Batman: Fuera de órbita
Batman ha sido abducido por extraterrestres. ¿podrá escapar en un lugar que le es totalmente ajeno?. Descúbrelo con Jason Aaron y Doug Mahnke.



Edición original: :Batman: Off-World #1-6 (DC Comics, 2023-2025)
Edición nacional/España: DC ONE-SHOT V1 (Panini Cómics, 2025)
Guion Jason Aaron.
Dibujo:Doug Mahnke.
Color:David Baron.
Entintado: Jaime Mendoza.
Traductor:: Santiago García.
Corrección:: Enrique Acebes y Marcos Muñoz.
Diseño y realización: Fanhunter y Núria Moreso
Formato: Comic-Book con lomo, color. 160 páginas. 13,00€
Guía del murciélago galáctico
«Soy Batman. Soy la venganza y no he sido entrenado para esto»
No descubro nada nuevo al decir que Batman es el personaje que, desde hace décadas, sostiene a DC. Cuando alguna colección decae o necesita un empujón para captar atención, ahí está el murciélago —o algunes de sus hijes o protegidos— para echar una mano.
Claro, esta estrategia puede, hacer creer que hay cierta falta de ideas al reducirlo todo a un personaje y su universo. Sin embargo, al César lo que es del César: no hay otro héroe en la editorial que permita tanta versatilidad. Historias detectivescas, acción pura, drama, cine negro, toques románticos, tokusatsu, incluso Morrisionadas —sí, el autore es un género en sí mismo—. En definitiva, Batman representa la sublimación perfecta del héroe pulp.
Ahora bien, aunque el murciélago vengativo ha vivido aventuras de todo tipo, es cierto que, le faltaba su gran odisea espacial, como ya vivieron sus compañeros. Superman, en la recordada Exilio, o más recientemente, Perdido, de Priest. Incluso Diana tuvo su propia epopeya galáctica en la poco valorada etapa de Messner-Loebs, que desde aquí reivindico hasta cierto punto. Fue una etapa competente y con buenas ideas, aunque terminó cayendo con el indefendible “El Torneo”.
Pues bien, esa es, básicamente, la premisa. Batman atrapado en un entorno totalmente ajeno para el que no está preparado, por lo que no puede recurrir a sus famosas contramedidas. Las razones —todo sea dicho—, Aaron las expone con bastante claridad. Se trata de un Batman primerizo, posterior a Año uno, que aún cree que puede cambiarlo todo con actitud estoica, intentando infundir miedo y convertirse en el hombre del saco que Gotham supuestamente necesita. Este Batman precisa de una cura de humildad y un replanteamiento de su modus operandi.
Como era de esperarse, había cierto temor y muchas expectativas pues, Jason Aaron llegaba a DC tras años en Marvel. Volvía a la casa donde creó la obra maestra Scalped y, claro, viendo sus trabajos más recientes en el universo Marvel —Vengadores, ejem…, Castigador— era comprensible que se encendieran las alarmas. Más aún si le asignaban una serie de Batman.
Y lo cierto es que nos encontramos con un Aaron que se divierte con la historia, colocando a Batman en un entorno muy distinto al habitual. Esto aporta una perspectiva más fresca que, de entrada, capta la atención. Otra cosa es la ejecución, evidentemente. Al principio, parece que el guionista quiere jugar con el contraste: presentar a Batman como un pez fuera del agua. Sus monólogos internos, intensos hasta el exceso, y sus frases lapidarias desentonan con lo que se muestra alrededor. Ojo, esto es intencionado. Conforme avanza la trama, vemos cómo el personaje empieza a adaptarse, aunque nunca abandona del todo esa pose de tipo duro que tanto daño hizo tras El regreso del Caballero Oscuro. Un mal entendimiento a la interpretación de Miller que convirtió a Batman en una figura exageradamente forzada. Muy Poochie.
Ahora bien, el cómic no vive solo de Aaron, aunque sea el nombre más sonado. Y el dibujante no es poca cosa. Hablamos de Doug Mahnke, quien regresó al dibujo tras un tiempo fuera. El artista de Green Lantern siempre ha tenido un estilo peculiar, muy adecuado para entornos de terror y criaturas que provocan inquietud, incluso asco. Por eso, en esta historia predominantemente extraterrestre, su arte le queda como anillo al dedo. Cada diseño resulta más alienígena que el anterior, aunque no dejan de aparecer figuras humanoides, pese a su naturaleza alienígena.
Eso sí, en la primera mitad de la obra —los tres primeros números— el conjunto parece funcionar a medio gas. Hay páginas muy inspiradas y detalladas, pero también otras que parecen bocetos apresurados. No sabemos si las fechas de entrega le jugaron una mala pasada, ya que la serie de seis números sufrió retrasos considerables y tardó un año y medio en completarse.
Afortunadamente, a partir de la mitad de la miniserie, a Mahnke se le nota más suelto narrativamente. Gana soltura en los diseños y en las escenas de acción, el acabado mejora y el ritmo narrativo se afianza. Y aunque al final no sea más que un cómic donde prima la acción, en el arte estamos bastante bien servidos.
En definitiva, el debut de Aaron en DC puede no ser del gusto de todos, pero nos entrega una historia de un Batman primerizo que juega con cierta ironía hacia una visión específica del personaje. Con su crítica social poco sutil y abundante acción, la obra se convierte en una especie de trasunto de John Carter… solo que vestido de murciélago. Incluso Mahnke se permite varios homenajes a aquellas viejas epopeyas galácticas.
Y como siempre, todo vuelve a su cauce. Porque, amigos, es Batman. Y esté donde esté, siempre prevalece e inspira a su alrededor.
Por suerte, lo mejor de Aaron estaba por llegar con Absolute Superman. Mientras tanto, tuvimos este aperitivo para pasarlo bien, como una pequeña película con la que disfrutar antes del gran blockbuster.
Lo mejor
• Un Aaron juguetón con un Batman fuera de su zona de confort.
• Las páginas de Mahnke homenajeando los clásicos de la literatura pulp espacial.
Lo peor
• no gustará a los detractores de Aaron, posiblemente pensarán que habrá «roto» al personaje.