Vuelve a la música Tito Pintado, la voz extraña de Penelope Trip que hace bailar a la máquina

Se declara no músico y con altos grados de autoexigencia, necesita escuchar algo que le sorprenda, y ha ocurrido así quince años después de su último disco bajo el nombre de antiSe extingue la voz de A-ha, el grupo más importante del pop noruego que es mucho más que el autor de 'Take on me' Fue miembro de Penelope Trip, una de las primeras bandas del indie español. Pero desde hace más de veinticinco años, sus seguidores lo conocen como anti. Artista de ritmo creativo pausado, estudioso del pop tanto en sus vertientes más populares como en las más especializadas, Tito Pintado es autor de mundos musicales hipnóticos y extraños, pero no inaccesibles. Hacía más de tres lustros que Tito Pintado no daba señales de vida artística. Cuando se le pregunta el porqué de una ausencia tan prolongada, no alcanza a señalar una razón concreta. “Es algo un tanto inexplicable”, dice por teléfono desde su casa madrileña. “Podría deberse a la combinación de varios factores: vagancia, falta de ganas, de tiempo, problemas técnicos”. Pero a medida que la conversación avanza, esa decisión de no estar se va revelando como algo inevitable. Tito padece de un elevado nivel de autoexigencia. Y, además, no es músico. “No sé tocar ningún instrumento. Cuando estaba en Penelope Trip intenté aprender a tocar la guitarra e incluso escribí dos canciones. Luego lo intenté con un teclado, pero soy de dedos torpes. Cuando quiero componer, lo único que puedo hacer es trastear con los medios que tengo, y a veces salen cosas y otras no”. Hace poco más de un año descubrió un nuevo programa informático musical y empezó a hacer pruebas con él sin mayores pretensiones, “por curiosidad, por aprender”. Aquellas pruebas dieron de sí grabaciones que acabaron materializándose en tres canciones. “Me pareció que ya tenía algo que merecía la pena publicar y compartir”. Así nació anti en América, un EP (“como si fuera un libro de Tintín”) que rompe con el silencio de un artista de culto en el más estricto sentido del término. La música de anti, la música de Tito Pintado, pertenece a esa dimensión casi secreta que no demasiada gente conoce. Su andadura musical se inició hace treinta y cinco años, con el grupo asturiano Penelope Trip. Hacían rock distorsionado y se les inscribió en el llamado Xixón Sound. Formaron parte del relevo generacional que acercó el pop español al ruido. Compañeros de liga de Los Planetas y Australian Blonde, sacaron tres álbumes. El último de ellos, ¿Quién puede matar a un niño?, que salió en 1996 y fue publicado la multinacional RCA, ya reflejaba unas inquietudes evolutivas que escapaban a los esquemas del pop estridente de la época. Tito recuerda aquello con cariño y también con una prudente distancia. “Hace veinte años nos propusieron reunir a Penelope Trip. No nos gustan las reuniones. No tendría sentido hacerlo. En el momento en el que empezamos teníamos 18 años. Era otra vida, no me puedo meter en la cabeza de aquel Tito, ni siquiera recuerdo qué era lo que tenía entonces en la cabeza. Tampoco hemos sido un grupo que genere mucha nostalgia. Fuimos una banda muy de la época, pero no tan buenos como para que se nos rescate”. Anti, frente al espejo que le rompe Anti es el proyecto que Tito puso en marcha después de que se acabara Telefilme, banda que en realidad era un dúo creado con David Rodríguez, que había estado en bandas como Bach Is Dead y Beef y que actualmente toca en La Estrella de David y La Bien Querida. En anti, Tito es el único tripulante. El primer disco, anti, lo sacó a finales de los noventa. El segundo, antiaventura, llegó once años después. En la tercera entrega hay una mayor vocación por experimentar, por evitar los sonidos y estructuras más comunes. “Puede que quizá fuera ese el motivo por el que estas nuevas canciones me parecieron interesantes, porque eran distintas a lo que había hecho antes. Hay un par de temas que dudo q

Jun 17, 2025 - 04:55
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Vuelve a la música Tito Pintado, la voz extraña de Penelope Trip que hace bailar a la máquina

