ZN25 – Vampirella: La seducción del vampirismo
Un pequeño repaso a la trayectoria editorial de Vampirella, la vampiresa más famosa del indie americano.


En el indie americano hay un personaje con una larguísima trayectoria de la que nadie quiere hablar por razones obvias. Es un personaje creado a finales de los 60 para un público adolescente masculino, evidenciado por su aspecto, uno de los diseños más sexuales en la historia del cómic americano. Y a pesar de ser un producto de su época, obsoleto en los tiempos modernos que vivimos, este personaje permanece aún en las librerías americanas gracias al apoyo de un gran número de fans que leen sus aventuras y compran merchandising con gran devoción. No hay mes que no salga a la venta un cómic de sus serie principal y dos o tres spin-offs. Nada mal para un personaje de 1969.
Estamos hablando, cómo no, de Vampirella.
Iba siendo hora de dedicarle un artículo a esta seductora vampiresa, y qué mejor momento que el 25. aniversario de Zona Negativa. Aquí tenéis un breve recorrido por toda la historia de este gran personaje, que también os podrá servir de guía de lectura si termináis interesados en sus aventuras.
El origen de Vampirella
Nuestra historia empieza en el cada vez más lejano 1969. La editorial Warren Publishing publicaba desde hace unos años las antologías Eerie y Creepy, que con el paso del tiempo pasarían a ser vistas como dos hitos del cómic de terror americanos. Estas dos revistas estaban atravesando un mal momento, resultado de la marcha del plantel de autores que las había aupado al estrellato, situación que motivó al dueño y editor James Warren a buscar una nueva formula comercial con la que recuperar la cuota de mercado perdida.


La idea de la editorial fue crear una tercera revista con un maestro de ceremonias diferente a los de Eerie y Creepy. No sería un personaje decrépito y siniestro, sino un personaje femenino misterioso y que emanase sexualidad, lo que seguramente atraería a un público adolescente (en los 60 la pornografía no era tan común como hoy). Para crear este personaje Warren confío en su amigo Forrest J. Ackerman, con quien había fundado Warren Publishing, y el conocido ilustrador Frank Frazetta.
Ackerman y Frazetta trabajaron por su cuenta, sin llegar a interactuar en ningún momento. El primero inventó el origen y personalidad del personaje, además de darle su nombre: Vampirella, una clara combinación de vampire (vampiro en inglés) y Barbarella, la popular heroína de ciencia ficción que Jane Fonda había encarnado un año antes en una película. Por su parte, Frazetta intentó diseñar a Vampirella a partir de las indicaciones de Warren, pero sin mucho éxito.
Quiso el destino que Warren estuviera entrevistando a Trina Robbins, futura figura clave del cómic underground americano, cuando Frazetta llamó para pedir más indicaciones respecto al diseño de este personaje. El editor pidió ayuda a Robbins, que rápidamente diseñó a Vampirella y le dio una descripción detallada a Frazetta.
Observando el diseño original de Robbins hay un detalle que salta inmediatamente a la vista: el traje de Vampirella es mucho más realista y apropiado que el bikini que lleva puesto en los cómics. Frazetta, quizás por petición de Warren, redujo el traje a prácticamente una cinta que desafía la ley de la gravedad, una versión que inmediatamente pasó a formar parte de la identidad visual de Vampirella. Este cambio disgustó tanto a Robbins que toda su vida rechazó el título de co-creadora de Vampirella. Para bien y para mal, la editorial Warren convirtió su diseño en un ícono sexual para chicos adolescentes.
Las primeras historias
El primer número de Vampirella se puso a la venta en septiembre de 1969 con una llamativa portada de Frazetta. En sus páginas interiores tenemos historias en blanco y negro, mayoritariamente de terror, a cargo de la plantilla habitual de Warren Publishing, que incluía a autores como Bill Graham y Don Glut. El legendario Neal Adams fue la estrella invitada, pero lo que de verdad cautivó a los lectores fue el relato protagonizado por Vampirella, la maestra de ceremonias y narradora de todas las historias de la antología.
La antología arrancó con una historia de origen a cargo de Forrest J. Ackerman y el dibujante Tom Sutton en la que se parodia la ciencia-ficción de EC Comics y los cómics para adolescentes. Nada que ver con el tono que sugiere la portada de Frazetta. Ya en la primera página tenemos a Vampirella tomándose una ducha en posiciones sugerentes y unos cuadros de texto riéndose de los lectores adolescentes que se habrán quedado impactados por esta escena. Hay mucho humor, pero también un poco de sadismo.


Este relato de origen estableció la premisa básica de Vampirella. Ella no es realmente una vampiresa, sino un alienígena del planeta Drakulon, cuyos habitantes poseen las mismas habilidades y características que un vampiro, pero ninguna de sus debilidades. Una sequía ha dejado al planeta sin agua, que casualmente contiene los mismos componentes que la sangre humana, haciendo inevitable la extinción de sus habitantes. Pero entonces llegan unos astronautas humanos a Drakulon y Vampirella usa su nave espacial para viajar a la Tierra en busca de sangre con la que salvar a su especie.


