Karlos Arguiñano ya no lo oculta y confirma los rumores sobre su mujer, Luisa Ameztoy

Karlos Arguiñano, el chef que cocina con humor y corazón. Con su inconfundible acento vasco, su simpatía desbordante y un delantal que ya es casi uniforme nacional, Karlos Arguiñano ha conquistado los hogares españoles durante décadas. Pero más allá de su presencia en la televisión, hay una figura respetada por generaciones: un cocinero que democratizó ... Leer más

Jun 23, 2025 - 02:10
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Karlos Arguiñano ya no lo oculta y confirma los rumores sobre su mujer, Luisa Ameztoy

Karlos Arguiñano, el chef que cocina con humor y corazón.

Con su inconfundible acento vasco, su simpatía desbordante y un delantal que ya es casi uniforme nacional, Karlos Arguiñano ha conquistado los hogares españoles durante décadas. Pero más allá de su presencia en la televisión, hay una figura respetada por generaciones: un cocinero que democratizó la alta cocina y enseñó a miles que un buen plato también puede llevar una sonrisa.

Arguiñano no es solo un chef mediático; es una institución. Junto a pioneros como Juan Mari Arzak o Pedro Subijana, fue clave en la gestación de la nueva cocina vasca, un movimiento que transformó el panorama gastronómico de España. Entre 1982 y 1998, su restaurante en Zarautz ostentó una estrella Michelin, gracias a creaciones como el ya mítico pudin de perlón.

Un clásico que regresa al presente.

Recientemente, el cocinero ha decidido recuperar este emblemático plato ante las cámaras. Se trata de un «pedazo de plato», como él mismo lo llama, primo cercano del pastel de cabracho de Arzak. La receta requiere cocer el pescado, desmenuzarlo con sumo cuidado para eliminar espinas y mezclarlo con huevos, nata y salsa de tomate.

La mezcla se hornea a 170 grados durante una hora hasta adquirir la textura perfecta de pudin. Al servirlo, lo acompaña con una salsa rosa hecha de mayonesa, whisky, tomate y zumo de naranja, y, por supuesto, la inevitable ramita de perejil. El plato, sencillo pero memorable, ha despertado una ola de nostalgia tanto en el cocinero como en su público.

Lo más emotivo del programa llegó cuando Arguiñano dedicó unos minutos a recordar a su mujer, Luisi. «Ha sido un crack porque atendía a la familia, atendía a los clientes, hacía las facturas de las 16 mesas a mano… y también hacía las cartas a mano. ¡A mano!», dijo, visiblemente emocionado. «Increíble, Luisi, todo lo que has trabajado».

Un palacete junto al mar y una historia familiar.

El restaurante, ubicado en el antiguo palacete Villa Aiala, a escasos metros de la playa de Zarautz, abrió sus puertas en 1979. Hoy lo dirigen Zigor Arguiñano y María Torres, quienes han sabido mantener viva la esencia del lugar. En la carta, conviven recetas tradicionales como las pochas con almejas o el bacalao al pil-pil con otras más ligeras como la ensalada de txangurro con aguacate.

A sus 76 años, Karlos no es ajeno a los homenajes. A lo largo de su carrera ha expresado en más de una ocasión su gratitud hacia Luisi, una figura clave en su trayectoria. Esta vez, su tributo no ha pasado desapercibido: las redes sociales se llenaron de mensajes aplaudiendo sus palabras. «Es bonito que hagas patente su ayuda en la sombra», comentaba un espectador emocionado.

Pero quizás fue en una entrevista con Gastro SER donde el chef resumió mejor su manera de ver el mundo: «Le pedí baile a Luisi hace 55 años y ahora somos 29. Es una auténtica maravilla». Para él, la familia está por encima de todo. Después vienen los amigos, y luego, los compañeros de trabajo. «El que se despiste y no riegue esas tres cosas, no va a conseguir nada en esta vida».

Más que recetas: un estilo de vida.

En su programa Cocina Abierta, Arguiñano también despejó dudas sobre sus hábitos alimenticios y los de su mujer. Ambos cuidan su dieta con esmero, y el chef quiso compartir algunos principios fundamentales. El primero de ellos: “Hay que comer lo menos posible comida precocinada. No digo que no haya que comerla, pero lo procesado solo de vez en cuando, que no sea lo habitual”.

Con su tono habitual entre el consejo y la broma, remarcó también la importancia de consumir pescado fresco. “Los marineros lo pescan, lo cortan, lo fríen con unos ajitos y se lo comen así”, explicó. No hubo rodeos en su mensaje: “No dejéis de comer pescado fresco, hacedme el favor. Por la salud de nuestras familias, de nuestros hijos”.

Su mensaje va mucho más allá de la cocina: es un llamado a volver a lo esencial. Arguiñano y Luisi comparten una rutina alimentaria basada en el respeto al producto y el bienestar duradero. En su casa, nunca faltan las legumbres, los cereales integrales, las verduras de temporada y el pescado del Cantábrico. Como siempre, Karlos predica con el ejemplo… y con mucho cariño.