Jackie Chan debería enseñarse en escuelas de cine. En esta escena hizo una masterclass de rodar y progresar la acción
Está claro que en procesos formativos uno debería pasar por los grandes clásicos para ir cogiendo una base sobre excelencia narrativa y lenguaje cinematográfico. Ver algo de los John Ford, Alfred Hitchcock u Andréi Tarkovski te va preparando para procesar las imágenes antes incluso de entenderlas, aunque puede ser un proceso no tan entretenido y que a veces te pase por encima por completo. Está bien pasar por los nombres canónicos, pero a veces se hace de una manera tan por defecto que se pierde un poco de entusiasmo por el ánimo de intentar parecer elevado. A veces se puede aprender mucho más de nombres que no están colocados habitualmente entre la excelencia suprema, en ocasiones por ser bastante populares, pero que muestran continuamente un entendimiento de esta forma de arte en sus formas, y las emplean de maravilla en un contexto de entretenimiento. No hace mucho se hizo viral uno de estos vídeos de Criterion Collection donde gente del cine acude a llevarse películas. Era uno donde los dos hijos de Denzel Washington, que se dedican también al cine como director y como actor, muestran un intenso contraste en sus elecciones. Cuando Malcolm Washington explica las virtudes de la nouvelle vague y su conexión con otros cineastas posteriores que le encantan, John David Washington corta la solemnidad mostrando el box set de Jackie Chan que pensaba llevarse. Convertir las hostias en arte La sucesión tan brusca daba para un momento la mar de gracioso, aunque realmente uno no debería considerar que Chan está tan alejado de ser un maestro cinematográfico. Obviamente conocemos su carisma delante de las cámaras, pero tras ellas también ha exhibido pericia e ingenio a la hora de elaborar obras magnas del cine de acción que han sido influencia para muchos cineastas, varios de ellos triunfando en la actualidad. Basta coger uno de sus clásicos y, además de pasarlo en grande, se puede apreciar un gran talento para construir y elaborar secuencias. Se podría coger una escena cualquiera de sus grandes clásicos y argumentar que es la mejor escena de acción jamás hecha. Yo no sé si esta es la mejor, pero es la que me acabo poniendo porque sí más a menudo, y alguna vez la he usado para detallar por qué Jackie Chan es un genio en lo suyo. Me refiero a la escena de pelea en el restaurante en ‘Superpolicía en apuros’, la segunda película de su saga de ‘Police Story’. Es un grandísimo ejemplo de cómo rodar de manera clara e interesante la acción, y de cómo emplear la progresión de la lucha para elevar la narración dramática. Es también una exhibición de cómo ensamblar el tono entre la violencia y el humor chalado de dibujos animados. Una vez ha introducido el conflicto a través del agravio a su pareja, causado por unos matones que son recurrentes en la saga, Chan coloca a su héroe en situación con bastante tino, haciéndole cruzar carreteras sin importarle el tráfico con mucho humor y luego colocándole en un duelo cara a cara con su rival, cuyas gafas aún tienen roturas de su último duelo, y sus secuaces. Una vez escalada la tensión a través de un par de intercambios dialécticos, empieza el desfile de tollinas. Chan aprovecha no sólo para hacer un electrizante despliegue de golpes, esquives y movimientos explosivos, sino que lo hace mientras va recorriendo el escenario del restaurante donde va teniendo lugar la pelea. Ni un rincón se deja sin aprovechar, y va moviéndose por todo el lugar de manera clara, consecuente y fina sin que resalte o distraiga de la acción principal. Es toda una exhibición de cómo aprovechar el diseño de producción de una película, ya que también se pone creativo a la hora de emplear elementos decorativos, barandillas o sillas para dar más variedad a los sopapos y mantener fresca la dinámica del enfrentamiento. Hay muchos golpes de impacto que tienen introducido mucho humor entre ellos, como el lanzamiento de platos o el golpe que rompe (otra vez) las gafas del oponente, que complementa la espectacularidad de las patadas. Hay una escalada muy bien elaborada donde cada choque y cada destrozo va teniendo consecuencias. La traca final es totalmente modélica, sacando a golpes a uno de los esbirros a través del cristal del escaparate, lo que lleva al shock de un conductor de camión que se desvía y choca con todo el restaurante, desatando su mercancía de aves aladas que añaden más belleza y comedia a la imagen de un Chan vencedor pero agotado (algo que luego John Woo ha hecho también su sello insignia). En Espinof La película de Jackie Chan que jamás veremos por culpa del 11-S Es un increíble despliegue que, por otro lado, la película no se toma con ninguna trascendencia. Es más, una vez termina le sigue una escena con el superior de Chan haciéndole una reprimenda por los destrozos. Parece una escena más en un películón de acción completo, pero al mismo tiempo es en sí mismo

Está claro que en procesos formativos uno debería pasar por los grandes clásicos para ir cogiendo una base sobre excelencia narrativa y lenguaje cinematográfico. Ver algo de los John Ford, Alfred Hitchcock u Andréi Tarkovski te va preparando para procesar las imágenes antes incluso de entenderlas, aunque puede ser un proceso no tan entretenido y que a veces te pase por encima por completo.
