Un soltera de ‘First Dates’ asombra al reconocer su punto débil en el amor: «Si entra se me caen las bragas a plomo»
Una cita que comenzó con altas expectativas Criticar constantemente a la persona con la que compartes una cita no suele llevar a buen puerto. Aunque no sea de tu agrado inmediato, es importante dar una oportunidad para conocerla. A veces, puede sorprenderte. Sin embargo, Nicolasa, una mujer de 67 años que participó este viernes en ... Leer más

Una cita que comenzó con altas expectativas
Criticar constantemente a la persona con la que compartes una cita no suele llevar a buen puerto. Aunque no sea de tu agrado inmediato, es importante dar una oportunidad para conocerla. A veces, puede sorprenderte. Sin embargo, Nicolasa, una mujer de 67 años que participó este viernes en ‘First Dates’, no pareció seguir este consejo.
Esta contable jubilada, oriunda de Torrevieja (Alicante), llegó al programa con ilusión por encontrar el amor. Tras más de veinte años en solitario, luego de un divorcio y la crianza de tres hijos, Nicolasa esperaba que la televisión le trajese una nueva oportunidad. Hasta ahora, su suerte en el amor ha sido escasa.
Una anécdota que dejó a todos boquiabiertos
Como muestra de sus desventuras, compartió con Carlos Sobera (64 años) una historia algo surrealista que vivió en una de sus pocas salidas nocturnas. Cuando él le preguntó qué buscaba en un hombre, ella respondió: «Que tenga dientes». La respuesta descolocó al equipo del programa, que quiso saber más.
Ella no dudó en explicarse: «La última vez que fui a bailar hace, ya mucho tiempo, un hombre estornudó y me tiró la dentadura, así que por lo menos… Ya no fui más a bailar a ese sitio». Desde entonces, Nicolasa, o “Nicol”, como prefiere que la llamen, ha elevado su nivel de exigencia.
Un rechazo inmediato y sin filtros
Apenas se sentó en la mesa frente a José, un fontanero jubilado de 68 años de Manises (Valencia), Nicol no tuvo reparos en expresar su falta de interés: «La verdad, no es mi tipo. Yo necesito un hombre que huela a perfume, que te transmita algo que vayas detrás, pero José no me ha transmitido eso», confesó frente a las cámaras.
A partir de ahí, su actitud fue puramente crítica. Todo lo que rodeaba a José parecía molestarle. Desde el momento en que él mencionó su afición por la pesca, Nicol se mostró tajante: «Es que veo el deporte tan aburrido que vamos, no podría acompañarlo nunca».
Desinterés y comentarios duros
En un intento por encontrar puntos en común, sacó el tema de la cocina. Pero cuando José comenzó a hablar, ella se desconectó por completo: «La verdad es que hablar de comida me aburre, sinceramente». No tardó en sacar a relucir más aspectos que no toleraba de él.
Que no salga de noche, que prefiera el campo o incluso que tenga la costumbre de echarse la siesta fueron excusas para seguir señalando lo que no le gustaba. «No soporto que una persona por norma general tenga que echarse la siesta, prefiero ver una comedia o salir a pasear después de comer», expresó sin tapujos.
Un juicio constante y sin tregua
Hasta los hábitos más simples de José se convirtieron en blanco de sus críticas. Cuando él pidió un mojito, Nicol cuestionó su decisión: «Pero si no lo has probado nunca, ¿por qué lo pides?», le lanzó con tono de reproche. Luego, sin reparos, lo descalificó fuera de cámara: «Para mí es muy de pueblo».
Y aunque José aseguró que no bebía alcohol, en la mesa tenía tanto un mojito como una copa de vino, además de admitir que cada día se toma una caña con sus amigos en el bar. Pequeñas contradicciones que tampoco ayudaron a mejorar la impresión de su compañera.
Un punto débil y un cierre con sabor a decepción
No todo fue negativo para Nicol en su paso por el programa. La producción tuvo un gesto que sí logró arrancarle una sonrisa: pusieron música de Julio Iglesias para que bailara con José. Al menos por un momento, se animó. «Si entra Julio Iglesias por la puerta se me caen las bragas a plomo. Es el amor de mi vida», confesó, entre risas.
Sin embargo, ese breve instante de alegría no fue suficiente para cambiar el rumbo de la cita. Al despedirse, fue clara y firme: no quería volver a ver a José. Así terminó una velada marcada por la crítica, en la que Nicol no encontró el amor, pero sí dejó una impresión difícil de olvidar.