Tom Sharpe: La gran pesquisa
Idioma original: inglésTítulo original: The Great PursuitAño de publicación: 1977Traducción: Mónica Martín BerdaguéValoración: recomendable Por lo general, trato de huir de las novelas protagonizadas por escritores (propósito harto difícil de cumplir, pues muchos autores/as parecen pensar que no existe otro oficio digno de reflejarse en la ficción); ahora bien, otra cosa son los libros que hablan del mundillo literario -editores, agentes, e incluso la crítica-, que suelen resultar de lo más divertido, al tratarse de un tema bastante proclive al humor y la ironía... por no decir la sátira, como es el caso (1).Este libro del gran Tom Sharpe, de hecho, trata del periplo de otra novela titulada, de forma digamos que un tanto grandilocuente, Deteneos, oh hombres, ante la virgen, que un buen día llega a la londinense agencia literaria Frensic & Futtle, remitida por un abogado de Oxford, ya que su autor o autora desea permanecer en el más estricto anonimato, presumiblemente por el carácter escandaloso del libro, que narra el romance y, con particular detenimiento, las relaciones sexuales entre un adolescente y una señora octogenaria... Es decir, que se trata de una novela con unas extraordinarias posibilidades comerciales (en los años 70, cuando se publicó La gran pesquisa, la literatura con sexo en grandes cantidades y, a ser posible, algo escabroso, era la que más vendía... quiero pensar que es algo que ya no sucede), así que el agente literario Frederick Frensic monta toda una estrategia para conseguir sacar un pastizal por ella a la editorial americana Hutchmeyer. Con el pequeño inconveniente, claro está, que debe presentar a un autor que la firme y ponga la cara, por lo que Frensic echa mano de Peter Piper, un pobre letraherido al que lleva años representando -o, mejor dicho, no representando, puesto que no hay forma de colocar su novela autoficcional-, llegando a embarcarlo hacia EE.UU. junto a su socia, Sonia Futtle, para hacer la obligada promoción. Y aquí es cuando las cosas se comienzan a torcer de manera incontrolable y, más aún, imprevista, sobre todo cuando entra en escena la recauchutada, a la par que desquiciada, Baby, la esposa de Hutchmeyer. No voy a contar nada más, primero, porque no quiero hacer espoilers, pero, sobre todo, porque la trama de la novela se vuelve tan enrevesada y delirante que me resulta imposible resumirla. De todos modos, para quien le parezca todo un argumento inverosímil, recordemos recientes casos de escritores/as que han utilizado con éxito seudónimos para permanecer en la sombra, como Elena Ferrante o incluso quienes han sido representados en público por sosías, como ocurrió en la igualmente increíble, pero cierta, historia de J.T. LeRoy. Por lo que se refiere a la trama de esta novela, su premisa podría ser perfectamente plausible, aunque Sharpe, fiel a su estilo, la lleve hacia el más desaforado delirio humorístico, si bien es cierto, creo yo, que tampoco se trata del libro más desopilante de este autor. No obstante, posee la suficiente carga de humor y mala leche como para provocar no ya la sonrisa, sino más de una carcajada -en especial, al menos según mi opinión, los capítulos que se desarrollan en Bibliopolis, Alabama, villorrio de irónicamente apropiado nombre-; cierto es que se trata de un humor hoy en día un pelín incorrecto (o, en cambio, correctísimo, tal y como pintan las cosas en el mundo, últimamente) y. así, encontramos ciertas dosis de lo que habrá quien considere homo y transfobia, rechufla hacia los pueblos oprimidos, bodyshaming -en especial, gordofobia, o como se diga-, recurrente edadismo y hasta burla a los sentimientos religiosos (2). No lo voy a negar, pero hay que tener en cuenta que se trata de una novela humorística de hace casi medio siglo y, sobre todo, de Tom Sharpe. Y a los libros de Tom Sharpe, ya se sabe, hay que venir llorado, meado y cagado. No queda otra.En cualquier caso, lo más interesante de La gran pesquisa es que, además de ser una ácida sátira sobre el mundillo literario -repito: escritores, editores, agentes y hasta la crítica (3)- en ella encontramos también todo un juego metaliterario sobre la propia naturaleza de la literatura y su creación, hacia dónde debe encaminarse y por qué, etc. Que estemos ante una novela de humor de hace tanto tiempo no cambia las cosas, porque, de hecho, las cosas apenas han cambiado en todo este tiempo.(1) Más aún ahora que estamos en plena temporada de Ferias del libro y eventos por el estilo, en las que al interés mercantil y político se une la egolatría de los juntaletras escritores /as, como bien se comenta en este vídeo que podéis ver en nuestro estupendérrimo canal de YouTube (sí, también tenemos uno, ¿qué os creíais?) (2) De racismo, en cambio, no hay trazas, quizás porque, como es bien sabido, Sharpe fue educado, durante su niñez y adolescencia, en las ideas nazis, que luego rechazó en su edad adulta, sobre todo tras emigrar por un tiempo a Sudáfrica... Lástima que no ocurra lo mismo con t

Título original: The Great Pursuit
Año de publicación: 1977
Traducción: Mónica Martín Berdagué
Valoración: recomendable
Por lo general, trato de huir de las novelas protagonizadas por escritores (propósito harto difícil de cumplir, pues muchos autores/as parecen pensar que no existe otro oficio digno de reflejarse en la ficción); ahora bien, otra cosa son los libros que hablan del mundillo literario -editores, agentes, e incluso la crítica-, que suelen resultar de lo más divertido, al tratarse de un tema bastante proclive al humor y la ironía... por no decir la sátira, como es el caso (1).
