«Desde que descubrimos el fuego hemos querido deshacernos de la oscuridad»

El oscurantismo, la noche oscura del alma, la sombra psíquica, el inframundo. Desde siempre, los seres humanos hemos tenido una relación complicada con la oscuridad. Sin embargo, en las últimas décadas, esta se ha vuelto un recurso escaso. Demasiada luz artificial impacta sobre nuestro ritmo circadiano y nuestro estado de ánimo, afecta la polinización, la reproducción de los insectos e incluso la llegada de las tortugas recién nacidas al mar. Hablamos con la periodista noruega Sigri Sandberg, autora de ‘Oda a la oscuridad’ (Capitán Swing). Tenemos una relación ambivalente con la oscuridad: nos da miedo –no pocas personas sufren de […] La entrada «Desde que descubrimos el fuego hemos querido deshacernos de la oscuridad» se publicó primero en Ethic.

Jun 24, 2025 - 12:10
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«Desde que descubrimos el fuego hemos querido deshacernos de la oscuridad»

El oscurantismo, la noche oscura del alma, la sombra psíquica, el inframundo. Desde siempre, los seres humanos hemos tenido una relación complicada con la oscuridad. Sin embargo, en las últimas décadas, esta se ha vuelto un recurso escaso. Demasiada luz artificial impacta sobre nuestro ritmo circadiano y nuestro estado de ánimo, afecta la polinización, la reproducción de los insectos e incluso la llegada de las tortugas recién nacidas al mar. Hablamos con la periodista noruega Sigri Sandberg, autora de ‘Oda a la oscuridad’ (Capitán Swing).


Tenemos una relación ambivalente con la oscuridad: nos da miedo –no pocas personas sufren de nictofobia– pero la necesitamos para nuestra salud física y mental, sobre todo para regular nuestro ritmo circadiano. ¿Por qué, entonces, la oscuridad tiene tan mala fama?

La humanidad siempre ha luchado contra la oscuridad, tanto literal como metafórica. La oscuridad era un enemigo, como el frío, algo inseguro; y la luz era, por definición, buena. La luz representa la vida y el bien; la oscuridad, la muerte y el mal. En textos religiosos que datan de miles de años antes de Cristo encontramos dioses solares y un reino de los muertos frío y oscuro. La dicotomía entre el paraíso luminoso y el infierno oscuro ha persistido tanto en la subcultura como en la cultura popular. La luz es seguridad; la oscuridad pierde su poder ante la luz. Y los troles se convierten en piedra y se hacen añicos.

«La humanidad siempre ha luchado contra la oscuridad, tanto literal como metafórica»

¿Esta dualidad cultural ha llevado a que cada vez haya más contaminación lumínica?

Por supuesto, esto tiene que ver con el miedo. En la oscuridad se pierde la perspectiva que se tiene en la luz. Nuestro material genético es antiguo, diseñado para ayudarnos cuando estamos en peligro. En tiempos pasados, tenía sentido temerle a la oscuridad, a las alturas vertiginosas y a las arañas venenosas. En general, un sano respeto por la noche era bastante práctico. Por ejemplo, el miedo a la oscuridad podía impedir que los habitantes de las cavernas deambularan de noche, cuando eran vulnerables a ataques y otros peligros. Era mejor sentarse junto al fuego, relajarse, dormir. Porque cuando nuestra visión se ve afectada, perdemos el control y la perspectiva; nuestro cuerpo nos dice que debemos estar alerta, y nuestros otros sentidos, como el oído y el olfato, se agudizan. Y, como solemos olvidar, antes de la electricidad, el invierno era mucho más oscuro que ahora –sobre todo en Noruega–. Así que sí, creo que es como dices: la dualidad cultural ha contribuido al creciente problema de la contaminación lumínica. Porque desde que descubrimos el fuego hemos querido deshacernos de la oscuridad, y el mundo se ha vuelto cada vez más luminoso. No sabíamos que la oscuridad fuera necesaria.

Hace poco reflexionaba sobre la relación que existe entre la oscuridad y el silencio, que a lo largo de los siglos y en distintas culturas el vacío sensorial se ha utilizado para el descanso cognitivo y la búsqueda espiritual. Te hago justo esa misma pregunta: ¿crees que la oscuridad es una forma de silencio, una manera de apaciguar el ruido visual y agudizar los sentidos para ver más allá de lo obvio?

