Las ‘autoras migra’ buscan más lectores: “España no es blanca, también es marrón”

La visibilización de la literatura con peso migrante llega a la Feria del Libro de Madrid para situarse en un “territorio” que niega su “actuación como seres culturales”Vivian Gornick: “El feminismo va a sobrevivir a la era de Donald Trump” En un mundo que erige barreras invisibles para silenciar a quienes llegan de fuera, ocupar espacio se convierte en un acto de resistencia y dignidad. Enarbolar con orgullo la palabra ‘libertad’ es un gesto vacío cuando todavía hay personas migrantes que se enfrentan a la invisibilidad institucionalizada, chocando contra muros de indiferencia y prejuicio que las relegan al olvido. Basta con escucharlas, o leerlas, para percibir que no se trata de pedir favores ni tampoco de buscar privilegios, sino de exigir el reconocimiento de su existencia en cada rincón de la esfera pública. Los espacios que se quitan o se adjudican también son un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Luchando por encontrar soportes que den voz a sus propias narrativas y tejiendo redes de solidaridad y apoyo, las personas migrantes aprovechan la Feria del Libro de Madrid para demandar un trato más justo y reparador con editoriales que no pueden permitirse pagar un estand. Así lo hicieron el pasado jueves 12 de junio, cuando se manifestaron en las puertas del Pabellón Iberoamericano con una maleta, varias obras y un megáfono: “Estos libros no pueden comprarse en la Feria”. La acción apenas alcanzó los diez minutos, puesto que la directora Eva Orúe se personó para hablar con ellas y pedirles que retiraran las pancartas y los ejemplares. La escritora afrocolombiana Quinny Martínez, que ha formado parte del acto reivindicativo, cuenta a este periódico que el hecho de que ni siquiera las hayan dejado manifestarse de esa forma es una demostración de que, “quien tiene el privilegio, gobierna, manda y ordena”. El año pasado mantuvo una conversación con Eva Orúe en la que se consiguió que hubiera en la Feria del Libro un espacio como Indómitas, un grupo de casetas que se abren los tres días iniciales de Feria para estar allí “a un costo elevado” que no cualquiera se puede permitir. “No significa mucho para nosotras y no nos vemos representadas”, alega Quinny Martínez. Eva Orúe se dirige a Gabriela Wiener en la Feria del Libro de Madrid para pedirle que detenga la acción Aunque la autora indica que Eva Orúe les ha dicho que está “dispuesta a hablar”, apunta que les ha comentado que “no puede haber libros que no tengan ISBN y depósito legal”: “Dan por sentado que nuestros libros no tienen registro. Pero aquí hay muchos libros, mucha producción tradicional, racializada y no racializada, como los fanzines, por ejemplo, que no tienen ISBN ni depósito legal y yo los he comprado en esta feria. Ese señalamiento propio ya viene con una lectura subjetiva”. Recientemente, también la revista cultural JotDown ha denunciado que Eva Orúe exigió su retirada de la Feria del Libro porque tampoco cuenta con ISBN. La directora, no obstante, ha explicado a este periódico que en ningún momento se pidió permiso para la venta de esta revista. El hecho de no poder pagar un estand se trata de solo una de las muchas consecuencias que sufren quienes quedan apartadas de un mercado millonario como este, en el que solo los grandes grupos editoriales y algunos sellos tienen acceso al mainstream literario. Entre las propuestas llevadas a cabo para hacerse notar, destaca Migraturas: literatura(s) en movimiento de la asociación cultural Yo Soy El Otro y La Parcería con el apoyo de Plataforma Cero, una cartografía de proyectos editoriales promovidos e impulsados por personas migrantes, de origen migrante y/o racializadas en España. Esta iniciativa, que fomenta la diversidad literaria y reconoce el papel de estas personas como agentes culturales en una sociedad diversa, se ha presentado en La Parcería de Madrid aprovechando el marco de la Feria del Libro. Allí, las escritoras y editoras Si

Jun 14, 2025 - 06:55
 0
Las ‘autoras migra’ buscan más lectores: “España no es blanca, también es marrón”

Las ‘autoras migra’ buscan más lectores: “España no es blanca, también es marrón”

La visibilización de la literatura con peso migrante llega a la Feria del Libro de Madrid para situarse en un “territorio” que niega su “actuación como seres culturales”

Vivian Gornick: “El feminismo va a sobrevivir a la era de Donald Trump”

En un mundo que erige barreras invisibles para silenciar a quienes llegan de fuera, ocupar espacio se convierte en un acto de resistencia y dignidad. Enarbolar con orgullo la palabra ‘libertad’ es un gesto vacío cuando todavía hay personas migrantes que se enfrentan a la invisibilidad institucionalizada, chocando contra muros de indiferencia y prejuicio que las relegan al olvido. Basta con escucharlas, o leerlas, para percibir que no se trata de pedir favores ni tampoco de buscar privilegios, sino de exigir el reconocimiento de su existencia en cada rincón de la esfera pública. Los espacios que se quitan o se adjudican también son un reflejo de la sociedad en la que vivimos.

