¿Por qué coleccionamos cosas?

El estudio de la psicología del coleccionismo ha tratado de dar luces sobre qué motiva a las personas a coleccionar objetos que entienden como valiosos. La entrada ¿Por qué coleccionamos cosas? se publicó primero en Ethic.

Jun 2, 2025 - 15:10
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¿Por qué coleccionamos cosas?

Sellos, cómics, fotografías, arte, zapatos carísimos como Carrie Bradshaw en la serie Sexo en Nueva York, ¿amantes?, huesos, como el asesino en serie de la película de 1999 protagonizada por Denzel Washington… Dicen quienes estudian la psicología del coleccionismo que la práctica de encontrar, seleccionar y compilar cosas ha existido siempre. Un instinto humano básico, según lo definen desde la Federación Española de Sociedades Filatélicas (FESOFI), cuyos estudios formales para desentramar qué hay detrás de esta conducta datan de principios del siglo XX.

Sigmund Freud fue uno de sus estudiosos y máximos exponentes. El austriaco reunió en vida una basta colección de antigüedades de más de 3.000 objetos que colocó con esmero en su sala de consulta, para deleite de los pacientes que pasaban por su diván, reconvertidos en visitantes de un improvisado museo arqueológico.

De acuerdo con su teoría, el gusto humano por coleccionar bienes materiales ahonda sus raíces en el aprendizaje de ir al baño durante las etapas iniciales de la vida. De defecar, vaya. Freud defendió que el control sobre la defecación (retención y expulsión de las heces) es clave en el desarrollo psicosexual infantil y del sentido de poder. Este placer fisiológico que experimenta el infante en la acción tan, a priori, banal de defecar desemboca en la materialización de conductas análogas de control y retención, como es la de acumular objetos. O, en otras palabras, de coleccionarlos.

Según Freud, el gusto por coleccionar bienes materiales está relacionado con el control fisiológico que aprendemos en la infancia

Más delante, con el nuevo siglo inaugurado, la cuestión de por qué las personas coleccionan objetos se abordó desde la psicología del yo, como una cuestión que favorece la percepción propia y el autoconcepto de uno mismo. La aproximación ahora parte de una visión mucho más materialista, debido, en parte, a la irrupción de la racionalidad económica capitalista en el ámbito privado y a la maximización de los procesos de individualización propios de nuestra época. En otras palabras: coleccionar cosas no solo aporta placer y satisfacción a quien colecciona, sino que se percibe como un símbolo de riqueza disponible y bienestar económico, de estatus y de identidad, de acuerdo con una publicación del sociólogo Andrew Dillon, también profesor de la Universidad de Texas, Estados Unidos.

Pero las teorías freudianas no han quedado obsoletas a la hora de tratar de entender y explicar qué nos mueve a ser coleccionistas. En la noción moderna de esta práctica, muy vinculada a las teorías sobre comportamiento del consumidor y al marketing, también hay cabida para la perspectiva psicoanalítica. Se recupera así el deseo de control como la causa principal para que una persona acumule objetos con el fin último de poseerlos. Esto es lo que se recoge en un reciente estudio publicado en la revista Journal of Consumer Research, de la Universidad de Oxford, que parte de la revisión de seis investigaciones sobre la psicología del coleccionismo.

El coleccionista desea control, y lo busca en una estructura construida a partir de los objetos

De acuerdo con los investigadores, el coleccionista, a quien definen como «consumidor», desea control y lo busca en una estructura que queda instituida una vez los componentes interconectados (los objetos) forman una entidad holística (la colección). Por lo tanto, a medida que el individuo reúne más y más elementos de su personal repertorio, satisface más y más su necesidad de control. De ahí, defienden, la «naturaleza estructurada del coleccionismo».

En la otra cara de la moneda, las cuestiones negativas que se asocian al acto de coleccionar o acumular cosas. Por ejemplo, el llamado síndrome de Diógenes, un trastorno de la conducta que se manifiesta en la acumulación compulsiva de objetos y cuya denominación es una contradicción en sí misma: el pobre filósofo griego Diógenes de Sinope, de donde toma su nombre, fue uno de los grandes defensores de la acción de desprenderse de lo material, de los lujos, riquezas y falsos bienes. Según la psiquiátrica Shirley M. Mueller, se ha descubierto que el acto de atesorar objetos estimula ciertas partes del cerebro que conectan con el centro del placer humano. De ahí que resulte una acción valiosa y placentero, explica en un artículo publicado en Physicology Today.

El problema es cuando esta satisfacción por reunir objetos se convierte en obsesión y el deseo de acaparar interfiere con la función normal de la persona que acumula y del desarrollo cotidiano de su vida. En un macroestudio del que se hace eco Mueller, se descubrió que el 50% de los encuestados, todos «acumuladores», sufrían de un trastorno depresivo en mayor o menor medida. El 25% manifestó algún cuadro de ansiedad, otro 25%, fobia social, y menos del 20% padecía de un trastorno obsesivo-compulsivo.

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