Vuelve a la música Tito Pintado, la voz extraña de Penelope Trip que hace bailar a la máquina

Se declara no músico y con altos grados de autoexigencia, necesita escuchar algo que le sorprenda, y ha ocurrido así quince años después de su último disco bajo el nombre de anti

Se extingue la voz de A-ha, el grupo más importante del pop noruego que es mucho más que el autor de 'Take on me'

Fue miembro de Penelope Trip, una de las primeras bandas del indie español. Pero desde hace más de veinticinco años, sus seguidores lo conocen como anti. Artista de ritmo creativo pausado, estudioso del pop tanto en sus vertientes más populares como en las más especializadas, Tito Pintado es autor de mundos musicales hipnóticos y extraños, pero no inaccesibles.

Hacía más de tres lustros que Tito Pintado no daba señales de vida artística. Cuando se le pregunta el porqué de una ausencia tan prolongada, no alcanza a señalar una razón concreta. “Es algo un tanto inexplicable”, dice por teléfono desde su casa madrileña. “Podría deberse a la combinación de varios factores: vagancia, falta de ganas, de tiempo, problemas técnicos”. Pero a medida que la conversación avanza, esa decisión de no estar se va revelando como algo inevitable. Tito padece de un elevado nivel de autoexigencia. Y, además, no es músico. “No sé tocar ningún instrumento. Cuando estaba en Penelope Trip intenté aprender a tocar la guitarra e incluso escribí dos canciones. Luego lo intenté con un teclado, pero soy de dedos torpes. Cuando quiero componer, lo único que puedo hacer es trastear con los medios que tengo, y a veces salen cosas y otras no”.

Hace poco más de un año descubrió un nuevo programa informático musical y empezó a hacer pruebas con él sin mayores pretensiones, “por curiosidad, por aprender”. Aquellas pruebas dieron de sí grabaciones que acabaron materializándose en tres canciones. “Me pareció que ya tenía algo que merecía la pena publicar y compartir”. Así nació anti en América, un EP (“como si fuera un libro de Tintín”) que rompe con el silencio de un artista de culto en el más estricto sentido del término. La música de anti, la música de Tito Pintado, pertenece a esa dimensión casi secreta que no demasiada gente conoce.

Su andadura musical se inició hace treinta y cinco años, con el grupo asturiano Penelope Trip. Hacían rock distorsionado y se les inscribió en el llamado Xixón Sound. Formaron parte del relevo generacional que acercó el pop español al ruido. Compañeros de liga de Los Planetas y Australian Blonde, sacaron tres álbumes. El último de ellos, ¿Quién puede matar a un niño?, que salió en 1996 y fue publicado la multinacional RCA, ya reflejaba unas inquietudes evolutivas que escapaban a los esquemas del pop estridente de la época.

Tito recuerda aquello con cariño y también con una prudente distancia. “Hace veinte años nos propusieron reunir a Penelope Trip. No nos gustan las reuniones. No tendría sentido hacerlo. En el momento en el que empezamos teníamos 18 años. Era otra vida, no me puedo meter en la cabeza de aquel Tito, ni siquiera recuerdo qué era lo que tenía entonces en la cabeza. Tampoco hemos sido un grupo que genere mucha nostalgia. Fuimos una banda muy de la época, pero no tan buenos como para que se nos rescate”.

Anti, frente al espejo que le rompe

Anti es el proyecto que Tito puso en marcha después de que se acabara Telefilme, banda que en realidad era un dúo creado con David Rodríguez, que había estado en bandas como Bach Is Dead y Beef y que actualmente toca en La Estrella de David y La Bien Querida. En anti, Tito es el único tripulante. El primer disco, anti, lo sacó a finales de los noventa. El segundo, antiaventura, llegó once años después. En la tercera entrega hay una mayor vocación por experimentar, por evitar los sonidos y estructuras más comunes. “Puede que quizá fuera ese el motivo por el que estas nuevas canciones me parecieron interesantes, porque eran distintas a lo que había hecho antes. Hay un par de temas que dudo que pudiera haber compuesto quince años atrás. Soy muy autoexigente, tanto con la música que hago como con la que escucho. Cuando hago algo que me llama la atención pienso que tiene que estar muy bien como para llegar a sorprenderme a mí mismo”.