Luchando por encontrar soportes que den voz a sus propias narrativas y tejiendo redes de solidaridad y apoyo, las personas migrantes aprovechan la Feria del Libro de Madrid para demandar un trato más justo y reparador con editoriales que no pueden permitirse pagar un estand. Así lo hicieron el pasado jueves 12 de junio, cuando se manifestaron en las puertas del Pabellón Iberoamericano con una maleta, varias obras y un megáfono: “Estos libros no pueden comprarse en la Feria”. La acción apenas alcanzó los diez minutos, puesto que la directora Eva Orúe se personó para hablar con ellas y pedirles que retiraran las pancartas y los ejemplares.

La escritora afrocolombiana Quinny Martínez, que ha formado parte del acto reivindicativo, cuenta a este periódico que el hecho de que ni siquiera las hayan dejado manifestarse de esa forma es una demostración de que, “quien tiene el privilegio, gobierna, manda y ordena”. El año pasado mantuvo una conversación con Eva Orúe en la que se consiguió que hubiera en la Feria del Libro un espacio como Indómitas, un grupo de casetas que se abren los tres días iniciales de Feria para estar allí “a un costo elevado” que no cualquiera se puede permitir. “No significa mucho para nosotras y no nos vemos representadas”, alega Quinny Martínez.

Eva Orúe se dirige a Gabriela Wiener en la Feria del Libro de Madrid para pedirle que detenga la acción

Aunque la autora indica que Eva Orúe les ha dicho que está “dispuesta a hablar”, apunta que les ha comentado que “no puede haber libros que no tengan ISBN y depósito legal”: “Dan por sentado que nuestros libros no tienen registro. Pero aquí hay muchos libros, mucha producción tradicional, racializada y no racializada, como los fanzines, por ejemplo, que no tienen ISBN ni depósito legal y yo los he comprado en esta feria. Ese señalamiento propio ya viene con una lectura subjetiva”. Recientemente, también la revista cultural JotDown ha denunciado que Eva Orúe exigió su retirada de la Feria del Libro porque tampoco cuenta con ISBN. La directora, no obstante, ha explicado a este periódico que en ningún momento se pidió permiso para la venta de esta revista.

El hecho de no poder pagar un estand se trata de solo una de las muchas consecuencias que sufren quienes quedan apartadas de un mercado millonario como este, en el que solo los grandes grupos editoriales y algunos sellos tienen acceso al mainstream literario. Entre las propuestas llevadas a cabo para hacerse notar, destaca Migraturas: literatura(s) en movimiento de la asociación cultural Yo Soy El Otro y La Parcería con el apoyo de Plataforma Cero, una cartografía de proyectos editoriales promovidos e impulsados por personas migrantes, de origen migrante y/o racializadas en España. Esta iniciativa, que fomenta la diversidad literaria y reconoce el papel de estas personas como agentes culturales en una sociedad diversa, se ha presentado en La Parcería de Madrid aprovechando el marco de la Feria del Libro. Allí, las escritoras y editoras Silvia Ramírez, Dagmary Olívar y Quinny Martínez dieron a conocer la causa.

La particularidad del proyecto reside en un automapeo que funciona como herramienta política, con la intención de que puedan encontrar su espacio como creadoras y como parte del ecosistema cultural en Madrid y en el resto del país. “Es una ciudad que muchas veces nos niega nuestra participación como agentes culturales, que solo nos ve como mano de obra al ser personas migrantes y racializadas, pero que no ve nuestra capacidad creativa, innovadora e intelectual”, declara Dagmary Olívar, directora de Yo Soy El Otro, que afirma que “España no es blanca, también es marrón”. Gracias al automapeo, pueden saber quiénes son, dónde están y qué están publicando.

Autoras migrantes se manifiestan en la Feria del Libro de Madrid

Actualmente, cerca de 140 individuos y una veintena de editoriales están dadas de alta dentro del mapa. La información proporcionada hasta la fecha, según apunta Silvia Ramírez, es que “el 50% de las editoriales inscritas son llevadas a cabo por mujeres y el 11% por personas no binarias”, coincidiendo en que “todas tienen un afán por construir una sociedad más justa y activar el pensamiento crítico y las diversidades de expresión literaria”. Además, gran parte de ellas desea registrar sus libros con ISBN para forma parte de la industria, pero se ve con dificultades administrativas y de financiación. El automapeo las ayuda a localizarse y apoyarse mutuamente.

