Las voces de la revolución
En Madrid, en 2014, Sarah le escribe un diario a su hija Sham. El padre de la pequeña lleva desaparecido dos años y medio, por lo que, en su espera, Sarah habla sobre él y sobre tantos otros con los que vivió la revolución: Mazen, Wafa, Hussein, Rudayna… Sus primeras palabras son un adelanto, una... Leer más La entrada Las voces de la revolución aparece primero en Zenda.

El mismo título del libro, Cuando la revolución termine, es toda una declaración de intenciones por parte de la autora, Leila Nachawati. En él evita una palabra clave, una que ha acompañado a Siria desde hace años y que por fin la abandonó en diciembre de 2024. Con la elección de su título, Leila Nachawati reivindica el comienzo de la lucha y nos recuerda que todos los sueños y proyectos quedaron pospuestos por un tiempo indefinido. Precisamente por ese motivo, la novela se divide en dos partes, la vida antes de la revolución y la vida después de la revolución, ambas conectadas no solo por la revolución en sí misma, sino también por Sarah, el primer personaje con nombre propio de esta novela coral.
En la vida antes de la revolución, Mazen defiende sus raíces palestinas y absorbe las enseñanzas de Abdel Karim sobre su época como revolucionario, lo que lo lleva a Rudayna y a otros sirios y sirias que esperan, con más o menos esperanza, que Bashar Al Asad caiga. La propia Rudayna tiene una vida extraordinaria antes de la revolución, gracias a su talento para la música. Conocida en todo el país, canta y toca el laúd en la Casa de la Ópera, a la vez que recorre los pueblos más humildes, luchando por los derechos de las mujeres, e incentiva en Damasco las conversaciones sobre los abusos del régimen. También está Wafa, la prima de Sarah, una joven tímida que no duda en defender sus derechos y cuyo talento para el dibujo la lleva hasta Rudayna. Hussein es un virtuoso del violín que pasa los viernes en el templo junto a su madre, con quien comparte una conexión especial. Osama graba cada instante de la vida en Siria sin que le tiemble el pulso, incluso cuando eso implica inmortalizar a las fuerzas del orden asesinando a un inocente frente a sus ojos.
También están Maya, Yamal, Safaa, Hilde… Tantos puntos de vista sobre un mismo hecho que conforman un hermoso y crudo collage sobre la vida en Siria. Se intercalan tardes de compras en el supermercado, fiestas familiares y propuestas de matrimonio con la violencia, el miedo y la corrupción.
En la vida después de la revolución, en 2011, Mazen, Rudayna, Wafa y otros muchos se unen a las manifestaciones pacíficas y gritan: Hurriye! (Libertad). Hussein escucha a su madre predicar en el templo y gritar sin miedo. Osama graba la represión del dictador mientras educa a su hermano pequeño, Rami, de tan solo 10 años, porque a Al Asad le da igual matar a niños. Sarah traduce sus vídeos en España, acude a congresos y no permite que el mundo deje de lado a Siria.
Después de la revolución se suceden los hospitales de campaña, los programas de noticias donde se habla de espionaje y de infiltrados de Israel, las amenazas en funerales, las desapariciones y las torturas.
Leila Nachawati hace que cada personaje nos importe, no solo porque llegamos a conocerlos a todos en profundidad (sus pensamientos, vivencias y sueños rotos), sino también por lo que nos muestra de Siria. Con ellos nos insiste en que debemos recordar las tragedias, las grandes injusticias cometidas contra pueblos que tan solo ansiaban (y ansían) la libertad. Necesitamos recordar que quien desea el poder lo defiende a toda costa, sin pensar en los costes para su país (o en los muertos que deja a su paso). No podemos dejar que el olvido y la forma en la que el propio Al Asad enturbió la lucha de los sirios y sirias nos ciegue (una táctica que no forma parte del pasado, que se repite hoy en día). En estos momentos Siria es la República Árabe Siria, pero la lucha todavía no ha terminado: ahora le toca enfrentarse a su reconstrucción, a los desaparecidos y a las heridas abiertas cubiertas de sal.
Cuando la revolución termine es, en definitiva, una lectura indispensable, con grandes contrastes y descarnadas escenas que algunos de nosotros incluso habremos vislumbrado alguna vez por YouTube. Sarah, Mazen, Rudayna, Wafa, Hussein y Osama, entre tantos otros, no son simples personajes, son los pseudónimos de muchos sirios y sirias, su huella en la historia y en la revolución.
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Autora: Leila Nachawati. Título: Cuando la revolución termine. Editorial: Los Aciertos & Pepitas. Venta: Todos tus libros.
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