Vuelve la delgadez extrema… ¿O nunca se fue?
La gran protagonista de la última alfombra roja de los Oscar fue la delgadez extrema: el revival de la estética de los 90 y el ‘efecto Ozempic’ explican este cambio en la tendencia. ¿Es el fin del ‘body positive’? La entrada Vuelve la delgadez extrema… ¿O nunca se fue? se publicó primero en Ethic.

A medida que las grandes estrellas de Hollywood cruzaban la alfombra roja de la última edición de los Oscar –uno de los momentos que más expectación despierta de la gala, como escaparate de tendencias y moda–, se veía claro un hilo conductor: las estrellas que acaparaban los flashes estaban muy delgadas, mucho más de lo que lo habían estado en ediciones anteriores. Volvía la delgadez extrema.
Tras la que había parecido ser la década del body positive y su defensa de los «cuerpos reales», las imágenes sugerían un retorno a las aspiraciones estéticas de los 90 y su heroin chic de mujeres ultradelgadas. En los días después, la actriz y activista por la salud mental Jameela Jamil lo sintetizaba con una observación: «La pérdida de peso se convierte en un deporte olímpico durante la temporada de premios». «Parece que el body positive está en el olvido», explica la estilista Anitta Ruiz a 20Minutos, que indica que los Oscar han sido una muestra dramática de una tendencia que ya se estaba notando previamente en la moda y el universo celebrity.
En cierto modo, el body positive ha dejado paso a la era «de la body exclusivity», como apunta una columna de The Washington Post. Se imponen estándares imposibles que solo se pueden alcanzar con mucha ayuda y mucha inversión. Las actrices mostraban en la alfombra roja una piel perfecta, un aspecto joven como si hubiesen hecho un pacto con el diablo y, por supuesto, unos cuerpos muy delgados.
El análisis del Post suma, eso sí, que ya ni siquiera se intenta parecer natural o que no se note. Hasta los vestidos se han vuelto imposibles (como ya había pasado en la anterior edición de la Met Gala, cuando se hizo viral justamente que las actrices no podían caminar con sus outfits). La conclusión es que, tras una década abrazando más o menos las imperfecciones, ahora se ha vuelto a unas expectativas extremas (aunque, como apuntan los propios comentarios de la noticia del Post, hagan lo que hagan las actrices y las famosas siempre van a ser criticadas por ello).
El retorno al ‘heroin chic’ forma parte del propio ciclo de la moda
Este boom de la delgadez extrema en las alfombras rojas está muy conectado con dos cuestiones. Una es el propio ciclo de la moda. Lo cierto es que este retorno no es exactamente nuevo: ya en 2023 se estaba hablando de un revival del heroin chic, que había estado muy presente en la estética de pasarela de las grandes firmas de moda. El desfile de MiuMiu de ese año se había hecho viral por sus faldas cortísimas e imposibles y sus muestras de extrema delgadez. «Estoy muy cansada. Estamos fingiendo que no estamos volviendo a glorificar la delgadez, pero no puedo seguir con esto», lamentaba entonces la editora de moda Tyler McCall, como recoge SModa. Las revistas de moda han ido dando cuenta desde entonces de cómo las modelos curvy han ido progresivamente despareciendo de la pasarela.
Otra de las grandes cuestiones es el efecto Ozempic. Como concluye un reportaje de YoDona: «Si el vídeo mató a la estrella de la radio, al body positive se lo ha fulminado sin contemplaciones el Ozempic». La semaglutida –que es lo que es Ozempic– es un medicamento para la diabetes, pero que también lleva a perder peso porque inhibe el apetito. Esto ha hecho que se use también contra la obesidad o, en el caso de los ricos y famosos, para perder peso de forma milagrosa y en tiempo récord. De hecho, se ha acuñado ya un término, el de cara de Ozempic, para hablar de los cambios físicos de esas personas famosas que pierden kilos de la noche a la mañana.
El problema no es que las estrellas pierdan peso, sino que lo hagan manteniendo que ha sido gracias al pilates y no al Ozempic
El problema no es, aun así, tanto que las estrellas pierdan peso, sino que lo hagan manteniendo que ha sido gracias al pilates o a alguna otra práctica accesible a todo el mundo (pocas son las que abiertamente han confesado el uso de Ozempic) y creando estándares imposibles de igualar para las personas de a pie. Esto refuerza percepciones alteradas de lo que es posible lograr y de lo que cuesta hacerlo.
Además, y en paralelo, las redes sociales no habían dejado de ser una fuente de presión estética, a pesar de todo el mensaje body positive. Incluso, se habían convertido en un escenario de propagación de contenidos dañinos para la salud mental y física, haciendo apología de los trastornos de la alimentación.
Ya en 2012 a 2014 los grandes medios se preguntaban por el impacto que tenían los contenidos thinspo o thininspo que circulaban impunemente a través de hashtags especializados. Este tipo de contenidos iban desde las dietas o los trucos para perder peso de apariencia más inocua (en la frontera difusa entre lo poco saludable y las categorías de bienestar) hasta las recomendaciones más perniciosas y extremas (como la exaltación de la delgadez extrema o de dejar de comer).
Entones, además de preguntarse por la responsabilidad moral de las redes sociales, los análisis también lo hacían por algo mucho más pragmático: estos vídeos y contenidos se monetizaban con anuncios. Las revelaciones de los Facebook Files, que Frances Haugen abrió a la opinión pública, volvieron a reavivar el debate en 2021. Según estos documentos, Facebook era consciente de que Instagram podía empeorar la percepción corporal de las adolescentes y, según defendía la filtración, no había hecho nada contra ello.
Esto ocurría en un marco en el que las voces críticas sobre el impacto de los social media en la percepción física iban en aumento. «Las redes sociales en general no causan un trastorno alimentario. Sin embargo, sí pueden contribuir a un trastorno alimentario», le decía entonces a The New York Times Chelsea Kronengold, vocera de la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios.
Desde entonces, poco ha cambiado. Este tipo de contenidos siguen circulando por redes sociales, a pesar de que las investigaciones científicas confirman el impacto negativo que tienen todos estos contenidos en la salud mental. E Instagram está lejos de ser la única en la que circulan este tipo de contenidos: un estudio australiano ha calculado que solo 8 minutos de consumo de thinspo en TikTok ya son nocivos y generan una peor percepción del cuerpo entre las jóvenes que los ven.
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