Si mi padre muriese mañana
Más aún sorprende que, con solo veintiún años, Thomas Korsgaard haya irrumpido en el panorama literario danés con su primera obra de una trilogía, El patio (Random House, 2025), y que despliegue la madurez de un narrador experimentado. Empleando un lenguaje directo, sin adornos o metáforas rebuscadas, logra poner lupa con densidad en las tribulaciones... Leer más La entrada Si mi padre muriese mañana aparece primero en Zenda.

La literatura nórdica no deja de sorprender. No en vano Juan Rulfo la consideraba tan cercana a su escritura, influenciado de manera decisiva por autores como el noruego Knut Hamsun y el islandés Halldór Laxness, maestros en la creación de ambientes brumosos, neblinosos, a la vez que maestros en retratar con hondura la condición humana.
Tue, el narrador y personaje principal, crece en una familia disfuncional y en aprietos económicos. Tue es diferente; se lo dicen sus compañeros de clase, se lo comentan en el pueblo y se lo remarca Lars, un padre castrador al que le tiene miedo: “¡Maltratador infantil!”, le llega a gritar. Un padre que reprime al hijo cuando hace alguna travesura —algunas casi delincuenciales— pero que, haciendo gala de una doble moral, le pide que lo acompañe a robarse cables del tren para venderlos. Tue odia el fútbol; odia a los profesores; roba en el economato; cobra un cheque de reembolso de la compañía eléctrica que llega a nombre de su padre; revisa bolsillos de chaquetas ajenas; es poco aseado y huele mal. A Tue le gusta encerrarse en su habitación a reflexionar y está obsesionado con los guppies de su pecera.
A su vez es responsable: quiere superarse y continuar sus estudios y, así, romper la tradición familiar. Despierta ternura en el lector al ayudar a Lonny, una madre que queda desempleada y pierde una hija al nacer (que bautizan Stine). Pasa el tiempo y ella se encierra en su habitación —incluso con visitas en casa— para jugar al póker virtual en su computadora. Tue la salva de no morir cuando intenta cortarse las venas. La mejor amiga de la madre, Bitten, le regala un CD: Hits depresivos de Lonny. En este y otros pasajes emerge el humor, como cuando el narrador dice: “Ir a los entierros se consideraba una cuestión de buenos modales. A nadie le hacía gracia irse al otro mundo en una iglesia vacía”. Lo que no le hace nada de gracia a la madre de Tue es cuando Bitten esparce rumores de que ella no cuida bien a sus tres hijos (Tue, Morten y Nina). Ella se venga de su mejor amiga denunciándola por fraude a la seguridad social.
Narrada en primera persona, la novela sostiene un ritmo de principio a fin y avanza cronológicamente. Las descripciones físicas no abundan pero, desperdigadas en el texto, nos encontramos con frases que lo dicen todo, por ejemplo sobre el padre: “Tenía las piernas tan largas que nunca le hacía falta correr”. Cada capítulo, por lo general breve, se inicia con algo distinto a lo que se viene contando en el anterior. La trama, el manejo de los personajes y los diálogos mantienen al lector atrapado en esta historia donde está presente Jutlandia, el fiordo, la noche blanca y la tradición de ir a hacer bromas pesadas en las casas de otros vecinos en Nochevieja. Un clímax agrio ocurre cuando se escenifica una cruenta pelea luego de que Lars verbalmente acorrala a Lonny y la llama “zorra chiflada”, a lo que sigue una lluvia de puñetazos de la madre. Tue interviene, abre la nevera para buscar un envase: “Entonces le embadurné la cara a mi padre con el paté, rellenándole cada arruga y taponándole la nariz… todo se nos había ido de las manos”.
Los abuelos desempeñan un papel importante en la novela y la obsesión de Tue con la muerte llega a tal punto que le pregunta a su abuela Ruth —siendo él su preferido y con inocencia infantil— cuándo va a morirse. El ambiente está enmarcado por las tradiciones de una familia religiosa; no deja de ser simbólico que el apellido de la abuela sea Kristiansen (hijo de cristiano), común en Dinamarca y Noruega. Tue, al contrario, es ateo.
Si bien el tiempo narrativo es lineal y está definido por las edades de Tue entre los diez y dieciocho años y el descubrimiento de sus preferencias sexuales, atizadas por las palabras de su amiga Iben —el narrador relata, de manera sutil y cargado de dudas, aunque de claras atracciones, el proceso de “salir del clóset”—, el tiempo real en que se encuadra la historia solo lo podemos deducir por ciertas pistas: cuando menciona la colonia Homme de David Beckham (lanzada en 2011); la guerra de Afganistán; considerar anticuada la canción “Enjoy the Silence”, de Depeche Mode; mencionar a Kitja K —la estrella porno más grande de toda la historia de Dinamarca— o al actor porno James Deen (1979); y su fascinación por la canción “No Church in the Wild” (2011) de Kanye West.
Uno de los aspectos más intrigantes de la novela es la presencia de los perros en la granja, a los cuales el padre rehúsa ponerles nombres (algo cruel a los ojos del lector), y a los que, sin embargo, les muestra más afecto que a la propia familia, como cuando se acerca a uno de la manada y le dice: “¿Quién es mi mejor perro? Serás mimosón, cachorrito mío. Eres lo mejor de todo. Tú sí que no me molestas nunca. Tú sí que eres de fiar”.
Los canes aparecen en la portada en la edición danesa con un título mucho más largo que la versión alemana (Hof) o la edición en castellano (El patio). Siendo el título original en danés Hvis der skulle komme et menneske forbi (Lindhardt og Ringhof, 2017), la edición publicada en Italia mantiene mayor cercanía: Nessun altro posto dove andare (Sellerio, 2025), cuya aproximación en castellano sería un hipotético Ningún otro lugar a dónde ir. Suponemos que son consideraciones que dominan muy bien los editores y que tal vez tengan que ver con el contexto de una trilogía (El patio, seguido de La ciudad y Paraíso; el segundo previsto por Random House para noviembre de 2025 y el tercero para abril de 2026). Sin embargo, no deja de desconcertar al lector que el patio de la granja sea solo a veces mencionado sin importancia aparente — al menos a los ojos de este reseñista— y que los perros sean más bien un telón de fondo, aunque de contraste afectivo con la familia. La primera línea del segundo párrafo de la novela dice: “Si mi padre se muriese mañana, yo diría unas palabras en la iglesia”. Ese primer capítulo especulativo sobre la muerte del padre reincide en las últimas páginas de la novela, donde se retoma esa hipótesis, para cerrar con una última frase que aterriza en la realidad: “Mi padre no se ha muerto”.
El patio es una novela muy bien lograda por un narrador de talento natural que, a una temprana edad, nos perfila la realidad psicológica, afectiva y la vida de una familia de campo. Siendo una novela local, repercute como un retrato universal, parecido al sentido de los libros de Juan Rulfo y de la literatura de calidad.
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Autor: Thomas Korsgaard. Traducción: Blanca Ortiz Ostalé. Título: El patio. Editorial: Random House. Venta: Todos tus libros.

© Franne Voigt
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