#ZN Libros – Los Cómics de las Galaxias. La Era Marvel 1977-1986
Hubo un tiempo en el que Star Wars era solamente una película. Este libro cuenta la historia de cómo los tebeos publicados por Marvel contribuyeron a crear el icono de la cultura popular que es hoy en día.



Edición España: MA Books – 2018
Autoría: José Gracia Pont, Eduardo Serradilla Sanchís
Portada: Judith Gómez Martín
Precio: S. D. (libro en tapa blanda de 287 páginas, también disponible en formato digital)
Prólogo: el saldo de una cuenta pendiente.
La primera vez que tuve noticia de la existencia de esta obra fue poco antes de su salida, hace ahora siete años. En la transición entre la primavera y el verano de 2018 uno de sus responsables, el grancanario Eduardo Serradilla Sanchís me envió una copia digital con el ruego de que hiciera reseña del libro. El ejemplar acabó durmiendo el sueño de los justos en la aplicación de lectura de una tableta y la vida, eso que acontece mientras se hacen planes determine que solamente en fechas recientes pudiera dar respuesta a la petición, abordando la lectura y la crítica de una obra que, ya lo adelanto, es de lectura casi que obligada para quienes deseen adentrarse en el estudio de una de las creaciones más destacadas de la cultura popular de nuestro tiempo: Star Wars.
Hace no mucho tiempo, en un continente muy cercano…
Quizá suene a perogrullada, mas no está de más recordar que la creación cinematográfica de George Lucas no fue en sus orígenes la rentable máquina de hacer dinero que es en la actualidad. Aun en las manos de Disney, aun fuera del férreo control de su autor principal y con algún que signo de agotamiento, la marca Star Wars sigue siendo sinónimo de negocio multimedia. Sin embargo, en su fase de producción y en los tiempos inmediatamente anteriores al estreno de La Guerra de las Galaxias no dejaba éste de ser un título menor de un género no muy bien considerado que un director de exiguo bagaje había pergeñado al no haber podido hacerse con los derechos de una de sus historietas favoritas. La película se estrenó y el resto es historia bien conocida, pero junto a ella hay otra que habría de marcar no solamente el sino de aquella naciente saga galáctica sino también el de una casa de las ideas que no pasaba por su mejor momento. Este libro cuenta la historia de cómo los personajes de la trilogía clásica se convirtieron en personajes de un tebeo que contribuiría a expandir la galaxia cuando ésta se componía de una película, una exitosa línea de juguetes y el mentado cómic. De paso, salvaría de una complicada situación financiera a Marvel.
El libro comienza con una introducción en la que se comenta la tradición de convertir en tebeos las películas, poniendo ejemplos variados de los clásicos de décadas pretéritas y llamando la atención de que esta práctica no fuera algo extraño para la casa de las ideas. Algunos nombres particularmente ilustres de la historia marveliana firmaron trabajos de esa naturaleza, pero con La Guerra de las Galaxias se daría un paso más: a la adaptación iba a seguir una cabecera que se prolongaría por casi diez años y con cifras de venta que hoy causan envidia.
Tribulaciones en un matrimonio editorial de conveniencia.
La obra tiene como eje central un detallado repaso de la primera etapa marveliana de la epopeya galáctica cinematográfica por antonomasia, iniciándose con las negociaciones para la adaptación. George Lucas es presentado, al igual que en algunas de las biografías sobre su vida y milagros, como alguien que con pretensión de control tirando a férreo sobre su criatura y esta premisa se reflejará durante la década en la que su compañía y la editorial neoyorquina afronten esta empresa conjunta. Fuera de las adaptaciones de las tres películas, el libro cuenta cómo autores y editores en Marvel se las vieron y se las desearon para poder sacar un número mensual siguiendo las pautas marcadas por la productora, las cuales podían ser realmente taxativas. Tiene mérito que se pudiera sacar adelante una colección sin poder echar mano de su villano principal, Darth Vader o que el carismático Han Solo estuviera congelado durante el intervalo entre El Imperio contra Paca y El retorno del Heavy. El final de la colección no vendrá dado por razones económicas sino por la aparente imposibilidad de dar continuidad a las tramas en un escenario de control y una vez derrotado el emperador Palpatine. Dark Horse se encargaría de demostrar que la galaxia no se acababa en aquel mar y que había barcas para seguir.
El libro hace un prolijo análisis de todos y cada uno de los números de la serie, aportando información sobre el proceso creativo y las entradas y salidas autorales en la colección. Nombres tan destacados como los de Roy Thomas, Howard Chaykin, Carmine Infantino, Archie Goodwin, Mary Jo Duffy o Walter Simonson aparecen y cuentan, bien de primera mano, bien a través de testimonios indirectos sus experiencias en esta cabecera, no siempre positivas. Solamente por esto merece la pena la lectura del libro, pero aún hay más. Como quiera que en los inicios no existía una idea clara sobre el futuro de la cosa y mucho menos sobre ciertos personajes que forman parte del paisanaje galáctico, la serie sirve para comprobar qué idea se tenía de la relación entre Han Solo y Jabba el Hutt (por citar un ejemplo) o los vínculos entre Anakin Skywalker y Darth Vader en sus días como caballeros jedis bajo la tutela de Obi Wan Kenobi.
Una obra para consultar.
El libro presenta también una gran cantidad de imágenes en las que podemos encontrar ejemplos de ediciones provenientes de países tan dispares como España, Hungría, Finlandia, China o Indonesia. En algunos casos, se trata de materiales apócrifos o publicados sin los preceptivos permisos. Hay también espacio para tratar someramente las tiras de prensa y los tebeos protagonizados por Droides e Ewoks en Star Comics, el sello infantil de Marvel. La obra se cierra con el regreso de la saga a Marvel, con ocasión de la adquisición de la editorial por la casa del ratón que empieza a ser dominio público y la vaga promesa de una continuación dedicada a los tebeos galácticos del establo del caballo negro.
Con todo, estas virtudes no permiten olvidar algunos aspectos que no son positivos: para empezar, hay un abuso de la fórmula «y / o» que resulta gramaticalmente incorrecta en español. Para seguir, hay algunas reflexiones sobre el impacto del manga en Estados Unidos que resultan contradictorias con informaciones que se recogen justo a renglón seguido. Difícilmente puede decirse que en los setenta u ochenta del siglo pasado el público yanqui no estuviera preparado para el consumo de obras provenientes del país del sol naciente cuando ya había productos y creaciones en el mercado norteamericano de nacionalidad nipona. Algunos muy relacionados con Star Wars como La Batalla de los Planetas o Star Blazers -aunque haya que reconocer que pasados por un tamiz para arrimar el ascua a la sardina lucana en el primer caso y para evitar suspicacias históricas en el segundo-. De hecho, una autora como Mary Jo Duffy que ya era profesional del medio de la viñeta hace años, hablaba y habla de la influencia del manga en su trabajo. Quizá la errata más clamorosa sea la de referirse al creador literario del pato Howard como Steve “Gerver”, pero dejando aparte estos detalles, la es un documento para saber más sobre uno de los pilares sobre los que se asentó la popularidad de Star Wars, en unos tiempos en los que solamente había una trilogía.