Esta premisa se ha mantenido intacta hasta nuestros días, pero no la caracterización del personaje. En manos de Ackerman, Vampirella es un monstruo despiadado y malévolo, igual que los maestros de ceremonias de Eerie y Creepy. Al final de su historia de origen, ella mata a los astronautas humanos y su plan para salvar Drakulon no es otro que llenar con la sangre de los seres humanos.
En el segundo número de Vampirella tenemos dos historias con la vampiresa. Primero, un relato de fantasía protagonizado por Evily, la prima malvada de Vampirella. Escrito por Bill Parente y dibujado por Jerry Grandenetti, en este relato el papel de Vampirella es superficial; podría haberse usado a cualquier otro personaje.
A continuación, en el mismo número, Ackerman y el dibujante Mike Royer narraron la llegada de Vampirella a la Tierra, y de qué manera. Nada más llegar, Vampirella, necesitada de dinero, se presenta en las oficinas de una editorial americana que busca una modelo para Monsterella, el personaje que encabezará una antología para adolescentes cachondos. Desde luego, Ackerman era consciente de la naturaleza y propósito de su creación. En este relato se presentó a Draculina, la hermana gemela de Vampirella, que ejerce la función de narradora.


Tras estos relatos introductorios, Vampirella quedó relegada unos cuantos números a su función de maestra de ceremonias. Con su origen ya establecido, poca necesidad había de darle más historias a un personaje que era poco más que un gag visual para adornar la antología. Pero pronto cambiaría la situación.
Los dos primeros números de Vampirella, que contienen estas historias de origen, pueden encontrase en el primer tomo de Vampirella Archives, la recopilación de la serie original editada por Dynamite Entertainment, los actuales dueños del personaje.
El desembarco de Archie Goodwin y Pepe González
En el séptimo número de Vampirella los créditos anunciaron el fichaje de un nuevo editor asistente: Archie Goodwin, el editor y guionista de los mejores años de Creepy y Eerie. Goodwin había dimitido hace unos años antes debido al bajo salario que pagaba la editorial Warren, pero la editorial accedió finalmente a sus condiciones con la esperanza de que pudiera remontar las ventas de sus publicaciones.
Una de las primeras decisiones de Goodwin fue convertir a Vampirella en una anti-heroína cuyas aventuras darían inicio a casi cada nuevo número de la antología. Así pues, en el octavo número de Vampirella la vampiresa homónima volvió a protagonizar uno de los relatos. En Who Serves The Cause Of Chaos, Goodwin y Tom Sutton alteraron el origen de Vampirella, negando que matase a los astronautas humanos que aterrizaron en el planeta Drakulon. Además, se justifica el comportamiento psicópata de Vampirella con su dependencia a la sangre humana, idéntica en composición al agua de Drakulon, que ya no es problema gracias a un suero especial creado por un científico.


Una anti-heroína necesita también un motivación, un villano y personajes secundarios. En esa misma historia Vampirella se muestra arrepentida de haber matado a humanos, por lo que jura defender a la raza humana de todas las amenazas sobrenaturales posibles. Amenazas como el villano de la historia, el dios oscuro Chaos, y sus seguidores, que volverán a aparecer en muchas historias posteriores. Y para tener unos cuantos personajes secundarios Goodwin y Sutton se sacaron de la manga en ese mismo epsiodios a Adam Van Helsing y su padre Conrad, ambos cazadores de vampiros y descendientes del Van Helsing de la novela de Bram Stoker. Darán caza a Vampirella en las siguientes historias, pero pronto comprenderán que la heroína está de su lado.
El plantel de secundarios se terminó de completar unos números después con Pendragón, un anciano y alcohólico mago que se presenta en el noveno número de Vampirella, y posteriormente con el mismísimo Conde Drácula, villano habitual en futuras historias.


De un plumazo, Vampirella pasó a ser un personaje mucho más completo, capaz de generar historias para una antología larga. Sin embargo, para bien y para mal, Goodwin prescindió por completo del componente satírico y de ciencia-ficción de los relatos de Forrest Ackerman. Vampirella quedó definida de por vida como un personaje vinculado al terror y la fantasía, a historias serias que no cuestionan por qué su protagonista viste un bikini tan ajustado.
Curiosamente, nada más empezar su mandato Goodwin permitió que el resto de relatos en Vampirella mostrasen a mujeres desnudas, pero las historias protagonizadas por la vampiresa nunca tuvieron contenido explícito.
Redefinido el personaje a nivel narrativo, faltaba un dibujante que reinventase el personaje a nivel gráfico. Una vez más, el editor James Warren tuvo mucho suerte en la oficina. Un día se presentó en su oficina sin cita previa Josep Toutain, fundador de la la agencia de representación artística española Selecciones Ilustradas, entregándole varias páginas de muestra de los dibujantes de esa agencia. La primera muestra era de José González y Warren afirma que nada más ver esa muestra supo que había encontrado al dibujante que Vampirella necesitaba.
Eso sí, el resto de dibujantes también impresionaron mucho a Warren, quien inmediatamente firmó un acuerdo con Toutain. Los dibujantes españoles dominarían el plantel creativo de Warren Publishing hasta su cierre.
González debutó en el número 11 de Vampirella, conquistando a los lectores con la misma inmediatez que a James Warren. Él y Goodwin se convirtieron en el equipo creativo que definió todas y cada una de las señas de identidad de la mayoría de historias de Vampirella posteriores.


