Este el gesto más simple que jamás debes saltarte cuando usas el lavavajillas
La tecnología doméstica ha conseguido que se dé por hecho lo que antes costaba tiempo y esfuerzo. El lavavajillas, por ejemplo, se ha convertido en un aliado silencioso del orden moderno: un clic, un ciclo, platos relucientes. Pero también se ha vuelto víctima de su propio éxito, porque en ese automatismo se olvida un detalle esencial tras cada lavado. Cuando el electrodoméstico acaba su función, muchos se limitan a cerrar la puerta y seguir con su día. Craso error. Lo cierto es que ese acto tan cotidiano —no abrir la puerta tras el uso— está relacionado con la proliferación de moho, malos olores y un rendimiento a la baja del aparato. Todo por omitir un gesto que no cuesta ni dos segundos. El final del ciclo de lavado no significa que el proceso esté completo. Dentro del lavavajillas queda una gran cantidad de vapor caliente que, si se queda atrapado, condensa y genera un microclima perfecto para la proliferación de hongos y bacterias. En otras palabras, un ambiente ideal para todo menos para lo que entra en contacto con vajilla limpia. En Directo al Paladar Cómo limpiar la lavadora a fondo, eliminar malos olores y dejarla impecable Recomendado por fabricantes Abrir la puerta al terminar el lavado no es solo un consejo de abuela, sino una práctica recomendada por fabricantes y técnicos. Permite que el vapor escape, reduce la humedad y favorece un secado más completo, incluso en modelos con sistemas de secado activos. En climas húmedos o cocinas con poca ventilación, este paso se vuelve aún más crítico. Además de la cuestión higiénica, está el tema del mantenimiento. Dejar la puerta cerrada habitualmente tras el uso promueve la formación de cal, corrosión en componentes metálicos y una acumulación de residuos que, a largo plazo, pueden afectar el funcionamiento de bombas y filtros. Un simple gesto puede ahorrarte una llamada al servicio técnico. Sin entorpecer el paso Y no se trata de dejar la puerta abierta de par en par, entorpeciendo el paso. Basta con dejarla ligeramente entreabierta, lo justo para que circule el aire. Algunos modelos, como este modelo de Whirlpool, incluso aportan mecanismos que abren la puerta automáticamente al terminar, señal de que la industria también reconoce la importancia de esta acción aparentemente menor. Otra consecuencia de no ventilar adecuadamente es la aparición de malos olores. Aunque uses sal, abrillantador y los mejores detergentes, los residuos orgánicos que quedan en los filtros y rincones no secos acaban descomponiéndose. Con el tiempo, ese olor rancio se traslada a los utensilios, arruinando la sensación de limpieza. Usar bien un lavavajillas no termina cuando se apaga la luz del panel. La diferencia entre un electrodoméstico eficiente y uno que envejece antes de tiempo puede estar en ese pequeño hábito post-lavado. Abrir la puerta es sencillo, gratuito y eficaz. Y como en muchas cosas de la vida, lo que parece insignificante, suele ser decisivo. Foto| Wendelin Jacober y Max Vakhtbovycn En DAP| La importancia de limpiar lo que limpia: las bayetas, fregonas o escobas también tienen que lavarse En DAP|Bicarbonato en la lavadora: el ingrediente más versátil de la cocina en tus lavados. Así puedes usarlo - La noticia Este el gesto más simple que jamás debes saltarte cuando usas el lavavajillas fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Joana Costa .

La tecnología doméstica ha conseguido que se dé por hecho lo que antes costaba tiempo y esfuerzo. El lavavajillas, por ejemplo, se ha convertido en un aliado silencioso del orden moderno: un clic, un ciclo, platos relucientes. Pero también se ha vuelto víctima de su propio éxito, porque en ese automatismo se olvida un detalle esencial tras cada lavado.
Cuando el electrodoméstico acaba su función, muchos se limitan a cerrar la puerta y seguir con su día. Craso error. Lo cierto es que ese acto tan cotidiano —no abrir la puerta tras el uso— está relacionado con la proliferación de moho, malos olores y un rendimiento a la baja del aparato. Todo por omitir un gesto que no cuesta ni dos segundos.
El final del ciclo de lavado no significa que el proceso esté completo. Dentro del lavavajillas queda una gran cantidad de vapor caliente que, si se queda atrapado, condensa y genera un microclima perfecto para la proliferación de hongos y bacterias. En otras palabras, un ambiente ideal para todo menos para lo que entra en contacto con vajilla limpia.
Recomendado por fabricantes
Abrir la puerta al terminar el lavado no es solo un consejo de abuela, sino una práctica recomendada por fabricantes y técnicos. Permite que el vapor escape, reduce la humedad y favorece un secado más completo, incluso en modelos con sistemas de secado activos. En climas húmedos o cocinas con poca ventilación, este paso se vuelve aún más crítico.
Además de la cuestión higiénica, está el tema del mantenimiento. Dejar la puerta cerrada habitualmente tras el uso promueve la formación de cal, corrosión en componentes metálicos y una acumulación de residuos que, a largo plazo, pueden afectar el funcionamiento de bombas y filtros. Un simple gesto puede ahorrarte una llamada al servicio técnico.

Sin entorpecer el paso
Y no se trata de dejar la puerta abierta de par en par, entorpeciendo el paso. Basta con dejarla ligeramente entreabierta, lo justo para que circule el aire. Algunos modelos, como este modelo de Whirlpool, incluso aportan mecanismos que abren la puerta automáticamente al terminar, señal de que la industria también reconoce la importancia de esta acción aparentemente menor.
Otra consecuencia de no ventilar adecuadamente es la aparición de malos olores. Aunque uses sal, abrillantador y los mejores detergentes, los residuos orgánicos que quedan en los filtros y rincones no secos acaban descomponiéndose. Con el tiempo, ese olor rancio se traslada a los utensilios, arruinando la sensación de limpieza.
Usar bien un lavavajillas no termina cuando se apaga la luz del panel. La diferencia entre un electrodoméstico eficiente y uno que envejece antes de tiempo puede estar en ese pequeño hábito post-lavado. Abrir la puerta es sencillo, gratuito y eficaz. Y como en muchas cosas de la vida, lo que parece insignificante, suele ser decisivo.
Foto| Wendelin Jacober y Max Vakhtbovycn
En DAP| La importancia de limpiar lo que limpia: las bayetas, fregonas o escobas también tienen que lavarse
-
La noticia
Este el gesto más simple que jamás debes saltarte cuando usas el lavavajillas
fue publicada originalmente en
Directo al Paladar
por
Joana Costa
.