Está bien pasar por los nombres canónicos, pero a veces se hace de una manera tan por defecto que se pierde un poco de entusiasmo por el ánimo de intentar parecer elevado. A veces se puede aprender mucho más de nombres que no están colocados habitualmente entre la excelencia suprema, en ocasiones por ser bastante populares, pero que muestran continuamente un entendimiento de esta forma de arte en sus formas, y las emplean de maravilla en un contexto de entretenimiento.
No hace mucho se hizo viral uno de estos vídeos de Criterion Collection donde gente del cine acude a llevarse películas. Era uno donde los dos hijos de Denzel Washington, que se dedican también al cine como director y como actor, muestran un intenso contraste en sus elecciones. Cuando Malcolm Washington explica las virtudes de la nouvelle vague y su conexión con otros cineastas posteriores que le encantan, John David Washington corta la solemnidad mostrando el box set de Jackie Chan que pensaba llevarse.
Convertir las hostias en arte
La sucesión tan brusca daba para un momento la mar de gracioso, aunque realmente uno no debería considerar que Chan está tan alejado de ser un maestro cinematográfico. Obviamente conocemos su carisma delante de las cámaras, pero tras ellas también ha exhibido pericia e ingenio a la hora de elaborar obras magnas del cine de acción que han sido influencia para muchos cineastas, varios de ellos triunfando en la actualidad. Basta coger uno de sus clásicos y, además de pasarlo en grande, se puede apreciar un gran talento para construir y elaborar secuencias.
Se podría coger una escena cualquiera de sus grandes clásicos y argumentar que es la mejor escena de acción jamás hecha. Yo no sé si esta es la mejor, pero es la que me acabo poniendo porque sí más a menudo, y alguna vez la he usado para detallar por qué Jackie Chan es un genio en lo suyo. Me refiero a la escena de pelea en el restaurante en ‘Superpolicía en apuros’, la segunda película de su saga de ‘Police Story’.
Es un grandísimo ejemplo de cómo rodar de manera clara e interesante la acción, y de cómo emplear la progresión de la lucha para elevar la narración dramática. Es también una exhibición de cómo ensamblar el tono entre la violencia y el humor chalado de dibujos animados. Una vez ha introducido el conflicto a través del agravio a su pareja, causado por unos matones que son recurrentes en la saga, Chan coloca a su héroe en situación con bastante tino, haciéndole cruzar carreteras sin importarle el tráfico con mucho humor y luego colocándole en un duelo cara a cara con su rival, cuyas gafas aún tienen roturas de su último duelo, y sus secuaces.
Una vez escalada la tensión a través de un par de intercambios dialécticos, empieza el desfile de tollinas. Chan aprovecha no sólo para hacer un electrizante despliegue de golpes, esquives y movimientos explosivos, sino que lo hace mientras va recorriendo el escenario del restaurante donde va teniendo lugar la pelea. Ni un rincón se deja sin aprovechar, y va moviéndose por todo el lugar de manera clara, consecuente y fina sin que resalte o distraiga de la acción principal.

Es toda una exhibición de cómo aprovechar el diseño de producción de una película, ya que también se pone creativo a la hora de emplear elementos decorativos, barandillas o sillas para dar más variedad a los sopapos y mantener fresca la dinámica del enfrentamiento. Hay muchos golpes de impacto que tienen introducido mucho humor entre ellos, como el lanzamiento de platos o el golpe que rompe (otra vez) las gafas del oponente, que complementa la espectacularidad de las patadas.
Hay una escalada muy bien elaborada donde cada choque y cada destrozo va teniendo consecuencias. La traca final es totalmente modélica, sacando a golpes a uno de los esbirros a través del cristal del escaparate, lo que lleva al shock de un conductor de camión que se desvía y choca con todo el restaurante, desatando su mercancía de aves aladas que añaden más belleza y comedia a la imagen de un Chan vencedor pero agotado (algo que luego John Woo ha hecho también su sello insignia).
Es un increíble despliegue que, por otro lado, la película no se toma con ninguna trascendencia. Es más, una vez termina le sigue una escena con el superior de Chan haciéndole una reprimenda por los destrozos. Parece una escena más en un películón de acción completo, pero al mismo tiempo es en sí mismo una masterclass sobre cómo elaborar una secuencia de este estilo con clase y diversión máximas.
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Jackie Chan debería enseñarse en escuelas de cine. En esta escena hizo una masterclass de rodar y progresar la acción
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Espinof
por
Pedro Gallego
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