Sin embargo, Goodwin, atareado editando la revista y hasta series para otras editoriales, aguantó poco escribiendo las historias de Vampirella, siendo reemplazado por varios guionistas. Mike Butterworth, Bill DuBay y Gerry Boudreau escribieron la mayoría de historias de Vampirella hasta el fin de su antología. Pero también hubo espacio para otros guionistas. Steve Englehart, el mítico guionista de Marvel y DC, obtuvo aquí su primer trabajo profesional (el número 22 de la serie). Lein Wein, Don McGregor y Doug Moench aportaron alguna historia. Y, sorpresa, Josep Toutain hizo pinitos como escritor en el número 27.
Por su parte, González permaneció muchos más números, dibujando en total 53 historias, depurando y mejorando su estilo y narración a pasos agigantados, convirtiéndose en uno de los mejores dibujantes de la historia del cómic de terror. Por ende, en el dibujante por antonomasia de Vampirella, el estándar con el que muchos fans miden a todo nuevo dibujante en la franquicia. No obstante, las fechas de entrega de la editorial Warren también le forzaron a dejarse sustituir por otros dibujantes, con el paso del tiempo con mayor frecuencia. Entre los sustitutos podemos encontrar nombres como Estebán Maroto, José Ortiz, Howard Chaykin y, especialmente, Gonzalo Mayo, quien terminaría reemplazando a González como dibujante fijo a partir del número 83.


A pesar del mucho talento en la plantilla creativa y editorial de Warren Publishing, las ventas de todas las revistas de la editorial, incluida Vampirella, empezaron a bajar paulatinamente en la segunda mitad de los 70. Los gustos del público estaban cambiando, pero James Warren tenía un férreo control sobre su editorial que impedía que sus empleados pudieran aportar propuestas para mantener al público lector, una situación que no hace falta explicar por qué es peligrosa. Las cosas empeoraron en 1980, año en el que Warren cayó gravemente enfermo y dejó al staff de su editorial desmoralizado y sin una clara dirección.
No es de extrañar, pues, que poco a poco la serie de Vampirella se empezase a llenar de reimpresiones de relatos previos y que en 1983 Warren Publishing cerrase sus puertas. Por lo menos Vampirella se pudo despedir con un entretenido relato a cargo de Rich Margopoulos y José González.
Se despidió también pudiendo presumir de haber conseguido lo imposible, que es transcender el propósito de sus creadores. Ciertamente, todas sus historias tuvieron un alto componente de erotismo destinado a adolescentes; pero también un nivel medio de calidad bastante sorprendente. Todos sus autores se tomaron en serio su trabajo, esforzándose en ofrecer relatos que pudieran ser recordados por algo más que el atuendo de su protagonista. A veces respetando la formula de los cómics de terror de la época, otras veces desafiando los clichés del género. Muchas veces mezclando visiones americanas y europeas del cómic de terror. Por supuesto que hay relatos malos o mediocres, algunos trufados con el típico machismo de la época, pero en líneas generales, las historias originales de Vampirella gustarán a los fans del terror de los 60 y 70. No esperéis obras maestras, pero sí mucho entretenimiento.
Todos los relatos de Vampirella, personaje y revista, pueden encontrarse en la ya mencionada colección Vampirella Archives, que consta de quince tomos en tapa dura y próximamente en tapa blanda. Teniendo cuenta su alto precios, ¿merecen la pena? Si sólo nos interesa el material protagonizado por Vampirella, la respuesta es un rotundo no, ya que representa como mucho una octava parte de cada tomo. Si nos interesa también el resto de relatos, sobre todo aquellos realizados por los dibujantes españoles, estos tomos contienen material muy, muy interesante, aunque, como es de esperar de una antología, la calidad varía mucho, principalmente en lo que respecta a los guiones. A nivel gráfico, los primeros tomos son muy irregulares, aunque cuentan con algún invitado de lujo como Wally Wood; pero en cuanto llegan los dibujantes españoles, el nivel medio sube muchísimo, y es que estamos hablando de titanes como Josep Maria Beà.


En 2014 Dynamite publicó Vampirella: The Essential Warren Years, un tomo recopilatorio con únicamente las historias protagonizadas por Vampirella en el primer año de su colección. Trágicamente, esta edición no tuvo las suficientes venta para justificar más tomos, privándonos de poder coleccionar las aventuras de esta heroína sin tener que gastar una gran fortuna.
Un nuevo amanecer
Durante la liquidación de la difunta Warren los activos de esta editorial, incluida las licencias de sus series, fueron a parar al grupo editorial Harris Publications, que necesitaba material para su cómics baratos en blanco y negro. En 1985 creó el sello Harris Comics para publicar reediciones de los cómics de Warren, incluida la serie de Vampirella. La editorial también se había planteado publicar material nuevo, pero eso tuvo que esperar. Primero hubo que aclarar muchos líos legales, ya que parte de los autores de la editorial Warren denunciaron a Harris Comics, alegando que los derechos de sus cómics habían revertido a ellos y no a Harris.
En 1988 Harris publicó por sorpresa un nuevo número de la antología Vampirella, que contenía reediciones y, otra sorpresa, una historia original a cargo de Steven Perry y J.J. Brozowski. Este experimento tuvo tan poco éxito que Harris no publicó ni un número más y se tomó un par de años para volver a planear un relanzamiento.
Esta pausa resultó ser una gran idea, ya que en 1990 la editorial consiguió fichar a dos talentos de Marvel Comics: el editor Richard Howell y uno de sus protegidos, el desconocido escritor Kurt Busiek. El primero había editado series como Marvel Comics Presents y La Visión y La Bruja Escarlata; el segundo, acababa dejar su puesto en el departamento de ventas de Marvel Comics para dedicarse en cuerpo y alma a su verdadera pasión.


Publicada a mediados de 1991 con ayuda de Dark Horse Comics, la miniserie Vampirella: Morning In America fue un notable éxito de ventas. Probablemente por las espectaculares portadas de Michael Kaluta, pero los lectores que picaron se encontraron con una serie genuinamente notable. Junto al dibujante Louis La Chance y el entintador John Nyberg, Busiek reintrodujo a Vampirella con una historia muy entretenida y extremadamente respetuosa con la continuidad original, pero no esclava de ella, una formula que el escritor repetiría en sus trabajos más afamados. Años después, Busiek afirmó que esta fue la serie en la que se forjó como escritor, una afirmación correcta porque podemos apreciar una enorme mejora respecto a sus encargos posteriores.


