje, los recursos digitales y un trabajo de cámara más visceral y caótico; algo que se alinea con el tono desmadrado de la cinta y que no debe catalogarse como "mejor" ni como "peor", simple y llanamente como "diferente". En la otra cara de la moneda, mucho menos luminosa, habita una narrativa caótica a la que es mejor no intentar buscar el sentido para dejarse llevar entre inconsistencias, agujeros y licencias que ponen a prueba la suspensión de la incredulidad y que remata en un tercer acto al que sucede un anticlimax que no cierra el arco dramático y que funciona a modo de cliffhanger que deja la puerta abierta de par en par para una secuela. Si bien este cierre cae como un jarro de agua fría, la simple idea de una '

Jun 18, 2025 - 16:45
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'Fight or Flight', un jolgorio ultraviolento de altos vuelos con deliciosa alma de serie B

'Fight or Flight', un jolgorio ultraviolento de altos vuelos con deliciosa alma de serie B

Tras una larga temporada con un goteo de trabajos sorprendentemente escaso si tenemos en cuenta el impacto de su nombre en el star system Hollywoodiense de los 90 y principios de los 2000, está claro que Josh Hartnett ha vuelto. Pero el retorno del actor no ha sido con proyectos al peso y papeles escogidos sin ton ni son, marcando la tónica la elección de títulos con un mínimo de prestigio capitaneados por directores de renombre.

En los últimos cinco años, Hartnett, además de su escarceo televisivo en el celebrado episodio de 'Black Mirror' 'Beyond the Sea', ha colaborado con Guy Ritchie en 'Despierta la furia' y 'Operación Fortune', con Christopher Nolan en la multipremiada 'Oppenheimer' y con un M. Night Shyamalan en su salsa que se sirvió de su protagonista para elevar la injustamente vapuleada 'La trampa'.

Esta colección de cromos con algunos de los cineastas más reconocidos del momento hace que la maniobra de escoger 'Fight or Flight', una comedia de acción con un presupuesto modesto y un realizador que debuta en la gran pantalla, no parezca tener demasiado sentido. Tras disfrutar de sus jaraneros 100 minutos de duración y de una de las interpretaciones más desquiciadas de los últimos años, puedo comprenderlo perfectamente.

Desmadre de altos vuelos

Lo nuevo de James Madigan no deja de ser otro de los productos fruto de la veneración hacia la saga 'John Wick' y, más particularmente, su tirón comercial. Desde que el asesino de Keanu Reeves debutase en 2014, su equipo responsable, más allá de las secuelas y los spin offs de rigor, ha explotado el filón en largos más enfocados al thriller como 'Atómica', con voluntad satírica como 'Nadie' o con apuestas firmes por el humor como 'Bullet Train'.

'Fight or Flight', con espíritu de serie B y un claro orgullo por ofrecer entretenimiento con una pureza equivalente a su cariz descerebrado —en el mejor sentido posible de la palabra—, parece ser el resultado de introducir en una coctelera las aventuras de Baba Yaga y el baño de sangre embotellado del filme protagonizado por Brad Pitt, cambiando el medio de transporte ferroviario por el aéreo. Algo que, en última instancia, ofrece unas dosis de diversión con las que muchos blockbusters multimillonarios sólo pueden soñar.

Hay que reconocer que nos encontramos ante una de esas películas capaces de poner a prueba a los espectadores con una baja capacidad de atención —los que, por cierto, cada vez proliferan más—. Esto es debido a un primer acto ligeramente plomizo que se limita a encerrar a personajes en habitaciones para hacerles disparar exposición oral a discreción mientras intenta construir su propio universo mediante el diálogo.

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Por suerte, la cosa comienza a tomar forma de forma progresiva y a revelar las grandes bajas sobre las que se construirá un relato que no revoluciona el subgénero —ni parece tener aspiración alguna de hacerlo—, pero que se alza como una propuesta perfecta para una de esas noches de cine veraniego entre colegas en las que lo verdaderamente importante es pasarlo bien sin hacer prisioneros.

Conforme avanza su metraje, el sentido del humor se va pasando cada vez más de rosca, evolucionando a la par que unas escenas de pelea que no escatiman en gore, desmembramientos y litros de hemoglobina y que pasan de los puños a las motosierras en un crescendo poco menos que delirante que asegura los aplausos y las carcajadas del público más cómplice.

Hay que subrayar que, en lo que respecta a las setpieces, quien espere un tratamiento visual tan estilizado como el de 'John Wick' corre el riesgo de quedar decepcionado. Está claro que 'Fight or Flight' no está tan pulida como la franquicia de Chad Stahelski y Derek Kolstad, pero brinda unos combates sobradamente contundentes y efectivos.

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En contraposición a las tomas largas y los planos abiertos que exprimen coreografías milimetradas, Madigan opta por los trucos de montaje, los recursos digitales y un trabajo de cámara más visceral y caótico; algo que se alinea con el tono desmadrado de la cinta y que no debe catalogarse como "mejor" ni como "peor", simple y llanamente como "diferente".

En la otra cara de la moneda, mucho menos luminosa, habita una narrativa caótica a la que es mejor no intentar buscar el sentido para dejarse llevar entre inconsistencias, agujeros y licencias que ponen a prueba la suspensión de la incredulidad y que remata en un tercer acto al que sucede un anticlimax que no cierra el arco dramático y que funciona a modo de cliffhanger que deja la puerta abierta de par en par para una secuela.

Si bien este cierre cae como un jarro de agua fría, la simple idea de una 'Fight or Flight 2' que continúe la odisea de Lucas Reyes, brinde respuestas más que necesarias y sea la mitad de divertida, loca y cafre, suena como música para mis oídos.

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La noticia 'Fight or Flight', un jolgorio ultraviolento de altos vuelos con deliciosa alma de serie B fue publicada originalmente en Espinof por Víctor López G. .