Así habló Juan de Mairena
El ensayo de Valentín Galván evidencia con fuentes primarias que el poeta fue un gran amante y lector de filosofía y no tanto de las bellas letras, y así lo refiere también su hermano José en las Últimas soledades de Antonio Machado. A partir de esta constatación resulta inverosímil cómo la figura de Machado no... Leer más La entrada Así habló Juan de Mairena aparece primero en Zenda.

El próximo 26 de julio se cumple el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Antonio Machado, día de la festividad de Santa Ana, nombre de su inseparable madre, doña Ana Ruiz, hija de un confitero de Triana. Su hijo la recordará en el inolvidable diálogo del Juan de Mairena entre un filósofo pragmatista y el confitero andaluz «Ángel Martínez, proveedor de su Divina Majestad» (pg. 115). Como es conocido, la exposición «Los Machado: Retrato de familia» ha reunido los dos grandes fondos documentales, el de Antonio en Sevilla y el de Manuel en Burgos, ciudades en las que hemos podido visitar la exposición que se clausura el 29 de junio en Madrid. A esta efeméride contribuye la publicación de Así habló Juan de Mairena: Cantares de un filósofo, presentado en febrero en la «Fondation Antonio Machado de Collioure» de la mano del hispanista Jacques Issorel y de la escritora Antonina Rodrigo.
Así habló Juan de Mairena: Cantares de un filósofo también bosqueja —en el interior del país— el influjo de los dos faros intelectuales, Miguel de Unamuno y Ortega y Gasset. En palabras de Max Aub, el rector de Salamanca representó «un modo de sentir», el filósofo madrileño «un modo de pensar» y Machado «un modo de ser». ¿Cuántas veces leyó el poeta el soberbio ensayo Del sentimiento trágico de la vida, o por qué se preguntaba si La vida es sueño no es una obra tan filosófica como las Críticas de Kant? El metafísico-poeta mantuvo siempre una amistad sincera con Unamuno, incluso cuando apoyó el golpe de Estado. Según Ilya Ehrenburg —testigo de la Revolución Rusa, la Guerra Civil Española y el Holocausto— «Miguel de Unamuno es un poeta eminente, un filósofo triste y un político lamentable». Relación fraterna que también conservó con su hermano Manuel, quien escribió un himno para la República que no prosperó; detenido y encarcelado tras la sublevación durante dos días, obtuvo la libertad por la mediación de José María Pemán y Eugenio D’Ors. A finales de 1936 ya estaba inscrito en la Falange, y sus adhesiones al nuevo régimen franquista fueron continuas hasta convertirse en nolens volens, en el poeta oficial «quiera o no quiera», y desde 1938 miembro de la Real Academia Española.
En cambio, los desencuentros con el filósofo madrileño fueron relevantes, como Ángel González examina en Las otras soledades de Antonio Machado. En La deshumanización del arte divide al público en dos: «los que lo entienden y los que no lo entienden». Machado discrepa de esta concepción restrictiva del arte apoyando la difusión y extensión de la cultura a todas las «almas dormidas». Ortega ya anticipaba algunas de las tesis que sostiene en La rebelión de las masas: «Bajo toda la vida contemporánea late una injustica profunda e irritante: el falso supuesto de la igualdad real de los hombres». Este planteamiento clasista mereció la repulsa del poeta, consciente de su aristocratismo intelectual y de su elitismo, cuyos postulados se oponían a los presupuestos de la Institución Libre de Enseñanza. Galván también elabora una mirada futura en la influencia machadiana de Agustín García Calvo y su paso por la Universidad de Sevilla durante los años 1959-1964 como imitador del Juan de Mairena y su Aula de Sofística: «Quisiera verte y no verte / quisiera hablarte y no hablarte. / Quisiera encontrarte a solas / y quisiera no encontrarte» (pg. 19). Y en el caso de Rafael Sánchez Ferlosio indaga sobre «El caso Manrique», diálogo entre Juan de Mairena y Don Marcelino Menéndez Pelayo en el que se afianzan posturas antagónicas. El inesperado encuentro ficticio se convierte en una diatriba acerca de las Coplas a la muerte de su padre que llega a su punto álgido cuando el apócrifo exclama una y otra vez de manera impetuosa: «¡Se canta lo que se pierde, don Marcelino, se canta lo que se pierde! (…) ¡Solo porque se la pierde o se la puede perder, sólo por eso, se canta a la amada! ¡Sólo por eso existe la poesía de amor!». Para el maestro Mairena el diablo no tiene «razón» pero sí «razones», puesto que la contradicción está en las entrañas mismas del poema.
El ensayo rescata del olvido a un maestro de filósofos, Juan Blanco de Sedas, el «Pájaro» (1928-2002). La docencia humilde y heterodoxa la equipara el autor con la Escuela Popular de Sabiduría. Este Sócrates, también ágrafo, dictaba clases en la década de los años sesenta en un bar-confitería de Sevilla que llegó a convertirse en un polo de atracción cultural; y con posterioridad en un modesto piso del barrio de Prosperidad en Madrid. La enseñanza compartida discípulo-maestro de los textos filosóficos al modo machadiano requiere de la pregunta y el debate para «desaber lo sabido» y «repensar lo pensado». Frente al proceso de profesionalización, especialización e institucionalización de la filosofía durante el siglo XX, Juan Blanco usó sencillamente la dialéctica para enseñar. Sólo los nómadas consiguen descubrir otros mundos para asediar las sedes del bien, la verdad y la belleza, o como afirma Mairena «llegaremos a una verdadera metafísica del orgullo el día de nuestra máxima modestia».
El libro de Valentín Galván da rienda suelta al humorismo machadiano, nunca lo suficientemente estudiado con anterioridad. Para ello, el temperamento burlón del poeta recurre al enfoque schopenhaueriano de El mundo como voluntad y representación como crítica de nuestro sistema de pensamiento que refuta la lógica o el sentido común. La honda ironía de quien no puede tomarse en serio a sí mismo se origina como una compensación amable del absurdo de la vida. Asimismo, establece un paralelismo entre la vida de Walter Benjamin (1892-1940) y la de Antonio Machado: ambos sufrieron el exilio y los dos reposan en lugares muy cercanos, Collioure (Francia) y Portbou (Girona). En el memorial Pasajes, de Dani Karavan, situado en las cercanías del cementerio, podemos leer este extracto de las Tesis de filosofía de la historia: «No existe documento de la cultura que no lo sea también de la barbarie». La frase lapidaria nos recuerda a la tumba de Machado para preguntarnos por qué yacen allí sus restos, y las de todas las personas que huyeron y siguen huyendo de la barbarie. Las palabras del poeta están desgraciadamente más presentes ahora que nunca: «Los hombres han inventado la guerra, el “crimen deshumanizado”, la muerte entre ciegas máquinas (…). La guerra es el crimen estúpido por excelencia, el único que no puede alcanzar perdón de Dios ni de los hombres. Quiero decir, que de ningún modo puede perdonarse a quien la provoca ni a quien la prepara» (pg. 137). En 1932 Pastora Pavón, la niña de los peines, cantaba por colombianas “La bandera de mi patria”: «Que bonita está Triana / cuando le ponen al puente / banderas republicanas». Poco tiempo después, Queipo de Llano sembraba el miedo y el rencor en la ciudad hispalense.
—————————————
Autor: Valentín Galván. Título: Así habló Juan de Mairena: Cantares de un filósofo. Editorial: Comares. Venta: Todos tus libros.
La entrada Así habló Juan de Mairena aparece primero en Zenda.