El otro gran aspecto a destacar de Morning In America es que supuso el primer y único reencuentro del personaje con su co-creadora Trina Robbins, quien dibujó una página especial en el tercer episodio de la serie.
Dado el éxito del relanzamientio, Busiek fue premiado con una serie mensual de Vampirella dibujada por Louis Small Jr. Desafortunadamente, tanto él como el editor Howell tuvieron desacuerdos con Harris respecto al salario, lo que precipitó su marcha antes de publicarse incluso el primer número. Tom Sniegoski tuvo que reemplazar in extremis a Busiek, terminando su guion para el primer número y encargándose de concluir la historia lo mejor que pudo. Debido al desastre que este relanzamiento supuso, la editorial volvió a paralizar la creación de nuevas historias de Vampirella.


Morning In America y el relanzamiento fallido de su serie mensual pueden encontrarse en el cuarto tomo de Vampirella Masters Series, serie que recopila el material de Vampirella a cargo de autores de renombre. Sin embargo, para esta reedición Dynamite Entertainment tomó la controvertida decisión de colorear Morning In America.
Esos locos años 90
Los relanzamientos de Busiek, La Chance y mall Jr. fue de corte clasicista, elegante e inteligente, todos adjetivos contrarios al espiritú del cómic americano más mainstream y comercial de los 90. Las cosas cambiaron muy pronto.
Habiendo satisfecho a los editores con su labor reemplazando a Busiek a última hora, Tom Sniegoski se hizo cargo de una nueva serie mensual de Vampirella, titulada Vengeance of Vampirella. Con esta serie los 90 irrumpieron en la franquicia, y de qué manera. Los guiones de Sniegoski contienen un exceso y sinsentido digno de la primeriza Image Comics; personajes cabreados, narración redundante, pésima caracterización de personajes, golpes de efecto estúpidos, argumentos que se reducen a un sucesión de golpes con poses chulas y diálogos dignos de una película de acción de serie B… Incluso peor es el trabajo de la mayoría de dibujantes de esta serie, muy amateur en comparación con el dibujante promedio de Marvel y DC en los 90, que ya es decir. Y no hablemos ya de la sexualización de Vampirella, cuyo diseño no podría haber sido más apropiado para los 90, y los otros personajes femeninos, extremadamente sexista e irrealista. Tampoco se salva el coloreado de la serie, muy deficiente para estándares de la época. Sólo una joven Amanda Conner realiza un trabajo meritorio en esta serie.


Como curiosidad, esta serie fue el primer trabajo profesional de Ed McGuinness. Se nota mucho su falta de experiencia, pero ya había encontrado el estilo de dibujo por el que se daría a conocer un poco después dibujando a Masacre.
A pesar de su baja calidad, abrazar las modas de los 90 hizo que Vengeance of Vampirella fuese el relanzamiento más exitoso del personaje. Y quizás el más influyente. La elegancia y el erotismo de la era Warren dio paso a la sexualización extrema del personaje, una representación visual del personaje que, tristemente, caló profundamente entre los lectores y futuros dibujantes del personaje.
Tal fue el éxito de Vengeance of Vampirella que Harris Comics le concedió de nuevo a Sniegoski el honor de colaborar con Jim Valentino en un crossover con Shadowhawk. Posteriormente, la editorial volvió a confiar en Sniegoski para una segunda serie mensual del personaje, Vampirella Strikes, que tuvo dibujos de Ed McGuiness y fotografías de cosplayers como portadas. No cabe duda de que los editores sabían quién era su público.
Sólo dos números duró este equipo creativo. Los números 3 y 5 corrieron fueron escritos por David Quinn, experto en cómics con mucha acción, mucho sexo y muchos excesos; los números 4 y 7, por Ian Edginton, escritor británico que trajo seriedad y profesionalidad; y el número 6 por un joven muchacho llamado Mark Millar, que aportó una historia con todo el gamberrismo por el que se daría a conocer en el futuro. Por último, hubo un Annual a cargo de Jamie Delano, el escritor de la mítica Hellblazer. A nivel artístico, McGuiness fue reemplazado por Rudy Nebres y Louis Small Jr., que realizaron un trabajo solvente, especialmente Nebres.


Vampirella Strikes fue cancelada tras el Annual. En la carta a los lectores del número 6, la editora asistente Lin Leng, admitía que los cómics del personaje estaban dejando mucho que desear en cuanto a calidad. Por lo tanto, era hora de ponerse la pilas… y gastar maletines de dinero en autores de prestigio y popularidad.
Pero antes Sniegoski y Amanda Conner finalizaron la trama de Vengeance of Vampirella con una miniserie titulada Death and Destruction, que dejó la puerta abierta a un relanzamiento.
Sólo uno de estos cómics ha sido reeditado. Cómo no, estamos hablando del número escrito por Mark Millar, que podemos encontrar en el primer tomo de la Vampirella Masters Series.
Relanzamientos y crossovers
No bromeaba la editora Lin Leng. El primer cómic de Vampirella después de Strikes fue un especial por el 25 aniversario del personaje que contó con relatos a cargo de Mark Texeira, Grant Morrison, Kevin Nowlan, Warren Ellis, Amanda Conner y James Robinson. Ahí es nada.


