Javier Perianes corona en ¡Solo música! al coloso Beethoven
El pianista Javier Perianes debe ser hoy el tipo más feliz del mundo. El sábado protagonizaba en el Auditorio Nacional de Música de Madrid la séptima encerrona del proyecto ' ¡Solo música! ', con el que el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) celebra la Fiesta Europea de la Música que, todos los años, llega en coincidencia con el solsticio de verano. Perianes ha sido solista y director de los cinco conciertos para piano de Beethoven interpretados en compañía de la Orquestra de la Comunitat Valenciana , y distribuidos en dos conciertos apenas separados por cuarenta y cinco minutos. Alcanzada la media noche, una traca de fuegos artificiales en el exterior del auditorio ponía cierre a la hazaña, rubricada, poco antes, con todos los espectadores puestos en pie, aplaudiendo y vitoreando a quien en estos momentos es fácil considerar el pianista español de referencia. La valentía, la técnica y la competencia son parte fundamental de estas propuestas que no llegan por casualidad. Perianes es un corredor de fondo , que se ha hecho convencido de su misión, y tras porfiar por conseguir una posición de privilegio, que le ha llevado a seleccionar inteligentemente y en cada momento la mejor de las opciones. El talento que desprendían sus primeras actuaciones, mucho más centradas en una musicalidad de carácter reflexivo que en la exhibición de una fuerza pianística avasalladora, ha crecido hacia una madurez que aúna la falsa sensación de facilidad con una sustancia cargada de elocuencia . En las interpretaciones hay personalidad, emoción y un innegable sentido poético que, enfrentado a la música de Beethoven, sirve para destacar perfiles muy particulares y no siempre evidentes. Pero esto se verá un poco más adelante, puestos a recorrer lo que fueron estos conciertos. Por el momento, basta con recordar que Perianes es como el 'hombre tranquilo' (aunque sin la mala conciencia de un pasado del que arrepentirse): un conquistador que hoy aparece y sale del escenario un poco menos precipitado que antes pero sin perder ante los espectadores su punto de bonhomía. De manera que apenas era la media noche y mientras en el interior del auditorio continuaba la aclamación de todos puestos en pie, Perianes señalaba el reloj e indicaba la puerta de salida. Debería haber aguantado, volviendo a levantar a la orquesta una y otra vez, obligándose a salir y entrar tantas veces como hiciera falta , porque en eso consiste el espectáculo, el éxito de todos los que estaban sobre el escenario y la esencia de este día de la música del que tantas consecuencias pueden derivarse. Por ejemplo, la reflexión sobre la actualidad musical, al margen del desgaste que sufren iniciativas como el proyecto '¡Solo música!' que en su momento fueron absolutamente multitudinarias y que hoy respiran un aire de convencional supervivencia porque en sí mismas han perdido el fuelle del fervor , al margen de su interés estrictamente artístico y de que sus consecuencias perduren gracias a la proyección que le concede la grabación hecha por Televisión Española , la transmisión en directo de Radio Clásica , las delicias gastronómicas colocadas en el vestíbulo del Auditorio y la proyección en pantalla gigante en la plaza que se abre ante la fachada principal del edificio. Las localidades vacías en la segunda de las sesiones es un síntoma a tener en cuenta. A las siete y media de la tarde, Javier Perianes aparecía dispuesto a enfrentarse con el 'Segundo concierto' de Beethoven, poniendo de manifiesto roces que se acabarían por limar gracias esa especie de sexto sentido que tienen ciertos intérpretes para saber encontrarse en un ámbito acústico de conveniencia, respirando juntos. La presencia de la Orquestra de la Comunitat Valenciana ha sido fundamental junto al hecho de que Javier Perianes haya tenido la posibilidad de trabajar tiempo atrás con ellos. Recuérdese que se trata de una de las agrupaciones orquestales españolas de referencia, y que aquí, manteniendo una plantilla básica similar para todos los conciertos, salvo