Soledad, sensibilidad y sexo en el Japón actual

Mourelo, que reside la mayor parte del año en Tokio, ha escrito diversos ensayos sobre sociedad, literatura, arte e historia de Japón. Con Tokio 173-3007 (Hotel para parejas) cambia el registro, abandona la no ficción y se adentra en el país como novelista, en un Tokio moderno cuyas contradicciones permean la historia y a sus... Leer más La entrada Soledad, sensibilidad y sexo en el Japón actual aparece primero en Zenda.

May 25, 2025 - 14:35
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Soledad, sensibilidad y sexo en el Japón actual

Soledad, sensibilidad y sexo (o su ausencia). Sobre estos tres pilares principales Suso Mourelo ha construido una historia original y potente, la vida casi al margen de una joven, Hiromi, cuya extraña hipersensibilidad ha condicionado toda su existencia.

Mourelo, que reside la mayor parte del año en Tokio, ha escrito diversos ensayos sobre sociedad, literatura, arte e historia de Japón. Con Tokio 173-3007 (Hotel para parejas) cambia el registro, abandona la no ficción y se adentra en el país como novelista, en un Tokio moderno cuyas contradicciones permean la historia y a sus protagonistas. La publicación corre a cargo de Quaterni, editorial especializada en literatura y cultura de Corea y Japón.

"Su trabajo también es peculiar: es recepcionista nocturna en el Stromboli, un love hotel, un hotel para parejas, en un barrio que ha sufrido frecuentes inundaciones"

Desde hace ya años Occidente, y España sin duda, acoge con gusto la obra de novelistas japonesas —Mie Kawakami, Yoko Ogawa, Mitsuyo Kakuta, Banana Yoshimoto…— que se suma a la tradición de anteriores autores como Kawabata o Mishima. La nueva literatura plantea temas actuales y a veces incómodos de la mano de personajes jóvenes y desorientados. Casi siempre son mujeres que vienen a ampliar el espectro narrativo y, de paso, saldar la deuda de tantos escritores, entre ellos el popular Murakami, que han tratado a los personajes femeninos de forma secundaria o como complemento de los protagonistas femeninos. Mourelo continúa ese camino abierto por las narradoras con esta joven, Hiromi, que navega con dificultad en una sociedad en cambio, todavía feudataria de la idea de que el individuo no es sino una pieza sometida al conjunto social y como tal tiene que actuar; no como ente, sino como eslabón.

La protagonista de Tokio 173-3007 aún no ha cumplido 30 años, carece de ambiciones laborales, no tiene novio ni deseos de tenerlo y durante años no se ha relacionado con nadie ni tenido más conversaciones que las fórmulas de cortesía con sus compañeros de trabajo. Su trabajo también es peculiar: es recepcionista nocturna en el Stromboli, un love hotel, un hotel para parejas, en un barrio del norte de la ciudad que ha sufrido frecuentes inundaciones.

La elección por Hiromi de este trabajo no es casual: en su jornada solo tiene que intercambiar unas palabras —o ninguna palabra— con los clientes, a los que ni siquiera tiene que ver, pues están ocultos por una mampara con un pequeño espacio abierto sobre el mostrador para recoger las llaves y hacer el pago.

"Esos olores que percibe, esas relaciones a veces desiguales o no deseadas que percibe, han agravado su desconfianza en el sexo, en las relaciones de pareja y en el matrimonio"

Pero Hiromi tiene un don que es un regalo envenado: sufre hiperosmia, el desarrollo desmedido del olfato, y percibe los olores, los aromas y los hedores, con una intensidad decenas de veces superior a lo habitual. Por eso, aunque no vea a los clientes, los huele cuando entran y eligen en el panel electrónico la habitación en la que pasaran las próximas horas. Hiromi identifica por el olor en qué trababan los clientes, qué edad tienen y qué relación los une —amistosa, amorosa, matrimonial, monetaria, sexual, casual. Y sobre todo, huele sus sentimientos: la ira, el deseo, el miedo, la tristeza, la ansiedad… todos esos estados anímicos que provocan en las personas la producción de moléculas olfativas que nosotros no podemos percibir pero Hiromi sí. Y no solo las huele, sino que las describe, nos las cuenta con los olores de la vida cotidiana —vinagre, manzana, arroz cocido, pescado, mandarina, melón…— de modo que podemos sentirlos.

Esos olores que percibe, esas relaciones a veces desiguales o no deseadas que percibe, han agravado su desconfianza en el sexo, en las relaciones de pareja y en el matrimonio. Y en general, en cualquier contacto con los otros. De hecho, no es demasiado extraño: Japón es el país con más gente viviendo sola, con menos matrimonios y parejas entre la gente joven, y con más personas que manifiestan no tener ni buscar relaciones sexuales. Así que no es de extrañar que sea el país con la población más envejecida y donde el gobierno patrocina webs y fiestas de citas para facilitar los contactos y animar a los jóvenes a ser padres.