Dos de estos autores se encargaron a finales de 1996 de relanzar una vez más a Vampirella. En la miniserie de tres números Vampirella Lives, Warren Ellis y Amanda Conner ofrecieron una entretenida historia que, usando el final de Death and Destruction como pretexto argumental, redefinió la cosmología y origines de Vampirella. El personaje ya no era un alienígena, sino un demonio, una decisión que posteriores autores ignorarían o tratarían de revertir, lo que generaría unos cuantos problemas de continuidad.


Al igual que en Hellstorm, quizás el mayor atractivo de esta miniserie es ver a Ellis perfilar su estilo. El excesivo «molonismo», el cinismo, el humor negro, la magia oscura, la violencia… Todas sus señas de identidad están aquí. Por su parte, Conner continuó evolucionando como autor, mostrando ya que iba a camino a ser uno de las dibujantes más populares del cómic americano.
Vampirella Lives fue reeditada en el tercer tomo de Vampirella Masters Series, dedicado en exclusiva a todo el material escrito por Warren Ellis.
No le salió mal la jugada a los editores de Harris. Las ventas y la popularidad de Vampirella aumentaron en 1996, lo que permitió a Vampirella protagonizar crossovers con varios de los personajes más populares del cómic americano. Primero, en febrero de 1997, Chuck Dixon y Jim Balent juntaron a Vampirella con Catwoman. Le siguieron crossovers con Wetworks, Shi y Painkiller Jane, otra vez con autores de prestigio: Ellis, Steven Grant, Mark Waid y Rick Leonardi.


Más miniseries y relanzamientos
¿Cómo continúas un relanzamiento Warren Ellis y Amanda Conner? Muy fácil: dejas que Mark Millar haga de las suyas en un especial ilustrado por Mark Texeira y Javier Saltares, uno de los dúos artísticos más populares de la década. Publicado a principios de 1997, Vampirella vs. Pantha es un cómic de humor adolescente, con un argumento anecdótico y escenas subidas de tono. Y también un cómic divertidísimo que reseñé hace unos años en Zona Negativa.


Paralelamente, Tom Sniegoski, Ian Edginton y Michael Bair terminaron de atar un cabo suelto de Vampirella Lives en la miniserie Vampirella Vs. Hemorrhage, que resumiré con sólo tres viñetas.
Más respetuosos con el personaje y los lectores se mostraron los siguientes autores. James Robinson, en la cúspide de su carrera, y el ilustrador Joe Jusko acometieron una miniserie de dos números titulada Blood Lust en la que homenajearon las novelas de ciencia-ficción protagonizadas por John Carter.


1997 terminó con dos proyectos especiales para Vampirella. Primero, un especial que, con la excusa de celebrar el centésimo aniversario de Drácula, presenta tres historias a cargo de Warren Ellis y Mark Beachum, Alan Moore y Gary Frank, y James Robinson y David Mack. Ni falta hacer decir que Moore escribió la mejor historia de este especial, una pequeña gran historia del personaje.
En noviembre de 1997 llegó por fin una nueva serie mensual, con un equipo creativo promocionado a bombo y platillo. Mark Millar, Grant Morrison y Amanda Conner iban a aupar a Vampirella en las listas de ventas, cosa que hicieron… durante los tres meses en los que permanecieron en el título. Una pena, porque esos tres números tienen un dibujo espectacular y un guion pasado de rosca en el que Millar y Morrison compiten por ser el más macarra. Más cómics así hacían falta en los 90.


Y qué demonios, gracias a ese relanzamiento tenemos este poster.
El trío de autores superstar dejó la conclusión de su historia en manos del veterano Steven Grant, escritor de series como Punisher: Círculo de Sangre, y Louis Small Jr., un viejo conocido.
Todos estos cómics (excepto, claro está, Vampirella Vs. Hemorrhage) han sido reeditados en la Vampirella Masters Series.
El principio del fin de Harris Comics
Steven Grant permaneció como guionista de la nueva serie mensual de Vampirella, pero tuvo que complacer a una editorial que no paraba de explotar la imagen sexual de Vampirella. En paralelo a todo el material por autores de primera, Harris Comics había estado reeditando material clásico con portadas sugerentes, produciendo figuras de Vampirella en poses sugerentes, editando revistas sobre Vampirella, distribuyendo posters de cosplayers… En definitiva, explotando el atractivo de Vampirella para vender merchandising, sobre todo ante la paulatina bajada de ventas de sus series. Estas prácticas terminaron imponiéndose en la etapa de Steve Grant, a quien se le notaban las pocas ganas de trabajar para una empresa tan cínica. A todos los efectos, estaba escribiendo historias para vender merchandising a adolescentes y a adultos con problemas. Véase la lamentable iniciativa del «Año de la Gata», sobre la que hablé en esta reseña.