las diferencias explícitas de cada composición, ha vuelto a demostrar la importancia que tiene jugar a favor de obra. La personalidad de la OCV puede ser sutil pero también impetuosa y así se demostró en el 'Segundo' concierto y en el 'Quinto' que cerraba la noche. De entrada, porque todavía quedaba mucho por ajustar y porque Perianes es, ahora mismo, mucho más pianista que director. A favor de la orquesta está el saber escuchar al solista que desde el mismo arranque sahumó a Beethoven en el destino de un 'adagio' misterioso y concentrado en increíbles pianísimos. Perianes convirtió los tiempos lentos en joyas de un romanticismo sublimado en una especie de decadencia fin de siglo al que nadie puede negarse cuando se dice con semejante convicción. El 'Quinto concierto' como fin de jornada llegó con el propio instrumento manifestando síntomas de cansancio y, con él, a Perianes obligado a sacrificar la belleza de su pianismo mientras trataba de encontrar
El pianista Javier Perianes debe ser hoy el tipo más feliz del mundo. El sábado protagonizaba en el Auditorio Nacional de Música de Madrid la séptima encerrona del proyecto ' ¡Solo música! ', con el que el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) celebra la Fiesta Europea de la Música que, todos los años, llega en coincidencia con el solsticio de verano. Perianes ha sido solista y director de los cinco conciertos para piano de Beethoven interpretados en compañía de la Orquestra de la Comunitat Valenciana , y distribuidos en dos conciertos apenas separados por cuarenta y cinco minutos. Alcanzada la media noche, una traca de fuegos artificiales en el exterior del auditorio ponía cierre a la hazaña, rubricada, poco antes, con todos los espectadores puestos en pie, aplaudiendo y vitoreando a quien en estos momentos es fácil considerar el pianista español de referencia. La valentía, la técnica y la competencia son parte fundamental de estas propuestas que no llegan por casualidad. Perianes es un corredor de fondo , que se ha hecho convencido de su misión, y tras porfiar por conseguir una posición de privilegio, que le ha llevado a seleccionar inteligentemente y en cada momento la mejor de las opciones. El talento que desprendían sus primeras actuaciones, mucho más centradas en una musicalidad de carácter reflexivo que en la exhibición de una fuerza pianística avasalladora, ha crecido hacia una madurez que aúna la falsa sensación de facilidad con una sustancia cargada de elocuencia . En las interpretaciones hay personalidad, emoción y un innegable sentido poético que, enfrentado a la música de Beethoven, sirve para destacar perfiles muy particulares y no siempre evidentes. Pero esto se verá un poco más adelante, puestos a recorrer lo que fueron estos conciertos. Por el momento, basta con recordar que Perianes es como el 'hombre tranquilo' (aunque sin la mala conciencia de un pasado del que arrepentirse): un conquistador que hoy aparece y sale del escenario un poco menos precipitado que antes pero sin perder ante los espectadores su punto de bonhomía. De manera que apenas era la media noche y mientras en el interior del auditorio continuaba la aclamación de todos puestos en pie, Perianes señalaba el reloj e indicaba la puerta de salida. Debería haber aguantado, volviendo a levantar a la orquesta una y otra vez, obligándose a salir y entrar tantas veces como hiciera falta , porque en eso consiste el espectáculo, el éxito de todos los que estaban sobre el escenario y la esencia de este día de la música del que tantas consecuencias pueden derivarse. Por ejemplo, la reflexión sobre la actualidad musical, al margen del desgaste que sufren iniciativas como el proyecto '¡Solo música!' que en su momento fueron absolutamente multitudinarias y que hoy respiran un aire de convencional supervivencia porque en sí mismas han perdido el fuelle del fervor , al margen de su interés estrictamente artístico y de que sus consecuencias perduren gracias a la proyección que le concede la grabación hecha por Televisión Española , la transmisión en directo de Radio Clásica , las delicias gastronómicas