La evolución de la que habla se refleja especialmente en el tema América. “No tiene una pista de ritmo propiamente dicha, pero luego cada elemento que va apareciendo tiene su propio ritmo, un ritmo distinto y entre todos forman una especie de caleidoscopio. A medida que se van combinando van formando dibujos distintos. Fue algo que surgió de manera casual. No estaba planeado, pero salió y me sorprendió. Y no soy muy de sorprenderme a mí mismo”. Un músico exigente que no domina ningún instrumento. A priori, dicha condición podría parecer un contrasentido o una forma disimulada de masoquismo. Pero aplicada al universo anti cobra mucho sentido.

“No ser músico te impide hacer muchas cosas, y también te permite hacer cosas que un músico no haría”. Y pone como ejemplo la no wave, uno de los géneros que alimentan su constelación de gustos e influencias. Y habla de la manera en la que Lydia Lunch tocaba la guitarra en su primer grupo, Teenage Jesus & The Jerks. “Ella y otros músicos de esa escena se inventaron su propia manera de tocar los instrumentos”. Uno de ellos, Mark Cunningham, fundador de la primera banda no wave que apareció sobre la faz de Nueva York, fue reclamado para colaborar con Tito y David Rodríguez en el primer disco de Telefilme, Fade In / Fade Out.

La no wave es una de las muchas corrientes que han alimentado y alimentan la máquina creativa de Tito Pintado. También lo hacen el krautrock, los muchos tentáculos del postpunk, el dub y el reggae, el lounge, el minimalismo. Un imaginario que durante décadas funcionó como modelo de referencia para varias generaciones de aficionados y que hoy ya no es más que historia. “Para mí, The Velvet Underground fueron el centro de muchas cosas. Ahora, para alguien de 20 años, son un grupo raro. Esto es así, tiene que pasar, las cosas cambian. Igual lo triste sería que en 2025 la gente de 20 años estuviera colgada de los Velvet”.

Radio, otra canción del nuevo disco, homenajea esas viejas corrientes musicales asimiladas y vaciadas a través de una sucesión de repeticiones, que han ido agotando una posibilidad renovadora que en su día proclamó que existían nuevas formas de hacer música pop. “Sí, en Radio hay un homenaje en clave a muchas de esas bandas. Hay una serie de nombres de grupos posteriores al punk traducidos al castellano: los jóvenes gigantes de mármol (por Young Marble Giants), la banda de los cuatro (por Gang Of Four), la fiesta de cumpleaños (por The Birthday Party)... Yo pensaba que la gente los reconocería enseguida, pero igual estoy hilando muy fino. Al unir todos esos nombres imaginé una poesía carente de todo sin sentido. Así que no hace falta sabe de quién estoy hablando para entender la canción. Si lo entiendes, bien, y si no, casi mejor”.

El título estrella del EP se titula Las máquinas bailan. Un tema alejado de las convenciones de la canción pop que, desde hace unos días, cuenta con un videoclip dirigido por el cineasta Antonio Morales (Marisa en los bosques, Miss Futuro, el vídeo-documental Nubes y claros de Ibon Errazkin), y que a su vez es un homenaje a Kenneth Anger y la película Scorpio Rising. “Es una idea que tenía en la cabeza desde hace tiempo. Me gusta mucho el cine y el de Anger es muy especial. Lo ves y dices, ¿cómo podían hacer algo así en los años cincuenta? Visualmente es muy atractivo. Y creo que no existe ninguna referencia directa en un vídeo musical”.

Ahora que ha vuelto a hacer música, Tito, que trabaja como traductor (entre otras cosas ha hecho las traducciones al castellano de libros de Dean Wareham y biografías de George Michael, Jayne County o R.E.M.) no quiere más parones ni paréntesis tan largos. En unas semanas saldrán dos canciones más, Infantil e Islandia, esta escrita a medias con Luis, de Espanto, en un single de vinilo para el sello Discos Garibaldi. Y, si no falla nada, antes de que acabe el año habrá un nuevo EP. Estoy bastante entusiasmado con el hecho de hacer música. Y, mientras la hago, intento no pensar en la recepción que va a tener. De lo contrario, no la haría“.

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