Grant ni siquiera quiso terminar sus tramas en curso y nadie podrá culparle de ello. David Conway se encargó de mantener con vida la serie hasta su cierre a mediados de 2000, una etapa final que sólo será recordada por albergar a un primerizo Patrick Zircher y dos historias de complemento por autores de prestigio.
La editorial contrató a varios autores, incluidos Jeph Loeb, Time Sale y Bruce Timm para hacer una pequeña historia de complemento. También tuvo la idea de juntar a Cristopher Priest y Alan Davis para otra historia breve. A Priest no le gustaba nada Vampirella, pero no pudo dejar pasar la oportunidad de trabajar con tan mítico dibujante. Veinte años después, su pequeño relato cambiaría para siempre la trayectoria de la franquicia.
Para intentar detener la pérdida de ventas Harris Comics dictaminó que Lady Death, otro personaje femenino con poca ropa del indie americano, tendría que compartir una miniserie con Vampirella que desembocaría en una aparición especial en la serie mensual de la vampiresa. También apostó también por un crossover con Purgatori, otra de las chichas malas con poca ropa del indie americano, y una versión manga de Vampirella de la que es mejor no hablar.
Vamos, que a los editores se les estaban agotando las ideas para mantener relevante a Vampirella.
De esta sólo se han reeditados las historias de complemento en los Vampirella Master Series. ¿Se atreverá Dynamite a reeditar el resto? Quizás mejor que no.
Los últimos estertores de Harris Comics
En el año 2000 un guionista se estaba abriendo camino a la cima del cómic americano de superhéroes. Su nombre era Mark Millar, su etapa en The Authority estaba causando sensación y los editores de Harris Comics conservaban su número de teléfono.
Así pues, en 2001, el mismo año en que Millar concluía su etapa en The Authority y empezaba Ultimate X-Men, Harris Comics relanzó por segunda vez a Vampirella con el guionista escocés a los mandos. Y una vez más, Millar estuvo sólo tres números. Afortunadamente, en esta ocasión cerró su historia antes de irse. Ilustrada por Mike Mayhew, Nowheresville es otra gamberrada marca de la casa, pero menuda gamberrada. Personalmente, me parto de risa con cada lectura.


El relevo a los guiones fue John Smith, uno de los escritores más infravalorados del cómic británico. El pobre Smith no había tenido mucha suerte en su anterior incursión en el cómic americano: Scarab, una miniserie para DC/Vertigo, fue víctima de tantas injerencias editoriales que Smith la cerró con el deux ex machina más desganado que uno podría imaginar. Pues bien, Smith venía con ganas de llevar a Vampirella por senderos creativos e inesperados. Lo que se encontró fue otra experiencia de injerencias editoriales. Los editores querían cómics satíricos facilones como los de Mark Millar, no esas historias raras que él quería escribir. Desilusionado, Smith se marchó en cuanto pudo, dejando unos cuantos guiones que contienen inmenso desdén hacia los editores y fans de Vampirella.


La serie mensual la tuvieron que completar los guionistas Jay Faerber y Dan Jolley. Mike Mayhew tampoco agunató mucho tiempo como ilustrador, cediendo el puesto a Mark Texeira, Manuel Garcia y unos primerizos Javier Pina y Stefano Caselli. Hay que reconocer que los editores, pese a todo, aún tenían buen ojo para reconocer futuros talentos.
Esta serie concluyó en el número 25 en 2003, siendo reemplazado por un magazine de cómics, artículos y fotografías de cosplayers. A pesar de contar con la participación de Jimmy Palmiotti y Justin Gray, además de colaboraciones puntuales de Steve Lieber, Becky Cloonan y Michael Golden, este magazine cierra en menos de un año debido a las bajas ventas.
Paralelamente, los editores volvieron a apostar por crossovers con otras propiedades, siendo el más destacado un especial con The Darkness escrito por Terry Moore, el autor de Strangers In Paradise. Sin embargo, el apogeo de esta estrategia no es otro que un crossover con el videojuego Tomb Raider y las heroínas de Top Cow Productions Witchblade y Magdalane. Esta locura, co-escrita por Gail Simone, es un cómic de los 90 producido en 2005.


Llegados a este punto Harris Comics y Vampirella parecen sobrevivir en el mercado por pura inercia, lo que no significa que estuvieran listos para tirar la toalla. Por enésima vez vuelven a sacar la billetera y contratan al guionista de moda Mike Carey para que escriba una miniserie que vuelva a redefinir al personaje. Sin embargo, Carey les entrega una miniserie aburrida y que el dibujante Tom Lilly no sabe mejorar.


Con tantas relanzamientos fallidos, la defunción de Harris Comics era ya inevitable. La intentaron demorar con Vampirella Quarterly, un magazine trimestral que empezó en primavera de 2007 y contó con la participación de un joven Stephen Segovia, otro joven talento en busca de oportunidades. Incluso herida de muerte, Harris seguía encontrado a futuros talentos.
Finalmente, en 2008 Harris Comics cerró sus puertas, cancelando Vampirella Quarterly y desapareciendo silenciosamente. Terminaba así una era de excesos, de merchandising ridículo, de bailes de autores y de un sinfín de relanzamientos, miniseries y especiales. Una era que, no obstante, también dio algún que otro gran cómic de Vampirella.
Los números de Mark Millar y de Mike Carey, además de algunos de los de John Smith, pueden encontrarse en la Vampirella Masters Series. El resto permanece descatalogado. A España llegaron los números de Millar, editados por Norma Editorial.
Dynamite Entertainment resucita a Vampirella
Tras el cierre de Harris no hubo noticias de Vampirella hasta que dos años después, es decir, en 2010, Dynamite Entertainment comunicó que había comprado los derechos del personaje. Fundada en 2004, esta editorial se había especializado en cómics de franquicias antiguas y de culto como Evil Dead, Reanimator, El Llanero Solitario o Red Sonja, una categoría a la que pertenece Vampirella.