Asimismo, la iniciativa de Migraturas fortalece sus redes para gestionar y redistribuir el conocimiento en aquellos espacios en los que consigan hacer posible su presencia. “No estamos en las periferias buscando habitar el centro de nuestras periferias”, alega en la presentación Quinny Martínez, coordinadora de Plataforma Cero, “también habitar otros espacios en los cuales creemos que tenemos derecho a estar y en el que a veces se nos invisibiliza”. La escritora señala que “es muy importante que las cartografías se lean desde una postura crítica”: “Es necesario entender que no estamos ahí como seres inamovibles, que no estamos ahí como seres inanimados, que somos personas, que esos libros se mueven, que hay vida en cada libro y que hay vida en las manos de cada editor”.

Este negocio no es rentable desde lo convencional. La rentabilidad del negocio es la pluralidad de voces que logramos aglutinar en torno a un ejercicio que se ve pagado cada vez que se materializa un libro.

Quinny Martínez Creadora y coordinadora editorial de Plataforma Cero

La escritora Quinny Martínez define la propuesta como un “ejercicio político de resistencia” que pretende que, cuando quieran encontrarlas, nadie pueda decir que no saben dónde están. “Si bien la mayoría de estos proyectos están constituidos como asociaciones o trabajan desde la autogestión, existimos e incluso hacemos uso de servicios de distribución, que son muy costosos y que nos arriesgamos a hacer a costa del máximo de sacrificio”, indica la editora. “Sabemos que el mundo editorial lo gobiernan los libreros y las grandes plataformas, por eso hemos generado un circuito que no es paralelo, que está dentro del mismo circuito para posicionar estas narrativas”, añade.

El circuito no solo contempla iniciativas como Migraturas, también integra otras como Sudakasa Ediciones, un microgrupo editorial migrante conformado por tres sellos que sirve de hogar a artistas y creadoras latinoamericanas. “Cada vez que nace un espacio expositivo y editorial al que se nos convoca, se le está dando más vida a la palabra racializada y a su movimiento, a ese lugar de enunciación que tiene vida”, expone Quinny Martínez. “Este negocio no es rentable desde lo convencional. La rentabilidad del negocio es la pluralidad de voces que logramos aglutinar en torno a un ejercicio que se ve pagado cada vez que se materializa un libro”, agrega.

Otro de los proyectos, esta vez dentro de Penguin Random House Grupo Editorial, es el del sello Caballo de Troya, que cada dos años invita a un escritor para que se encargue de editar el catálogo de la próxima temporada. Con la llegada de la peruana Gabriela Wiener, esta lucha migrante mete un pie en el mainstream para quedarse y tratar de cambiarlo. Además, el sello se rebautiza como Yegua de Troya para incluir “las yeguas de troya que son parte de este momento, capaz de generar otros relatos, hablar de otros cuerpos y de otras visiones del mundo”, como explica la editora a elDiario.es. “El caballo ha sido una hegemonía que ha reinado durante mucho tiempo. Es hora de darle paso a la yegua, a la yegua marrón, la racializada, la migrante”, dice Wiener.

“Más indias, menos indis”

Con esta reivindicación, las escritoras buscan que se las escuche en un sector que las continúa invisibilizando, aunque para ello siga siendo necesario manifestarse. “El mainstream europeo tiende a poner cosas de moda y lo indie está de moda. El otro día escuchaba a alguien decir que manifestarse también está de moda. Para nosotros manifestarse siempre ha sido un principio básico de nuestra espiritualidad. No es una moda”, afirma Quinny Martínez.

“Nosotras decimos que más indias y menos indis. Las indias, las negras, la gente racializada que hace cultura y que ocupa espacios en los que no se tiene absoluta visibilidad, que al menos intente que en espacios tan preponderantes como este, en la Feria del Libro de Madrid, se abran espacios, valga la redundancia, para poder estar y existir”, indica la escritora. “Digo siempre que escribir es para valientes, y nosotras no lo hacemos desde el simple hecho de escribir como acción”, concluye, “sino de poder mostrarnos al mundo y poder sacar adelante proyectos como los que hacemos porque tenemos el derecho de ello”.

Este sitio utiliza cookies. Al continuar navegando por el sitio, usted acepta nuestro uso de cookies.