Bajos fondos, de Can Xue

Los cuentos de Can Xue eran surrealistas, inquietantes y muchos de ellos parecían emular la falta de coherencia y angustia propia de los sueños, o más bien de las pesadillas. En ellos, las personas se perdían en lugares a los que no sabían cómo habían llegado, y aparecía o desaparecía gente de su lado casi... Leer más La entrada Bajos fondos, de Can Xue aparece primero en Zenda.

Jun 10, 2025 - 15:35
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Bajos fondos, de Can Xue

En 2024, las casas de apuestas señalaban el nombre de Can Xue (Hunan, China, 1953) como la más probable ganadora del premio Nobel de Literatura de ese año. Sentí curiosidad y le solicité a la editorial Aristas Martínez las dos antologías de relatos que ha publicado de ella: Hojas rojas (2022) y Al otro lado (2024). Al final, el premio Nobel lo ganó la surcoreana Han Kang, y así tuve la oportunidad de leer a ambas autoras asiáticas.

Los cuentos de Can Xue eran surrealistas, inquietantes y muchos de ellos parecían emular la falta de coherencia y angustia propia de los sueños, o más bien de las pesadillas. En ellos, las personas se perdían en lugares a los que no sabían cómo habían llegado, y aparecía o desaparecía gente de su lado casi sin continuidad. Más de uno de esos cuentos estaban protagonizados por animales o plantas: un sauce, unos animalillos indefinidos que habitaban bajo la tierra del desierto, una urraca y una chicharra. Cuando vi que Aristas Martínez publicaba un nuevo libro de Can Xue —en este caso una novela corta—, que estaba protagonizada por una rata, sentí curiosidad, porque esos cuentos protagonizados por plantas o animales que cito fueron de los que más me gustaron de esas antologías. Así que cuando me llegó la publicidad del libro al mail, se lo solicité al encargado de prensa de la editorial para poder reseñarlo y, muy amablemente, me lo envió, y aquí estamos.

"En la segunda parte, la narradora ha pasado a vivir en un túnel, y se cruzará con otros animales que habitan allí cavando"

Aunque la contraportada habla de que el libro está protagonizado por «Wei Qi, una carismática rata», el lector no acabará de tener la certeza de que la narradora de esta historia sea realmente una rata, un animal de otra especie o una clase indefinida de ser fantástico, que las personas suelen confundir con una rata. Cuando los humanos se dirigen a ella, normalmente la denominan «rata», un nombre con el que ella no parece sentirse muy de acuerdo. En la página 20 leemos: «El enano entonces me llamó “rata”. No me hacía ninguna gracia ese nombre. Qué iba a ser yo una rata, si era mucho más grande».

Tampoco ella se identifica con el nombre de «Wei Qi», que es como la acabarán llamando dos hermanos con los que se encuentra.

Sabremos que la narradora siente que su hogar es un barrio de chabolas, asentado en los suburbios de una gran ciudad. En el segundo capítulo visitará algunos edificios de oficinas, pero no le gustarán y decidirá volver al suburbio, a los «bajos fondos» que se evocan en el título. Normalmente entraba en las chabolas y se resguardaba del frío junto a la hornilla de la cocina. Allí era tolerada y lo habitual era que los habitantes de la casa la alimentaran con las sobras de su comida, como si se tratase de una mascota o una presencia benéfica. «Los arrabales son mi hogar, nací aquí, crecí aquí, por las noches me cuelo en cualquier chabola con lumbre, por el día merodeo husmeando su intimidad. Conozco muchos de sus secretos, pero no capto sus enigmas. A simple vista son incógnitas horribles a la par que hermosas, ¿será por eso que no puedo evitar seguir fisgando?», leeremos en la página 30, y este párrafo será el final de la primera parte de cinco.

"En todo momento, los humanos con los que nuestra rata se irá cruzando pueden golpearla, atarla, quemarla, tratar de envenenarla al ofrecerle comida..."

En la segunda parte, la narradora ha pasado a vivir en un túnel, y se cruzará con otros animales que habitan allí cavando. Esto me ha recordado al cuento “Movimiento vertical” de Hojas rojas, donde unos animalillos vivían bajo un desierto cavando túneles. Ya dije entonces que ese cuento me parecía que estaba escrito bajo la influencia del Franz Kafka de El refugio, y aquí se repite esa sensación.