A finales del mismo debutó el primer volumen de Vampirella con el logo de Dynamite. A los guiones, Eric Trautmann, un rotulista avalado por Greg Rucka (Black Magick, Lazarus). Trautmann no tenía mucho interés en el personaje y menos aún en hurgar en sus orígenes o cosmología; su interés estaba en narrar historias serias e impactantes como las que que su mentor Rucka estaba desarrollando en Queen & Country. Dicho y hecho, Vampirella se conviritó en una detective cazadora de monstruos con el mismo carácter fuerte y desafiante que cualquiera de los personajes femeninos de Rucka. Sus historias se volvieron realistas y urbanas, con un poco de espionaje y género negro. Se ignoró toda la continuidad previa excepto un puñado de elementos.
A nivel visual, Trautmann también convirtió a Vampirella en un personaje digno de Greg Rucka. El personaje cambió el bikini por pantalones, camisa y chaqueta. Y se enfundó dos pistolas. Poca distinción había entre ella y, digamos, Dex Parios o Rene Montoya.
A los fans no les gustó nada este relanzamiento, sobre todo por el cambio de vestuario, provocando que Trautmann dejase la serie a los veinte números, no sin antes recuperar el famoso bikini y recomendar a su colaborador Brandon Jerwa como sucesor a los guiones.
Mientras que Trautmann prefirió no hacer mención la continuidad previa, una buena decisión teniendo en cuenta la larga historia del personaje, Jerwa se pudo inmediatamente a rescatar y reinventar personajes de historias pasadas, como Pantha y el viejo Pendragon. Sus historias mantuvieron las premisas básicas de la etapa previa, pero rebajaron el realismo, acercándose en tono a los cómics de superhéroes de Marvel y DC y al pulp de Hellboy.


De los cómics de superhéroes Jerwa también tomó prestadas las tramas sobre multiversos, tan controvertidas entre los fans. Estas tramas suelen generar problemas de continuidad, como fue el caso aquí. El final de la etapa de Jerwa reveló que la serie estaba ambienta en la misma continuidad que los cómics de Warren Publishing y Harris Comics. Pero no durante mucho tiempo. En el último número, los planes del Conde Drácula fuerzan a Vampirella a abandonar su universo, quedando varada en lo que parece ser nuestro universo. Uno se pregunta si era necesario relanzar a un personaje metiéndose en berenjenales multiversales y de décadas de continuidad caótica.
Los dibujos de este volumen corrieron a cargo de un plantel compuesto por Wagner Reis, José Malaga, Heubert Khan Michael y Fabiano Neves.
Esta etapa ha sido recopilado en diferentes ediciones, por lo que aún es muy fácil de encontrar. En España la editó Panini en su línea Cult Comics. No soy muy fan de esta etapa. Como muchos cómics de Dynamite, es un quiero y no puedo. Autores con ambición, pero sin la experiencia ni las referencias necesarias para hacer algo potable. Los dibujantes tienen un estilo comercial sin personalidad alguna y el coloreado les llega a restar.
Relanzamientos y más relanzamientos (otra vez)
El relanzamiento de Dynamite termina a los 35 números, momento en el que la editorial decide que es necesario recuperar cuota de mercado con otro número uno. Empezó así otra espiral de relanzamientos casi digna de Harris Comics.
El siguiente relanzamiento vino en 2014 de la mano de Nancy A. Collins y Patrick Berkenkotter. El nombre de Collins puede que os suene si sois lectores del sello Vertigo en los 90. Suya fue una interesante etapa de la Cosa del Pantano a mediados de los 90, trabajo que sin duda fue la razón por la que Dynamite la contrató para relanzar Vampirella. En aquella serie de Vertigo la escritora ahondó en temas como el racismo, el divorcio y el ecologismo. ¿Volvió a hacer cómics tan atrevidos? Para nada. Collins decidió que lo más apropiado para Vampirella era un back to the basics al tono y contenido de la era de Warren Publishing. Ignorando todo el volumen previo, incluido su desenlace, nos presenta una historia de terror clásico en la que Vampirella viaja por el todo mundo cazando a unos monstruos que desencadenarán el apocalipsis. Por el camino, su guion recupera elementos y personajes de la era Warren, estableciendo una una nueva continuidad más simple que la del anterior volumen. Probablemente su mayor acierto es traer de vuelta a Draculina como una villana.


Este volumen, de trece números y varios especiales, se puede encontrar también en diferentes ediciones. Supone una clara mejoría respecto al anterior. Pese a no ser su mejor trabajo, Collins se tomó muy en serio devolver el personaje a sus raíces. Ahora bien, el dibujo y sobre todo el coloreado vuelven a ser tan flojos como es de esperar de un cómic de Dynamite. A pesar de sus esfuerzos, Berkenkotter está muy, muy por debajo de sus referentes y se ve perjudicado por el coloreado.
Si la vuelta al terror clásico no tiene mucho éxito, ¿qué se puede hacer? Para los editores de Dynamite la respuesta fue volver al gamberrismo de Mark Millar, que para entonces se había convertido ya en el escritor de cómics más rico del mundo. En consecuencia, contrataron a dos autores hot del cómic británico, dándoles manga ancha para hacer el tonto.
Paul Cornell (Capitán Britania, Lobezno) y Jimmy Broxton (Hope) cumplieron sus promesas con un relanzamiento que presentaba a Vampirella en un mundo posapocalíptico en el que ella la última esperanza de la humanidad. Este pseudo-reboot tuvo mucha violencia, palabrotas censuradas y escenas subidas de tono. No sabemos si el gamberrismo era lo que necesitaba la serie, aunque algo entretenido fue esta propuesta, porque al cabo de unos meses Cornell y Broxton se pelearon públicamente en redes sociales a raíz de una portada alternativa dibujada por el segundo. Para el guionista era una portada transfóbica. Esto supuso el fin instantáneo de su colaboración, forzando a Dynamite a contratar a Jeremy Whitley y Andy Belanger para mantener con vida la serie hasta el número. Contra todo pronóstico estos dos autores realizaron un trabajo tan bueno que es una pena que la editorial no les volviera a llamar.
Aparte de los insultos que Cornell y Broxton se intercambiaron en público, esta serie llamó la atención por su rediseño del traje de Vampirella, una versión menos sexista pero no por ello menos sensual o erótico. Para quien escribe estas líneas, un buen rediseño que demuestra el mal gusto de muchos fans, que lo rechazaron.