"Si la soledad es ya una realidad universal, cada persona que la vive, o la padece, tiene sus causas y se enfrenta a una realidad distinta"

Casarse y ser padres es una de las presiones a las que se enfrentan muchos japoneses y el caso de Hiromi, cuya madre le pregunta cada vez que la ve si tiene novio, es habitual y una muestra de esas luchas entre la vieja sociedad y las nuevas generaciones.

Es un logro, o un elaborado trabajo, la construcción y transformación que ha hecho Mourelo de su personaje principal: frágil, pero consciente de sí. Dubitativa, pero finalmente decidida, Hiromi evoluciona a lo largo de la historia, pues un olor —el de una cañería en mal estado en su apartamento que la inmobiliaria no soluciona— la obliga a entrar en acción y planear, como si fuera su destino, una venganza. Y eso hace que tenga que reaccionar con los demás, acudir a los otros y relacionarse en unos meses más de lo que ha hecho en años.

Mourelo crea y describe con aliento poético un personaje real, verdadero, una de las almas —de las mujeres, pero también de los hombres jóvenes— a los que les ha tocado —en Tokio como en las grandes ciudades de todo el planeta— afrontar un mundo tan distinto al que conocieron sus padres, un mundo hipercomunicado en el que las relaciones son con frecuencia efímeras —como posts de Instagram— y la soledad es epidemia más que elección.

"En el libro descubrimos que, en Japón, los hoteles para parejas no tienen el carácter marginal que les damos aquí"

Si la soledad es ya una realidad universal, cada persona que la vive, o la padece, tiene sus causas y se enfrenta a una realidad distinta. Para Hiromi, la causa puede ser la hipersensibilidad olfativa, pero también sus experiencias infantiles y familiares, y la consecuencia es la dificultad de vivir cada día en un mundo que la agrede por los sentidos y que desconfía del diferente porque pone en riesgo la sociedad.

Hiromi vive en Japón, en el Tokio inacabable donde cada día se cruzan millones de personas en las calles y las estaciones de tren. Y ese hecho, la vida en un lugar lleno de costumbres y rituales distintos a los nuestros e incluso incomprensibles para los occidentales, enriquece la historia. El autor no busca el exotismo, incluso parece que huyera de él y sí sus símbolos, por eso nos muestra con mayor certeza lo cotidiano, el día a día de un grupo de personajes, o personas levemente en los márgenes por su trabajo en un love hotel.

Por cierto, en el libro descubrimos que, en Japón, los hoteles para parejas no tienen el carácter marginal que les damos aquí. Por supuesto, hay sexo pagado —y parte del rechazo de Hiromi a las relaciones procede de lo desalmado y triste de esos intercambios que huele cada día—, pero también es el lugar al que acuden las parejas jóvenes casuales o de larga duración, los novios y hasta los matrimonios para celebrar su aniversario o darse una alegría fuera de una casa tal vez demasiado pequeña con paredes de papel y tela.

"Entre esos hechos, o sombras de duda, están la prematura desaparición de dos amigos, la desazón de la noche con su primer y único novio o la sospecha de ser una hija no deseada"

Hay, además, dos arriesgadas y resueltas decisiones que el autor ha tomado en la escritura: una afecta a la estructura, la otra a la narración. La historia no sigue el aristotélico esquema occidental de planteamiento, nudo y desenlace, sino que, como leemos en numerosas novelas japonesas y coreanas, propone un esquema distinto, tal vez más real —sin forzados giros de guion ni trucos de escuela de escritura— que se ajusta de forma suave a la realidad, a los acontecimientos y al paso del tiempo. Y la segunda decisión es la narración principal en pretérito, pero la presentación del pasado y los sueños en presente, como fogonazos, pues en el caso de Hiromi esos hechos cobran intensidad y, vamos descubriendo a medida que leemos, la han convertido en quien es.

Entre esos hechos, o sombras de duda, están la prematura desaparición de dos amigos, la desazón de la noche con su primer y único novio o la sospecha de ser una hija no deseada.

Recuerdos y presente se suceden y funden para sostener esta novela valiente y distinta, que nos conduce como un río —los ríos y el agua son también protagonistas en la historia, y no benevolentes— a un final que quiebra la relativa quietud narrativa y —sin desvelarles lo que sucede— nos hace pensar en un renacimiento metafórico. Una muerte y resurrección simbólicas que probablemente los lectores relean para terminar de componer ellos la vida de esta mujer tan única y tan universal. Bienvenidos pues, a través de la voz —y el olfato de Hiromi— al Japón verdadero lejos del turismo de masas, los templos zen y los cafés instagramables, habitado por los rostros de la soledad.

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Autor: Suso Mourelo. Título: Tokio 173-3007: Hotel para parejas. Editorial: Quaterni. Venta: Todos tus libros.

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