Chemsex
El volumen editado por Dos Bigotes tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera, El Gé, es un monólogo dramático de Emma Demar en el que su protagonista, Paco, le habla al público de su adicción, de los chills en los que participa y de las distintas situaciones que se producen en ellos. En una escenografía... Leer más La entrada Chemsex aparece primero en Zenda.

Vaya por delante, para contextualizar el punto de vista, que nunca he tomado drogas, salvo alcohol y poppers, y que nunca he asistido a un chill ni a un guarrichill, aunque me habría encantado hacerlo. Mi desconocimiento y mi curiosidad, por lo tanto, eran bastante enciclopédicos antes de comenzar la lectura de esta obra doble, lo que tal vez no les ocurrirá a muchos otros de sus lectores.
Vi primero una representación de la obra en un teatro de Madrid y leí después el texto para subrayar ideas, y comprobé, antes que nada, que leer teatro —algo que hacemos poco— es un ejercicio tan estupendo como leer novelas. Avelino Piedad, el actor que ha estado interpretando a Paco desde que la obra fue estrenada, le da calor, honestidad y el morbo que la obra pide, pero en el papel escrito hay ideas que resulta más fácil fijar.
Una de las más importantes —y evanescentes— es la de las razones que están en el fondo del consumo, o de los consumos problemáticos: la soledad, la necesidad de afecto, la marginalidad y las dificultades de algunas vidas, que necesitan huir y olvidar con relativa frecuencia. “Darse un gusto o quitarse un disgusto”, este es el problema que se nos plantea: quien acude a los chills para darse un gusto recurre a su legítimo derecho a encontrar placer. Quienes, en cambio, acuden para escapar de un problema, para buscar el afecto que no tienen —“Para ser visto. Para que me vean. Para que me quieran”—, probablemente se enfrentarán a las adicciones —de las sustancias y del propio sexo— con mucha mayor impotencia y con riesgos más peligrosos.
“A veces creo que me gusta la fiesta porque quiero ser joven para siempre”, dice Paco en el tramo final de la obra. Ese consumo de drogas peterpanesco —reforzado por esa sensación que tienen muchos gais de no haber podido vivir su juventud a tiempo— está en el trasfondo de muchas de esas conductas lúdicas, algunas de las cuales acaban volviéndose adictivas.
Pero tanto en El Gé como en De chill hay una desacomplejada defensa de la promiscuidad decidida y voluntaria. De esa búsqueda del placer elegida: somos cuerpo y al cuerpo nos debemos.
Iván Zaro, el segundo autor de este libro, tiene una larga experiencia como divulgador de salud sexual y de exploración de aquellos aspectos más estigmatizados de la comunidad LGTBIQ+, como la prostitución masculina y el VIH. Sus libros siempre tienen dos columnas sobre las que asentarse: el rigor divulgativo y el testimonio real de personas implicadas.
En este caso, se cumple milimétricamente ese modelo. En la larga primera parte explica con pormenor, de modo exhaustivo, todo aquello que un lector interesado necesita saber. Los nombres de las sustancias, su clasificación, sus efectos. Los riesgos para la salud física y psíquica. Las enfermedades de transmisión sexual que pueden derivarse del chemsex. Los detalles de la trastienda y los problemas sociales, como el del consentimiento y las violaciones. Y lo hace con una meticulosidad que quizás a un conocedor le resulte excesiva pero que a un lector como yo le permite construir un mapa completo.
La segunda columna, la de los testimonios reales, se encuentra al final. Ricardo y José, dos “víctimas” del chemsex que cuentan su propia vida, sus reflexiones, sus miedos y sus modos de superación. “Intenté ser normal cuando en realidad no lo era”, dice Ricardo. “Intenté encajar en un mundo, una noche y un ambiente solo por parecer uno más. Cuando, en realidad, lo único que quería es, como Thoreau, sentir que he vivido”.
Durante la representación teatral y durante la lectura del libro de Zaro, sin embargo, me asalta el miedo —solo por algunas frases sueltas, por pinceladas cuyo trazo no comparto— de que el colectivo LGTBIQ+ esté iniciando una marcha ideológica hacia el victimismo social, que es una actitud que nunca ha tenido en estas seis décadas que nos separan de Stonewall y que, a mi juicio, sería un retroceso. No hay alarma, pero sí una suave duda.
El Gé y De chill, en fin, son un matrimonio perfecto de textos, lo que merece no solo el reconocimiento de los autores sino el encomio editorial. Y cabe añadir que en estas mismas semanas, Emma Demar ha presentado un documental cinematográfico titulado Chemsex: un viaje al interior —en el que también participa Iván Zaro—, que merece toda la atención. Resulta difícil encontrar en un documental de cualquier tema tantas miradas inteligentes y transparentes que alumbren al espectador sobre el asunto del que se pretende debatir.
La literatura y el cine son también una adicción.
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Autores: Emma Demar e Iván Zaro. Título: El Gé y De Chill. Editorial: Dos Bigotes. Venta: Todos tus libros.