Tras el desmorone de este relanzamiento, Dynamite volvió a intentarlo otra vez más, ahora con un intento por adaptar la franquicia a los nuevos tiempos que fracasó casi al instante. La guionista Kate Leyh llegó con una propuesta y tono interesantes, además de un nuevo traje muy chulo… y se encontró con un pésimo dibujo y coloreado que no le desearía a nadie. Normal que sólo durase seis números este relanzamiento.


Para contener a los fans decepcionados ante tanto cambio Dynamite aprobó Roses For The Dead, una miniserie especial ilustrada por Joseph Michael Linsner, experto en cómics de mujeres con poca ropa, y escrito por su esposa Kristina Deak-Linsner. Un back to the basics que no anticipaba lo que estaba por venir.
En paralelo a estas series Dynamite publicó infinidad de especiales y miniseries, demasiados y demasiados mediocres como para dedicarles espacio en este artículo.
Y llegó Cristopher Priest
Habiendo encadenado tantos relanzamientos (y muchas series mediocres), Vampirella necesitaba urgentemente un revulsivo, que llegó en forma de Cristopher Priest.
A finales de la década pasada Priest estaba enfrascado escribiendo a Deathstroke, el villano de DC Comics, en una serie que obtuvo muy buenas críticas y renovó el interés por el personaje. Acordándose de aquella breve historia escrita por Priest en los 90, Nick Barucci, el fundador de Dynamite, sospechó que el escritor podría hacer lo mismo por Vampirella.
La opinión de Priest sobre Vampirella no había cambiado desde los 90. No le gustaba el personaje ni tenía interés. Sin embargo, la convicción de Barucci, que viajó por media América para ofrecerle en persona el trabajo, le convenció… Si bien pidió una condición: su relanzamiento sería sería un reboot serio y la editorial tendría que concederle libertad absoluta para tratar temas difíciles como la religión y el racismo en América.


El primer número de esta nueva Vampirella logró cien mil pedidos y, contra todo pronóstico, aguantó la inevitable pérdida de ventas. El éxito de este relanzamiento ha sido tal que Priest aún está escribiendo al personaje, habiendo logrado el título de escritor con más cómics de Vampirella a sus espaldas. Lleva ya casi cien números desarrollando la historia más ambiciosa del personaje, elevando a niveles estratosféricos el listón en la franquicia. Sus guiones han aportado un nivel de profundidad al personaje y su entorno que eran hasta la fecha insospechados. Además, ha conseguido redefinir con solvencia la continuidad del personaje, haciendo válidas casi todas sus historias previas, y ha recuperado el componente satírico de ciencia-ficción que la franquicia perdió con la llegada de Archie Goodwin.
En Zona Negativa le dediqué varias reseñas a esta etapa, explicando más a fondo por qué es una serie meritoria. La reseña de su primer arco argumental podéis leerla siguiendo este enlace.


No todo es perfecto, eso sí. Como buena serie de Dynamite, la calidad del dibujo y el coloreado varía mucho, aunque afortunadamente el nivel es más alto de lo habitual en series de esta editorial. El grueso de esta etapa lo ha ilustrado Ergün Gündüz, cuyo trabajo puede ser muy irregular, pero ha conseguido ser capaz de entender a la perfección la complejidad y las intenciones de la narrativa de Priest. También puede presumir de haber ofrecido una excelente reimaginación visual del universo de Vampirella, nada malo.
Siendo una serie de Dynamite, esta etapa también ha sido víctima de una sucesión de relanzamientos con los que intentar trucar el mercado de cómics. El orden de series es el siguiente:
Tal es el éxito de esta etapa que también hay spin-offs. Todos los que escribe Cristopher Priest son importantes para la serie principal. Hasta la fecha, estos son:
Además, hay también miniseries dedicadas a los personajes secundarios de Pantha y Nyx en este nuevo universo. No soy muy fan de ellas, pero ahí están para quien necesite incluso más Vampirella en su vida.
El éxito de este reboot no ha impedido que Dynamite seguir publicando miniseries y especiales fuera de esta continuidad, muchos destinados a mantener en raya a los fans que protestarían los cambios de Priest y colaboradores (y que están dispuestos a gasta cantidades obscenas de dinero en Vampirella). Tom Sniegoski y unos cuantos dibujantes han tenido la oportunidad de relanzar Vengeance of Vampirella y Vampirella Strikes, continuándolas justo donde se quedaron en los 90 y tejiendo una continuidad alternativa. Afortunadamente, ocasionalmente hay lugar para series de calidad. Hay que destacar la miniserie crossover Vampirella/Red Sonja (no confundir con el crossover de Vampirella, Red Sonja y Betty y Veronica), un cómic de acción muy recomendable.
Dynamite ha dejado claro que la serie principal es la de Priest y él puede quedarse al mando de Vampirella tanto tiempo como le apetezca, una decisión que no podemos hacer otra cosa que elogiar. Por primera vez en décadas, la vampiresa ha encontrado estabilidad y calidad creativa. Ojalá continúe así su futuro.