Colaboración: La resistencia, de Ernesto Sabato
Idioma original: Español Año de publicación: 2000Valoración: Muy recomendableCuando Sabato publicó La resistencia en 2000, con ochenta y nueve años, ya sentía el aroma de la muerte. Tardaría once años aún en culminar su existencia, y buena parte de ese aguante se puede explicar a raíz del contenido de esta suerte de ensayo/manifiesto, que trasluce un optimismo sólido (esto es, paradójicamente, lleno de dudas) ante la vida.En este blog las tres novelas de Sabato han sido calificadas de imprescindibles y por tres personas distintas, lo que da testimonio de su maestría literaria y de su profundidad intelectual y humana, pues es uno de los pocos escritores con una visión del mundo que puede considerarse personalísima. Él definía a su producción narrativa, desgraciadamente escasa, como una oportunidad en donde mostrar las alegrías y las tristezas de su persona, sus pruebas de carácter y sus valles de sombras, que se reflejan en los personajes, trasuntos conscientes del autor.Pero en los ensayos sostenía una postura coherente y sin resquicios, apelando al orden de los razonamientos. En La resistencia él mismo admite que años atrás no hubiese escrito este libro, entregado a una resignación aplastante (acababa de perder a su compañera de toda la vida y a uno de sus hijos), pero en su edad final resurgió una esperanza “demencial”, producto de la convicción de luchar por lo más sagrado en nuestro interior.Es así que La resistencia se divide en cinco cartas, y cada una de ellas trata un tema en particular (los valores antiguos, los valores en comunidad, entre otros). La tesis que impregna a las cartas es que el hombre, mecanizado en una era de industrialización y sacralización científica, debe recuperar aquello que lo hace humano, la necesidad de cuidar el planeta y el respeto hacia la vida de uno y de los demás apostando al bien común, que no es “la sumatoria de los bienes egoístas individuales”, con sus afectos y ritos que proporcionan un orden ante la ansiedad de lo Absoluto y que ninguna máquina ni teoría puede reemplazar a la hora de brindar respuesta o consuelo. Realiza una crítica despiadada a casi todos los aspectos del capitalismo salvaje, no desde una postura económica o partidaria, sino centrándose en lo espiritual y humano, en el desgajo continuo, y perpetuo a este ritmo, que causa la estructura y visión actual del mundo.Sabato no escribe de manera mística, entronizando únicamente las cosas del pasado y desechando lo nuevo. Pondera la necesidad de la juventud de volver a las raíces espirituales frente a un mundo que exige información y productividad constante. Admite fallas en su razonamiento, resultado de sus dudas permanentes (y él fue un hombre jalonado por ellas), pero desarrolla sus argumentos y esperanzas con una sencillez abrumadora, la que la sabiduría de los años le han dado, que es complicado no emocionarse, no encontrar una grieta en nosotros que nos haga detener un momento para redimensionar la vorágine en la que estamos sumergidos. Es probable que al leer este libro uno ya sepa o haya intuido todo lo que se expresa, pero una cosa es saberlo y otra ponerlo en acción de la mejor forma que cada uno pueda, una cosa es creer en ello sin que nadie más parezca compartirlo y otra cosa es verse respaldado por un autor de la talla de Sabato.No le he puesto un Imprescindible porque no deja de ser un compendio de reflexiones muy bien conocidas de anteriores ensayos (recomiendo Heterodoxia, El escritor y sus fantasmas, en fin, toda su trayectoria) y porque sus novelas tienen más alcance emocional, ahondan no solo en la luz de la humanidad, sino también en la oscuridad, pero es una inmejorable entrada a uno de los pocos escritores que son también artistas de su tiempo, y en donde se puede encontrar, en vez de la moda del estoicismo barato y los manuales de autoayuda, verdadera compañía. Cierro con una cita de Emmanuel Lévinas, incluida en el libro y que resume excelentemente la obra de este monumental autor:Lo humano del hombre es desvivirse por el otro hombreFirmado: FélixOtras obras de Ernesto Sabato reseñadas en ULAD: Sobre héroes y tumbas, Abaddón el exterminador, El túnel

Año de publicación: 2000
Valoración: Muy recomendable
Cuando Sabato publicó La resistencia en 2000, con ochenta y nueve años, ya sentía el aroma de la muerte. Tardaría once años aún en culminar su existencia, y buena parte de ese aguante se puede explicar a raíz del contenido de esta suerte de ensayo/manifiesto, que trasluce un optimismo sólido (esto es, paradójicamente, lleno de dudas) ante la vida.