Bajos fondos está recorrido por una sensación de amenaza y violencia constantes. En todo momento, los humanos con los que nuestra rata se irá cruzando pueden golpearla, atarla, quemarla, tratar de envenenarla al ofrecerle comida… Aunque también, en otras ocasiones, pueden ser compasivos con ella y permitirle entrar en sus casas para que se proteja del frío, darle comida o liberarla si está atrapada. Si tratamos de buscar significados a la literatura de Can Xue, todas estas sensaciones que transmite el libro, sobre no saber a qué debe atenerse el personaje frente a los humanos con los que se cruza, pueden hablarnos de un mundo sin un sentido definido, en el que el individuo, en constante lucha por sobrevivir, se ve abocado a no entender al otro, a la falta de concatenación entre sus acciones y el resultado de estas. Aunque, a veces, se puede conseguir ayuda del próximo, parece decirme Can Xue que el individuo está condenado a pulular en soledad por un mundo incomprensible y agresivo.

Más de una vez la narradora evocará el valle donde vivieron sus ancestros. Quizás, aquí, Can Xue nos quiera mostrar la dualidad de los ciudadanos chinos modernos, expulsados de su pasado en el campo para vivir, muchos de ellos, en los arrabales de las grandes ciudades y ser mano de obra barata de fábricas deshumanizadas. Este mundo es en el que trata de sobrevivir nuestra rata.

"Sin desdeñar el extraño valor artístico de Bajos fondos, considero que me ha resultado más gratificante leer los cuentos que la novela"

Como ocurría en los relatos, el lenguaje de Can Xue es evocador, poético y misterioso. Me ha llamado la atención que, en este libro, la traductora Tyra Díez (que también tradujo Al otro lado), a veces toma un registro coloquial del lenguaje. Así en la página 62 leemos «el niño, que se llamaba Xiao Mu, la lio parda», en la página 63: «Xiao Mu muchas veces afanaba cosas de la casa», o en la página 81: «¡aquel sigiloso gato negro se estaba papeando al escorpión rojo!». Imagino que no debe de ser fácil traducir del chino y tener que tomar estas decisiones de traslación lingüística a otro idioma.

La crítica internacional ha relacionado la escritura de Can Xue con algunos maestros occidentales como Kafka, Borges y Calvino, para acabar concluyendo que Xue acaba teniendo un toque personal. Es cierto que, desde la primera página, he reconocido en Bajos fondos a la autora que conocía por las dos antologías de relatos mencionados, y esto acaba teniendo sus pros y sus contras. La propuesta —con fuerte tendencia experimental— de Can Xue es imaginativa, onírica, rica en matices y formas, pero también creo que este tipo de narración se sostiene mejor en un relato de veinte páginas que en una novela corta de ciento veinte. Es decir, en los cuentos de Hojas rojas o Al otro lado, aunque estaban estilísticamente emparentados, cada quince o veinte páginas la historia contada se cortaba, de forma más acabada o más abrupta, algo —esto último— que no tenía demasiada importancia, al fin y al cabo, en una narración que, en gran medida, prescindía de la lógica natural de causa-efecto de un relato convencional. Pero quizás esto mismo es más difícil de sostener durante toda una novela, donde se van a suceder escenas oníricas, surrealistas o absurdas sin orden de continuidad. Es cierto que, como ocurría en los cuentos, Bajos fondos está cargado de símbolos sobre la alienación moderna, la pobreza, la crueldad, la violencia o el sinsentido existencialista, pero también es cierto que el estilo de escritura de Can Xue no permite desarrollar demasiado bien a los personajes secundarios de la historia, porque la rata-narradora siempre siente incomprensión hacia sus acciones y el modo en que interactúan con ella. En este sentido, sin desdeñar el extraño valor artístico de Bajos fondos, considero que me ha resultado más gratificante —aunque las propuestas sean, en realidad, similares— leer los cuentos que la novela. Si alguien no conoce nada de la obra de Can Xue, de las tres obras que yo he leído, publicadas por Aristas Martínez (tiene tres novelas más en Hermida Editores, de las que creo que destaca La frontera), creo que le recomendaría empezar por Hojas rojas.

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