Este libro del gran Tom Sharpe, de hecho, trata del periplo de otra novela titulada, de forma digamos que un tanto grandilocuente, Deteneos, oh hombres, ante la virgen, que un buen día llega a la londinense agencia literaria Frensic & Futtle, remitida por un abogado de Oxford, ya que su autor o autora desea permanecer en el más estricto anonimato, presumiblemente por el carácter escandaloso del libro, que narra el romance y, con particular detenimiento, las relaciones sexuales entre un adolescente y una señora octogenaria... Es decir, que se trata de una novela con unas extraordinarias posibilidades comerciales (en los años 70, cuando se publicó La gran pesquisa, la literatura con sexo en grandes cantidades y, a ser posible, algo escabroso, era la que más vendía... quiero pensar que es algo que ya no sucede), así que el agente literario Frederick Frensic monta toda una estrategia para conseguir sacar un pastizal por ella a la editorial americana Hutchmeyer. Con el pequeño inconveniente, claro está, que debe presentar a un autor que la firme y ponga la cara, por lo que Frensic echa mano de Peter Piper, un pobre letraherido al que lleva años representando -o, mejor dicho, no representando, puesto que no hay forma de colocar su novela autoficcional-, llegando a embarcarlo hacia EE.UU. junto a su socia, Sonia Futtle, para hacer la obligada promoción. Y aquí es cuando las cosas se comienzan a torcer de manera incontrolable y, más aún, imprevista, sobre todo cuando entra en escena la recauchutada, a la par que desquiciada, Baby, la esposa de Hutchmeyer.
No voy a contar nada más, primero, porque no quiero hacer espoilers, pero, sobre todo, porque la trama de la novela se vuelve tan enrevesada y delirante que me resulta imposible resumirla. De todos modos, para quien le parezca todo un argumento inverosímil, recordemos recientes casos de escritores/as que han utilizado con éxito seudónimos para permanecer en la sombra, como Elena Ferrante o incluso quienes han sido representados en público por sosías, como ocurrió en la igualmente increíble, pero cierta, historia de J.T. LeRoy. Por lo que se refiere a la trama de esta novela, su premisa podría ser perfectamente plausible, aunque Sharpe, fiel a su estilo, la lleve hacia el más desaforado delirio humorístico, si bien es cierto, creo yo, que tampoco se trata del libro más desopilante de este autor. No obstante, posee la suficiente carga de humor y mala leche como para provocar no ya la sonrisa, sino más de una carcajada -en especial, al menos según mi opinión, los capítulos que se desarrollan en Bibliopolis, Alabama, villorrio de irónicamente apropiado nombre-; cierto es que se trata de un humor hoy en día un pelín incorrecto (o, en cambio, correctísimo, tal y como pintan las cosas en el mundo, últimamente) y. así, encontramos ciertas dosis de lo que habrá quien considere homo y transfobia, rechufla hacia los pueblos oprimidos, bodyshaming -en especial, gordofobia, o como se diga-, recurrente edadismo y hasta burla a los sentimientos religiosos (2). No lo voy a negar, pero hay que tener en cuenta que se trata de una novela humorística de hace casi medio siglo y, sobre todo, de Tom Sharpe. Y a los libros de Tom Sharpe, ya se sabe, hay que venir llorado, meado y cagado. No queda otra.
En cualquier caso, lo más interesante de La gran pesquisa es que, además de ser una ácida sátira sobre el mundillo literario -repito: escritores, editores, agentes y hasta la crítica (3)- en ella encontramos también todo un juego metaliterario sobre la propia naturaleza de la literatura y su creación, hacia dónde debe encaminarse y por qué, etc. Que estemos ante una novela de humor de hace tanto tiempo no cambia las cosas, porque, de hecho, las cosas apenas han cambiado en todo este tiempo.
(1) Más aún ahora que estamos en plena temporada de Ferias del libro y eventos por el estilo, en las que al interés mercantil y político se une la egolatría de los juntaletras escritores /as, como bien se comenta en este vídeo que podéis ver en nuestro estupendérrimo canal de YouTube (sí, también tenemos uno, ¿qué os creíais?)
(2) De racismo, en cambio, no hay trazas, quizás porque, como es bien sabido, Sharpe fue educado, durante su niñez y adolescencia, en las ideas nazis, que luego rechazó en su edad adulta, sobre todo tras emigrar por un tiempo a Sudáfrica... Lástima que no ocurra lo mismo con todos los personajes públicos provenientes de ese país, y no estoy pensando en nadie (o sí).
(3) Hoy en día habría añadido, supongo, a booktubers e influencers, con un especial hincapié en la obsesión por los likes y el número de seguidores en las redes, que determina muchas veces a quién se publica y a quién no.
Otras novelas del gran Tom Sharpe reseñadas en Un Libro Al Día: Wilt, Los Grope, Becas flacas, Lo peor de cada casa