colocadas en el vestíbulo del Auditorio y la proyección en pantalla gigante en la plaza que se abre ante la fachada principal del edificio. Las localidades vacías en la segunda de las sesiones es un síntoma a tener en cuenta. A las siete y media de la tarde, Javier Perianes aparecía dispuesto a enfrentarse con el 'Segundo concierto' de Beethoven, poniendo de manifiesto roces que se acabarían por limar gracias esa especie de sexto sentido que tienen ciertos intérpretes para saber encontrarse en un ámbito acústico de conveniencia, respirando juntos. La presencia de la Orquestra de la Comunitat Valenciana ha sido fundamental junto al hecho de que Javier Perianes haya tenido la posibilidad de trabajar tiempo atrás con ellos. Recuérdese que se trata de una de las agrupaciones orquestales españolas de referencia, y que aquí, manteniendo una plantilla básica similar para todos los conciertos, salvo las diferencias explícitas de cada composición, ha vuelto a demostrar la importancia que tiene jugar a favor de obra. La personalidad de la OCV puede ser sutil pero también impetuosa y así se demostró en el 'Segundo' concierto y en el 'Quinto' que cerraba la noche. De entrada, porque todavía quedaba mucho por ajustar y porque Perianes es, ahora mismo, mucho más pianista que director. A favor de la orquesta está el saber escuchar al solista que desde el mismo arranque sahumó a Beethoven en el destino de un 'adagio' misterioso y concentrado en increíbles pianísimos. Perianes convirtió los tiempos lentos en joyas de un romanticismo sublimado en una especie de decadencia fin de siglo al que nadie puede negarse cuando se dice con semejante convicción. El 'Quinto concierto' como fin de jornada llegó con el propio instrumento manifestando síntomas de cansancio y, con él, a Perianes obligado a sacrificar la belleza de su pianismo mientras trataba de encontrar la proporción de los planos, el equilibrio de los medios y su propio desgaste físico, en una obra cuya complejidad tantea otra dimensión sinfónica. En realidad, a la segunda sesión del día le falto perfección en el ensamblaje. Comenzó con el primer concierto presentado con fuertes contrastes que sirvieron de prólogo a un 'rondó' particularmente personal con cambios de 'tempo' difíciles de entender más allá del esfuerzo por tratar de colocar a la orquesta en el redil de una continuación que se iba volviendo laxa. Y es que el oído sabía ya por entonces que otra dimensión era posible. Como segunda obra de la primera sesión había sonado el 'Tercer concierto', cuya recepción trajo los primeros bravos de la noche y cuya musicalidad limó las aristas que habían quedado abiertas previamente. La inmediata y formidable ejecución del 'Cuarto' fue algo a tener muy en cuenta : convertido en cúspide de la jornada incluso desde su posición geográficamente epicéntrica. De nuevo la cadencia fue parte sustancial del mensaje, además del sentido aéreo con el que se abordó el 'andante', con un control deslumbrador, y el formidable 'rondo' cuya rectitud teñida de sutil flexibilidad dio sentido al carácter introvertido, a la doliente emotividad sobre la que escribe César Rus en el comentario publicado en el programa de mano. El pianista Alfred Brendel, recientemente fallecido, señala en su pequeño libro, traducido al español, 'De la A a la Z de un pianista', que «sigue habiendo prejuicios contra los que nos vemos obligados a reaccionar, como la idea de un Beethoven absolutamente heroico y titánico», pero «no olvidemos que podía ser grácil a su manera, y que su ternura 'dolce' es un rasgo distintivo de su personalidad, como lo son su vehemencia y su altivez». Javier Perianes, al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, lo entiende así y de la misma manera lo ha ratificado en el maratoniano '¡Solo música!'. No con la intención de realizar una proeza que se quedaría como algo excepcional en su carrera sino como consecuencia de una trayectoria que continúa abierta a un horizonte artístico que augura síntesis interpretativas de impredecible emoción.
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