En este blog las tres novelas de Sabato han sido calificadas de imprescindibles y por tres personas distintas, lo que da testimonio de su maestría literaria y de su profundidad intelectual y humana, pues es uno de los pocos escritores con una visión del mundo que puede considerarse personalísima. Él definía a su producción narrativa, desgraciadamente escasa, como una oportunidad en donde mostrar las alegrías y las tristezas de su persona, sus pruebas de carácter y sus valles de sombras, que se reflejan en los personajes, trasuntos conscientes del autor.
Pero en los ensayos sostenía una postura coherente y sin resquicios, apelando al orden de los razonamientos. En La resistencia él mismo admite que años atrás no hubiese escrito este libro, entregado a una resignación aplastante (acababa de perder a su compañera de toda la vida y a uno de sus hijos), pero en su edad final resurgió una esperanza “demencial”, producto de la convicción de luchar por lo más sagrado en nuestro interior.
Es así que La resistencia se divide en cinco cartas, y cada una de ellas trata un tema en particular (los valores antiguos, los valores en comunidad, entre otros). La tesis que impregna a las cartas es que el hombre, mecanizado en una era de industrialización y sacralización científica, debe recuperar aquello que lo hace humano, la necesidad de cuidar el planeta y el respeto hacia la vida de uno y de los demás apostando al bien común, que no es “la sumatoria de los bienes egoístas individuales”, con sus afectos y ritos que proporcionan un orden ante la ansiedad de lo Absoluto y que ninguna máquina ni teoría puede reemplazar a la hora de brindar respuesta o consuelo. Realiza una crítica despiadada a casi todos los aspectos del capitalismo salvaje, no desde una postura económica o partidaria, sino centrándose en lo espiritual y humano, en el desgajo continuo, y perpetuo a este ritmo, que causa la estructura y visión actual del mundo.
Sabato no escribe de manera mística, entronizando únicamente las cosas del pasado y desechando lo nuevo. Pondera la necesidad de la juventud de volver a las raíces espirituales frente a un mundo que exige información y productividad constante. Admite fallas en su razonamiento, resultado de sus dudas permanentes (y él fue un hombre jalonado por ellas), pero desarrolla sus argumentos y esperanzas con una sencillez abrumadora, la que la sabiduría de los años le han dado, que es complicado no emocionarse, no encontrar una grieta en nosotros que nos haga detener un momento para redimensionar la vorágine en la que estamos sumergidos. Es probable que al leer este libro uno ya sepa o haya intuido todo lo que se expresa, pero una cosa es saberlo y otra ponerlo en acción de la mejor forma que cada uno pueda, una cosa es creer en ello sin que nadie más parezca compartirlo y otra cosa es verse respaldado por un autor de la talla de Sabato.
No le he puesto un Imprescindible porque no deja de ser un compendio de reflexiones muy bien conocidas de anteriores ensayos (recomiendo Heterodoxia, El escritor y sus fantasmas, en fin, toda su trayectoria) y porque sus novelas tienen más alcance emocional, ahondan no solo en la luz de la humanidad, sino también en la oscuridad, pero es una inmejorable entrada a uno de los pocos escritores que son también artistas de su tiempo, y en donde se puede encontrar, en vez de la moda del estoicismo barato y los manuales de autoayuda, verdadera compañía. Cierro con una cita de Emmanuel Lévinas, incluida en el libro y que resume excelentemente la obra de este monumental autor:
Lo humano del hombre es desvivirse por el otro hombre
Firmado: Félix