Sí, totalmente. «La oscuridad es una forma de silencio», qué expresión tan bella. Cuando no podemos usar nuestro mejor sentido, la vista, todos los demás se agudizan, y vemos, oímos y sentimos de forma diferente, lo que nos brinda una nueva perspectiva.

«Seguimos siendo animales subtropicales con un ritmo circadiano: necesitamos tanto la luz como la oscuridad»

Con la invención de la bombilla, el sueño se redujo 1,5 horas. Hoy en día, la mayor parte del mundo duerme con el teléfono móvil cerca de su almohada, se queda hasta altas horas de la noche viendo televisión o haciendo scroll en redes sociales. ¿Qué se puede hacer frente a la, llamémosla, «epidemia de luz azul» que existe hoy con la omnipresencia de las pantallas? ¿Por qué es tan importante frenar el exceso de luz artificial y cómo podemos tener mayor «higiene lumínica»?

La contaminación lumínica es una gran amenaza para la salud humana. Principalmente debido a la falta de sueño. Dormir es fundamental para nosotros, no solo para estar bien el día siguiente, sino también a largo plazo, para evitar enfermedades. La buena noticia es que es fácil combatir la contaminación lumínica. Creo que se trata de un tema de concienciación. Puedes apagar la luz fácilmente cuando se acerca la hora de dormir. Y si guardas el teléfono lejos de tu habitación, evitarás exponerte a la peligrosa luz azul. Un investigador al que entrevisté para el libro me dijo: «Imagina cómo sería si todos reflexionáramos un poco más y fuéramos más conscientes de nuestra exposición a la oscuridad y la luz. Si así fuera, creo que podríamos ahorrar muchos recursos y mitigar mucho sufrimiento».

La iluminación se ha utilizado como símbolo de riqueza y de progreso, pero también de seguridad. ¿Cómo reducir la contaminación lumínica en las ciudades sin hacer que estas sean más inseguras, especialmente para las mujeres y los grupos vulnerables?

Es una muy buena pregunta. Porque, claro, queremos sentirnos seguras. Y hay muchas tecnologías nuevas que pueden ayudarnos con esto: por un lado, hay que recordar iluminar solo las zonas necesarias, y no todo lo demás, y también iluminarlas solo cuando sea necesario. Por otro lado, hay que evitar que la luz sea demasiado intensa, que no sea demasiado azul, e incluso existen métodos que iluminan automáticamente la zona solo cuando la gente entra. Debemos recordar también que la iluminación exterior oscurece a su vez el paisaje circundante, la zona que está justo fuera de la bombilla.

«Mirar al universo al que pertenecemos es importante para una comprensión más profunda de nosotros mismos»

Por otro lado, en medio de la contaminación lumínica y auditiva, en los últimos años cosas tan básicas como la oscuridad y el silencio se han vuelto productos de lujo. ¿Cómo ve este fenómeno? Teniendo en cuenta también el boom que está teniendo el «turismo de oscuridad» en el mundo, ¿qué dice esto de nosotros?

Creo que dice mucho de nosotros como humanos. Consumimos en exceso y exageramos: cuando queríamos luz, casi erradicamos la oscuridad. Como hemos hecho con tantas otras cosas, hemos erradicado animales y paisajes. Pero seguimos siendo animales subtropicales con un ritmo circadiano: necesitamos tanto la luz como la oscuridad.

El periodista Erlend Christian Lysvag afirma que «nos hemos convertido en seres inútiles a nivel sensorial; si hubiera un apagón en condiciones, no nos las apañaríamos». Pensando en el apagón masivo que sufrió España hace un par de meses, ¿cuál son las lecciones que debemos sacar de esa relación deficitaria que tenemos con la oscuridad?

A mi parecer, tiene mucho que ver con la concienciación. Debemos practicar estar a oscuras y recordar que la oscuridad puede ser una amiga. Y también que la oscuridad es importante, no solo para nosotros, sino para todo ser vivo, desde las plantas hasta los animales.

Para terminar: en un mundo sobreiluminado, ¿qué estamos perdiendo?

¡Ay, demasiado! Desde una perspectiva de salud pública, el sueño es lo más grave que estamos perdiendo. Pero hay otras perspectivas, como la filosófica. Desde esa perspectiva, las noches estrelladas son importantes. Nuestro escritor y ganador del Premio Nobel Jon Fosse me dijo cuando estaba escribiendo este libro: «Nunca se puede ver tan lejos como en la oscuridad». Y es muy cierto. Mirar al universo al que pertenecemos es importante para una comprensión más profunda de nosotros mismos y de nuestro hogar.

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